El endeble contraargumento de “campaña de miedo”

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Ronaldinho muy bien acompañado en el carnaval. Foto EDH / ABC

Por Por Carlos Ponce*

2014-03-04 6:03:00

Muchos analistas, incluso duros críticos de la derecha, advierten sobre el peligro que corre el país de ganar el partido oficial. Argumentan que el FMLN aprovecharía su victoria para instaurar un régimen como los que operan en naciones vinculadas al Socialismo de Siglo XXI –esquema ideológico favorecido por el partido gobernante–, plagados de indiscutibles abusos de poder, irrespeto a la institucionalidad y al Estado de Derecho, la restricción de libertades, la persecución de críticos y adversarios políticos, caóticas situaciones delictuales, desastrosas economías y funcionarios e instituciones débiles, incapaces y altamente corruptibles, al servicio exclusivo del oficialismo y sus objetivos políticos.

El contraargumento de los que adversan el mensaje antes planteado, es que existen marcadas diferencias entre las realidades, idiosincrasias y particularidades de El Salvador, Venezuela y los demás países adheridos al proyecto ideológico del chavismo. Bajo esta premisa, sostienen que no es congruente pronosticar que una misma situación, tan singular como la venezolana y sus aliados, se pueda desarrollar en un contexto tan diferente como el salvadoreño y, para dar peso a su posición, señalan que la misma “campaña de miedo” se desarrolló durante las elecciones presidenciales del 2009 (ganadas por el FMLN) y, en los años subsiguientes, El Salvador no se convirtió en otra Venezuela.

Tratar de distanciar las nocivas prácticas y estrategias del esquema de gobierno promulgado por el Socialismo del Siglo XXI, es un argumento débil. Es cierto, cada país tiene sus propias circunstancias y características, pero la historia ha demostrado que esto no es impedimento para que el camino de una nación se enrumbe en una dirección determinada. Es como hablar de diferentes versiones de un mismo platillo, la receta puede variar, pero los ingredientes principales son los mismos y, en esencia, el platillo que se busca preparar es el mismo.

La participación de los hermanos Castro en la expansión del chavismo explica el platillo seleccionado y las recetas empleadas por los países afiliados al Socialismo del Siglo XXI. La histórica relación que ha existido entre los Castro y el partido oficial salvadoreño, acercan aún más la realidad venezolana a El Salvador y convierten en una verdadera posibilidad que, de ganar las elecciones, el FMLN continúe creando las condiciones para establecer un régimen similar al de Chávez y Maduro.

Digo “continúe” porque ya empezó. Los cuadros dentro del aparato de seguridad pública y la Fuerza Armada, por ejemplo, han sido seleccionados para convertir a las instituciones en entidades ideológicamente identificadas con el partido oficial, y alineadas con sus objetivos políticos. El encubrimiento y protección de conductas criminales de políticos de izquierda y la instrumentalización de las instituciones de seguridad con fines políticos, evidencian el control del FMLN sobre los cuerpos de seguridad. El trabajo orientado a consolidar el proyecto político del partido oficial, se ha realizado en detrimento de las instituciones públicas y la institucionalidad, afectando gravemente la situación económica y delictual.

Altos dirigentes del FMLN han expresado su intención por monopolizar el Estado, evidenciando así su total irrespeto a la separación de poderes, exhibido con vehemencia en sus enardecidos intentos por decapitar y tomarse la Sala de lo Constitucional. Ahora, funcionarios públicos y hasta el mismo presidente amenazan con demandar en los tribunales a críticos y opositores políticos, aduciendo presuntas difamaciones y calumnias, y tratando de esconder el obvio desbalance de poder que implica una acusación interpuesta por altos funcionarios públicos y la posible manipulación judicial con fines políticos.

Estas condiciones, desarrolladas después de casi cinco años de Gobierno del FMLN, hacen que el contraargumento de “campaña de miedo” sea más consistente con un fanatismo político que un genuino escepticismo. Aún no somos Venezuela, pero el oficialismo ha trazado ese modelo como objetivo y trabajado arduamente en la creación de las condiciones necesarias para que se avance ininterrumpidamente en esa dirección.

*Criminólogo @cponce_sv