Honrar la palabra genera confianza

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El seleccionador y jugador del equipo de inglés de fútbol playa. Foto: EDH

Por Por Julia Regina de Cardenal*

2014-04-09 6:02:00

Durante la campaña, todos los candidatos se comprometieron con la población en la defensa del matrimonio y la familia. Ha llegado el momento de honrar esas palabras. Desde 1999 los diputados del FMLN públicamente prometieron ratificar la reforma constitucional que define el matrimonio, pero seguimos esperando. A pesar de que ellos cambiaron la redacción de la enmienda original, se rehúsan a cumplir lo acordado.

Aciprensa publicó un artículo en el que un experto en derecho internacional, ex constituyente y ex embajador de Perú ante las Naciones Unidas, Francisco Tudela, explicó que la “unión civil homosexual”, mal llamada “matrimonio” gay, es una “ficción jurídica”, sin razón o sustento. Tudela preguntó si “¿la ley debe legislarse a partir de la realidad sensible externa y desde instituciones sociales consagradas por el uso durante centenares de generaciones, que constituyen el fundamento de una civilización, o sólo a partir de percepciones subjetivas e ideológicas propuestas por grupos particulares?”.

Aun en la época de los romanos, nunca se legisló sobre la unión civil homosexual porque no era un bien moral ni material para la sociedad; no había procreación sexual y tendría consecuencias negativas en los hijos, la familia, la comunidad y los derechos y deberes que de estas se derivan.

Tudela explicó que el liberalismo del Siglo XVIII redujo el sentido moral de la libertad a un mero individualismo y luego el marxismo desde el Siglo XIX “desencadenó el ataque contra ‘la moral burguesa’, que era la familia misma, culpada de originar el capitalismo”. También señaló que en el Siglo XX, el comunismo, el nazismo y dos guerras mundiales hundieron al Occidente en el anarquismo y el relativismo, la indiferencia y un odio irracional contra toda la civilización preexistente. “El positivismo jurídico fue el aliado amoral de todas estas fuerzas al afirmar que bastaba que una ley sea conforme al derecho positivo existente (de positum, puesta por el poder político) para que sea legítima. No es extraño, entonces, que los partidarios de la acción afirmativa legislativa sean fervientes defensores del positivismo. Según ellos, la ley fabrica la realidad y todo es cuestión de obligar a la gente a obedecer la ley. Se trata de idéntico razonamiento al de los totalitarismos del Siglo XX, que fracasaron por violentar la naturaleza humana”.

Tudela también explicó que el respeto a las minorías significa únicamente que ellas deben gozar de los derechos y garantías de la ley general como todo el mundo y que el poder político no puede hacer excepciones contra ellas, ni privilegiarlas con regímenes discriminatorios contra la mayoría ciudadana. Advirtió que “establecido el derecho de la igualdad ante la ley, sería absurdo que existan regímenes especiales para minorías que no están desprotegidas o no tengan derechos históricos consuetudinarios”. “En el caso de la unión civil homosexual, se busca crear un régimen patrimonial, tributario y sucesorio, nuevo y diferente al de los demás ciudadanos…” lo cual podría ser solicitado también por amigos o parientes, acogiéndose a los mismos privilegios sin ser homosexuales. El amor o la amistado no puede ser objeto de la ley.

Señores, defender y promover el matrimonio natural como lo manda nuestra Constitución es un bien para la sociedad y para conservación de la especie, no es “homofobia” como dicen los grupos LGBTI. No se puede usar cualquier tipo de relación sexual para querer reinventar el matrimonio. La libertad está basada en el respeto a la igualdad de los derechos para todos.

*Columnista de El Diario de Hoy.