Saturan los medios con propaganda gubernamental

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Ganaderos de Cara Sucia, en Ahuachapán, afirman que de octubre a la fecha las perdidas por robo y hurto de ganado ascienden a unos 350 mil dólares. Fotos EDH / René Quintanilla

Por Por Ricardo Chacón *

2014-02-08 6:03:00

La publicidad o propaganda gubernamental que, en los últimos meses se difunde profusamente por los diferentes medios informativos, en particular por la televisión, pretende dar a conocer a los electores lo hecho por el gobierno en materia de obras de beneficio general. Es más, se podría creer que se trata de publicidad acerca de los nuevos servicios y obras que proyecta la actual gestión.

En este sentido, como lo define el diccionario español, la publicidad, se entiende como el conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender noticias o hechos de carácter comercial o para vender un servicio, un producto o una idea; el tema es mucho más complejo y, en la actualidad, a vuelo de pájaro, la publicidad se entiende como parte de un proceso, de lo que se llama “marketing mix”, que no es más que la suma de los productos o servicios que se ofrecen, cómo se distribuyen, el precio que tienen, la comunicación que implica la publicidad, promociones, “merchandising”, fuerza de venta, “marketing directo”, patrocinios e incluso relaciones públicas.

Los expertos en el tema sostienen que la publicidad, entendida de manera integral y como un proceso, está orientada claramente hacia el producto o servicios, con el fin de fomentar la compra o la reputación de estos últimos.

Sin entrar en profundidades técnicas implícitas en la relación de la publicidad con la marca (branding) o la relación con los nuevos medios de comunicación determinados por el desarrollo de la Web 2.0 y las redes, se nos abre un mundo de teoría y práctica que, sin duda, también toca a las campañas políticas y las elecciones, por ello ahora se habla de “marketing político”, que no es más que el uso de todas las herramientas descritas con el objetivo de alcanzar el poder y hacer ganar en los comicios a un candidato y a un partido.

En este sentido, para no ir más allá de lo llano y simple, la difusión masiva de propaganda —porque de eso se trata sin confundir el término con el de publicidad— que emana del gobierno de turno tiene la clara intención de servir de soporte a la estrategia de la campaña política del FMLN.

¡Ojo! No estoy juzgando que esto tenga algo de malo o que no tengan derecho a hacerlo, simplemente trato de develar un fenómeno y será la población la que juzgará.

No sólo se trata de espots publicitarios —la mayoría de ellos transmitidos cientos de veces en las televisoras y radios del país, bajo consentimiento de las autoridades, a un elevado costo pagado con los impuestos de los salvadoreños—, sino también de la presencia del presidente en su consabida perorata (discurso muy largo y aburrido) de los sábados, además de entrevistas, algunas de ellas conseguidas bajo la presión de Casa Presidencial, para continuar con su inacabable discurso.

Avancemos, ¿cuál es el objetivo?: por un lado, promover los logros del gobierno, defenderlos y hacer olvidar u ocultar, las deficiencias e ineficiencias de la actual gestión; invisibilizar la caída de indicadores económicos internacionales donde el país estaba antes mejor posicionado; el incierto clima de negocios, la competitividad turística, el grado de inversión de Moody’s, etc. Se pretende asimismo encubrir el aumento desmedido de la deuda, la caída de la productividad y, por supuesto, el permanente enfrentamiento con el sector productivo.

Por otro lado, se tiene el objetivo de confrontar con la oposición y centrar el debate o en los 20 años de gobierno de ARENA, la corrupción, Paco Flores, e incluso retar al candidato presidencial a un debate. No sólo se busca la confrontación con el partido opositor sino también “defender” los grandes proyectos de la actual gestión, la mayoría de ellos centrados en el vaso de leche, los uniformes y los cuadernos.

Esta estrategia ha permitido, tal como lo planteábamos la semana pasada, que los candidatos efemelenistas no tengan que “defender” los proyectos del gobierno, sino simplemente montarse en ellos, además de no polemizar con nadie ni mucho menos confrontar con la oposición, incluso han vuelto invisible la biografía de los candidatos de izquierda. Es más, han permitido que los grandes temas, los que de verdad tendrá que enfrentar el nuevo gobierno, no sean discutidos como lo son las pensiones, el aumento de la criminalidad, de los impuestos, de la deuda externa, una reforma educativa, entre otros. Ninguno de estos forma parte de la campaña preelectoral y lo más seguro es que el oficialismo no se ocupará de ellos durante el mes previo a las elecciones de segunda vuelta.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com