El Salvador vs España

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Salvador Alvarenga y Roselia Rosas, en el reencuentro en México. EDH/jornada.unam.mx

Por Por Cristina López G.*

2014-03-15 6:05:00

La selecta se enfrentará a España, la selección campeona del mundo, en un partido amistoso en el que las probabilidades estadísticas indican que perderemos. A menos que, como algunos señalaban, quien pite el arbitraje sea el Tribunal Supremo Electoral, compuesto por nuestros magistrados electorales, paladines de la imparcialidad y el juego limpio.

Si esto sucediera, veríamos a Eugenio Chicas permitir que uno de los equipos celebre el triunfo que la probabilidad estadística le concede antes de que termine el partido. El otro equipo reclamaría a Chicas que saque “tarjeta anaranjada” contra las faltas cometidas, a pesar de que no esté en el reglamento. Mientras tanto, la barra de ambos equipos se partiría la cara en las gradas, a pesar de que al terminar el juego tienen que salir pacíficamente del estadio y caer en cuenta al aterrizar en la realidad, que partirse la cara no afecta los resultados del partido.

La segunda vuelta electoral fue un test de resistencia a nuestra joven democracia. Y entre innecesarias alusiones por parte de Norman Quijano de que la Fuerza Armada intervendría para evitar un fraude, garantías de la misma que benévolamente se mantendría al margen de los resultados (gracias, ¡muy finos!) y Sánchez Cerén que tiene una semana de estar celebrando su próxima mudanza a la casa con semáforo, a pesar de que los resultados no eran oficiales, por poco y no pasamos el test.

Sin embargo, tal y como del partido contra España podrán sacarse importantes lecciones, independientemente al resultado, de nuestro casi fallido test se puede también aprender mucho. Primero, es sumamente positivo que la alusión de Quijano a las Fuerzas Armadas haya sido recibida por la mayoría con rechazo, incluso de sus correligionarios. Dice mucho de la madurez democrática, sobre todo, de la nueva generación: ya nadie cree en el “bullying” como recurso efectivo para demostrar si se tiene razón. Los constantes irrespetos por parte del Tribunal Supremo Electoral a su obligación de neutralidad y a la mismísima ley, son una muestra de lo que es obvio: urge una reforma de la institución, pues, al ser compuesta por representantes de partidos, se crean suficientes incentivos como para que la labor de los magistrados se parcialice. Es por el actuar poco apegado a la ley que demostró el TSE durante todo el proceso, que no es tan descabellado dar credibilidad a las irregularidades señaladas por ARENA.

De su inconformidad con los resultados debe aprender ARENA que no hace falta solo apelar a la moral, es más importante apelar a la ley. Incluso a pesar de estar jugando contra un equipo que la irrespeta cuando le conviene, si en verdad creen en la defensa del sistema de libertades, deben también creer que el apego a la ley y al Estado de Derecho es la única vía para la protección de derechos. Si en esta coyuntura se exigen procesos cuyo sustento no es legal, en el futuro no habrá qué nos defienda contra lo que los gobernantes de turno decidan hacer en apego a “la moral”.

La mayor lección la tiene Sánchez Cerén, cuyo mandato se verá debilitado por una sociedad dividida en dos. Deberá traducir este mensaje en que su administración no tendrá cheques en blanco. Al FMLN le tocará asumir la difícil tarea de buscar los consensos que le permitan la estabilidad suficiente para gobernar; tarea nada fácil tras una administración en la que –en muchos casos– el presidente Funes asumió una posición beligerante ante sectores que percibía opuestos a su administración. A la sociedad civil nos tocará lograr establecer los acuerdos mínimos que permitan un pacto de país y el funcionamiento de las instituciones. La transparencia y el combate a la corrupción, algo con lo que todos estamos de acuerdo independientemente del voto, es un buen lugar por donde empezar.

*Lic. en Derecho.

Columnista de El Diario de Hoy.

@crislopezg