Tres casos fortuitos: un naufragio, un accidente y una caída

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Marta Caishpal (Izq.) es la maestra "ad honoren" del grupo. Foto EDH / Iris LimaEl producto que hacen lo venden para obtener fondos y comprar más material. Foto EDH/Iris Lima

Por Por Ricardo Chacón *

2014-02-22 6:05:00

Vaya casualidad, en la última semana han ocurrido tres hechos fortuitos que han generado todo tipo de reacciones y que, en medio de una larga campaña electoral, adquieren tintes dramáticos, en los que hay personeros de gobierno que gritan al cielo y se rasgan las vestiduras sobre la falta de ética y profesionalismo de los medios de comunicación. Otros argumentan razones que casi rayan con la seguridad nacional y aseguran que hay mano peluda, con facetas partidarias en la narración de los hechos.

El primer caso, tiene que ver con un salvadoreño residente en Chiapas, México, José Salvador Alvarenga quien, luego de trece meses de navegar al garete por el Océano Pacífico, aparece en las Islas Marshall, después de recorrer unos 10 800 kilómetros; en sus primeras declaraciones, cuando lo encontraron y luego ya en El Salvador, escuetamente ha dicho que se alimentaba de peces, tortugas y bebía agua lluvia y que su compañero murió pocos meses después de que la lancha que tripulaban quedó a la deriva. El hecho adquirió interés mundial y su retorno al país fue cubierto, hasta en los mínimos detalles, por periodistas locales e internacionales, incluso sobre el porqué se fue del país y que tenía casi una década sin que su familia supiera de él.

La ministra y los viceministros de Salud, los directores del hospital y hasta el ministro y viceministro de Relaciones Exteriores, fueron a recibir al naufrago al aeropuerto internacional y a posar ante cámaras a la par de este, como nunca lo hicieron con los miles de deportados que llegan mes a mes a la misma terminal.

El segundo caso es un choque, en apariencia un simple accidente vial entre los miles que ocurren cada año en el país; se trata de un Ferrari California que se estrelló el lunes contra un árbol en el redondel Masferrer, muy cerca de la Residencia Presidencial; casi de inmediato el GRP, grupo élite policial, de reacción inmediata, rodea la zona, con gran rapidez llevan a los ocupantes del vehículo a un lugar desconocido; a primera hora la policía traslada el vehículo a un resguardo, en el Departamento de Tránsito, no en Changallo adonde llevan lo carros “comunes y corrientes”, porque supuestamente no había espacio allí. Las autoridades del VMT y la policía de Tránsito, con celeridad, organizan una conferencia de prensa para revelar los detalles de la investigación sobre el accidente.

Los allegados al presidente de la República aparecen el miércoles, ante la opinión pública, afirmando que en el vehículo no iba el presidente de la República.

Bueno, y ahora vamos con el tercer caso fortuito de los últimos días y que nada tiene qué ver con los dos anteriores, excepto que los dos últimos casos ocurrieron muy cerca, a escasas tres cuadras el uno del otro; se trata de la de la caída del presidente. En la Residencia Presidencial, cerca del Redondel Masferrer, el martes, alrededor de las diez de la mañana cuando, según la Primera Dama, el mandatario se amarraba los zapatos antes de asistir a un acto oficial. Sucede entonces que se cae y se lesiona. ¿Las consecuencias? Una operación de emergencia. Luego de tres días, abandona el hospital sigilosamente, mientras sus funcionarios más allegados y los galenos que practicaron la “operación mayor y delicada”, decían a una sola voz que todo había salido bien, que fue un éxito y que sólo faltaba la pronta recuperación del gobernante. Nadie lo vio salir del hospital, eso sí dijeron que estaría presente en su programa radiofónico y televisivo del sábado.

Uno de los funcionarios, de esos grises y amorfos, aseguró que puede dar una declaración jurada de que el percance sufrido por el presidente ocurrió en la Residencia Presidencial: “Queremos condenar enérgicamente la actitud cobarde, de parte de algunos sectores, principalmente de ARENA y ciertos medios de comunicación, en particular El Diario de Hoy, por la campaña de tergiversación perversa y mal intencionada e impune que han desarrollado en las últimas horas…” dijo el otrora periodista radial y corresponsal de una agencia de prensa internacional.

No cabe duda que el actual Secretario de Comunicaciones, como también el mismo presidente, si todavía fueran periodistas y trabajaran para algún medio informativo, hubiesen reportado los tres hechos fortuitos como lo ha hecho la mayoría de medios. Es más, sí los involucrados hubiesen estado ligados al partido anterior en el poder, hubiesen sido más críticos, más duros, más mordaces; ese era su estilo de hacer periodismo hace una década.

Pero ahora, como funcionarios, al otro lado de la barda, lo único que les queda es ofrecer declaraciones oficiales, escuetas, sin detalles de ningún tipo para ilustrar una noticia que, según ellos, sólo debe contener lo “políticamente correcto” de cara al público.

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*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com