Para razonar mejor, leer buena literatura

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El seleccionado Roberto Membreño, posa junto a las modelos y los trofeos de la tercera Copa Pilsenes de fútbol playa. Foto EDH / Mauricio Castro

Por Por Luis Fernández Cuervo*

2014-03-16 5:00:00

Pocos días después de haber escrito y enviado a El Diario de Hoy mi artículo “Un bien escaso, saber razonar”, me llegó por Internet, enviado por un buen amigo, un escrito titulado “Leer para pensar” del escritor español José Ramón Ayllón, autor de muchas y muy buenas obras de pensamiento y de narrativa, que han tenido gran éxito incluyendo entre sus lectores a mucha gente joven, lo cual, ya por si solo es de admirar y aplaudir.

El texto no tiene desperdicio. Es largo pero todo él sirve para despertar el apetito de adquirir uno de los mejores y más baratos deportes existentes: el de leer mucha y buena literatura. Me parece tan importante que he incluido ese texto en mi blog alicantoymaradentro.wordpress.com porque merece la pena leerlo por completo.

¿Por qué este esfuerzo y este interés? Por algo semejante a lo que decía en mi columna anterior. Si no se lee buena literatura, es difícil pensar y escribir con claridad, con rigor, con profundidad y además la visión que tenemos del mundo es pequeña, corta y estrecha. Con gente así, la política será siempre miserable. Y con tremenda frecuencia la gente que lee un simple artículo de prensa no se entera de lo que allí se dice, lee lo que tiene en su mente apasionada y cautiva. Ejemplos reales, me sobran.

Cuando escribí que había que hacer la revolución de la educación para que ninguna mente inteligente se perdiera en el país aunque fuera alguien “más pobre que una rata” algunos se sintieron ofendidos, llamados ratas. En mi artículo anterior otro dijo, ofendidísimo, que por qué venía a insultar a un pobre pueblo (¡!) ¿De dónde sacó esa idea, que no aparece para nada en aquel artículo…?

Si sólo se leen libros de ayuda para ser rico, tener éxito, o buena salud, muy probablemente no se conseguirá ninguna de esas cosas. Si sólo se leen los “bestseller” de moda, es poco lo que van ayudar al buen pensar, al buen hablar y al buen escribir. En cambio haber leído la Odisea, la Divina Comedia, el Quijote, Los miserables, la Historia de dos ciudades, Los Hermanos Karamazov, y tantas otras obras cumbres de la literatura, aparte de los bienes propiamente literarios están las luces que arrojan sobre la historia universal y sobre aquellas virtudes, pasiones y pecados propios de los seres humanos que no cambian cuando las costumbres, las modas y los siglos cambian.

Siempre habrá gente entre nosotros, y más entre los políticos con tendencias dictatoriales, que estén de acuerdo con lo que Ayllón escribe de aquel emperador de Abisinia que decía: “el hábito de leer, y de ahí no hay más que un paso al hábito de pensar, y ya se sabe la de disgustos, sinsabores, tormentos y quebraderos de cabeza que esto acarrea”. También recuerda la observación de un rector de universidad, ya señalado por muchos otros: “En la informática, el inglés y las carreras técnicas se agota actualmente el horizonte cultural de jóvenes inteligentes que pronto tomarán el relevo en la dirección de la sociedad. Por desgracia, el producto de esa educación serán personas de las que se podrá decir, parafraseando a Unamuno, que no están educadas, pero saben decir tonterías en cinco idiomas”.

Ayllón añade con humor: “Si a la informática sumamos las redes sociales, ahora podríamos hablar no ya de un cambio cultural, sino de una mutación: Del Homo Sapiens, producto de una cultura escrita milenaria, se está pasando al Homo Videns, infraeducado por la imagen. Ahora ya sabemos que, si la lectura despierta y aviva la inteligencia, las imágenes la mecen y adormecen. Pero también conocemos el remedio para esta involución: las neuronas de nuestros jóvenes recuperarían la buena forma con menos Internet y más lectura, con menos facebook y más the face in the book”.

Yo pienso que la pobreza cultural es mucho peor que la pobreza material. La inteligencia cultivada saca mejor de la pobreza que las remesas o los regalos populistas.

*Dr. en Medicina.

Columnista de El Diario de Hoy.

luchofcuervo@gmail.com