La pequeña esperanza en este sangriento escenario

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elsalvador.com

Por Por Carlos Ponce*

2014-04-08 5:00:00

astimosamente, durante buena parte del actual período presidencial, el gabinete correspondiente se empeñó en centrar el abordaje oficial de la criminalidad en esconderla detrás de un espejismo, mientras, en relativo silencio, ésta crecía y se transformaba en una versión menos controlable y más peligrosa de lo que era antes. Ahora que la coyuntura presenta las condiciones, el monstruo cultivado por funcionarios y ciudadanos irresponsables, asoma su cabeza.

Según cifras oficiales, actualmente se registra un promedio de 10 homicidios diarios y un incremento de más del 50% en relación al año anterior. Las autoridades han revelado, además, que existe un plan de las pandillas de atacar a policías, fiscales y otros empleados del gobierno. Declaraciones de funcionarios de seguridad pública, sugieren que esto busca presionar al nuevo gobierno para que se ubique en la misma posición desventajosa que la administración Funes y que, en consecuencia, el proceso de negociación trascienda períodos presidenciales y se consolide, continuando y profundizando así el intercambio de beneficios. Polémicos personajes como Raúl Mijango, que jugaron un papel protagónico en la formulación y operación de la negociación entre el Estado y las estructuras criminales, han desfilado en programas de opinión y entrevistas abiertamente advirtiendo que si su “proceso” no es retomado por las nuevas autoridades, el promedio de homicidios se elevará a más del doble del actual.

La ofensiva delictual es extremadamente dolorosa, puede arrojar beneficios en el futuro cercano. Los intereses de los “mediadores” y los cabecillas pandilleros parecen haberse desalineado, y esto ha llevado a la comisión de errores que pueden ser positivos para la ciudadanía honesta. La estructura de mando de las pandillas quiere seguir negociando con el Estado, punto. Personajes como Mijango también quieren que siga la negociación, pero sólo con ellos como interlocutores.

Cualquier “refrito” de “la tregua” tendrá consecuencias nefastas para el FMLN en las elecciones del 2015. La única forma que el oficialismo podría retomar la negociación y el intercambio de beneficios, por lo menos durante este año electoral, sería en la clandestinidad y totalmente alejado de los protagonistas del proyecto concebido por Munguía Payés. Bajo esta premisa, lanzar la ofensiva delictual cuando aún no ha tomado posesión el nuevo gobierno fue un error de las pandillas, ya que abrió la posibilidad para que funcionarios que han tratado de alejarse de la sombra de “la tregua”, denunciaran públicamente que el incremento en la cantidad de hechos delictivos busca presionar a las nuevas autoridades. Ahora, con estas declaraciones oficiales, cualquier reducción se interpretará como la materialización de un pacto y afectará al FMLN en la campaña. Esto le quita atractivo a retomar “la tregua” y, por lo tanto, hace menos probable que Sánchez Cerén la asuma como propia.

Sin embargo, el último clavo del ataúd lo clavó Mijango con sus intervenciones públicas de esta semana. Las advertencias del veterano político aclararon las dudas de los más reacios escépticos de la reducción negociada de los homicidios. Ahora que Mijango ha explicado categóricamente que la única forma de controlar y reducir la violencia es retomar su oscuro proyecto, ha acabado con el poder seductor que podría haber tenido sobre las nuevas autoridades. Cualquier replicación resultaría letal para las elecciones del 2015.

Existen dos posibilidades con efectos diametralmente opuestos. Haber convertido cualquier “refrito” de “la tregua” en algo poco atractivo puede empujar al gobierno entrante a trabajar de forma técnica y ordenada sobre soluciones sostenibles e integrales al problema, que posibiliten la revitalización de comunidades alejada de compromisos extorsivos con estructuras criminales, el fortalecimiento del aparato de seguridad y la formulación y ejecución de verdaderos programas de prevención y rehabilitación. Sin embargo, por otro lado, la negociación podría hacerse menos visible, permitiéndole así al Estado intercambiar beneficios en secreto. Quiero ser optimista, darles el beneficio de la duda a los nuevos funcionarios y guardar la esperanza que seleccionarán la primera opción.

*Criminólogo

@cponce_sv