Forma y contenido del debate presidencial: se requieren propuestas

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El equipo tigrillo, apiñado previo al duelo de este día. Foto: EDH

Por Por Ricardo Chacón *

2014-01-04 6:04:00

Sin duda es un hecho relevante para la cultura política salvadoreña el esfuerzo que está realizando ASDER, la Asociación Salvadoreña de Radiodifusoras, para llevar a cabo el debate de candidatos presidenciales el próximo domingo 12 de enero; el acto será presidido por un periodista, residente en Estados Unidos, Armando Guzmán, y se transmitirá por todas las radios y televisoras locales y seguramente tendrá amplia cobertura en los periódicos. Las redes sociales estarán en extremo activas ese día.

Otras instancias religiosas, universitarias e incluso tanques de pensamiento y gremios empresariales han estado planificando diversas modalidades de debates entre los cinco aspirantes a la presidencia.

De entrada surge una interrogante: ¿Deben enfrentarse los cinco candidatos o los que tengan más posibilidades de alcanzar el triunfo electoral? En México, el 6 de mayo del 2012, se llevó a cabo el primer debate presidencial entre los nueve, sí, nueve candidatos. Esto responde a un genuino interés de ser ecuánime y darle igualdad de oportunidad a los candidatos que, en teoría, “inician la carrera de caballos desde la misma línea de partida.”.

Es probable que esto sea lo correcto y lo justo, sin embargo en la práctica es difícil que, en pocos minutos, cada candidato no sólo pueda dar a conocer todas sus propuestas, describiéndolas de manera específica, mostrando la visión de medio y largo plazo que tenga sobre el país, sino también entrar en el debate, propiamente dicho, con argumentos opuestos, diferentes coincidentes que expongan cada uno de los contrincantes.

En El Salvador hay cinco candidatos que tienen a la presidencia como su meta, aunque las encuestas coinciden en señalar que sólo dos partidos tienen posibilidades de alcanzarla y ello, en segunda vuelta. En este sentido la interrogante es válida: ¿Deben debatir sólo los dos principales candidatos de ARENA y FMLN o debe integrarse una tercera, lejana opción, UNIDAD o incorporar a los otros dos partidos que juntos no superarán el tres por ciento del total de votos? Se ha decidido que los cinco candidatos participen.

No menos importante es señalar que con el debate se pretende destacar, al menos, tres puntos: uno, claridad para entender los problemas y las soluciones estructurales que cada partido propone; dos, la capacidad de exposición de cada uno de los candidatos para exponer las ideas de su partido y las apreciaciones particulares sobre la realidad salvadoreña, y tres, la posibilidad de discutir, debatir, argumentar y contraargumentar sobre los diferentes problemas del país.

Esta tríada de intereses, supone a su vez dos cuestiones: una, la parte formal y externa y lo de fondo y fundamental; la primera relacionada con el uso técnico del lenguaje verbal, facial y gestual, en cambio, la segunda, la conceptualización de los problemas y sus posibles soluciones. Ambas son importante y claves de cara a los votantes y, en especial , a los electores indecisos.

En este punto, los libros de texto suelen recoger el debate celebrado el 26 de septiembre de 1960, en el que se enfrentaron Richard Nixon y John F. Kennedy. Se dice que las personas que siguieron el debate por la radio dieron por ganador a Nixon mientras que Kennedy se impuso, por un ancho margen, entre aquellos que lo vieron por televisión. Se miraba descansado, saludable, bronceado, relajado y confiado; todo lo contrario de Nixon, quien aún se hallaba convaleciente de una lesión de rodilla y había estado en actos proselitistas pocas horas antes del debate. Se le vio bajo de peso, con aspecto enfermizo y fatigado. Esto significa que la forma es importante, aunque no esencial, porque lo esencial tiene que ver con un programa, con un candidato, con un equipo de gobierno eficiente, honesto y dinámico.

Hay un punto que discutiré la próxima semana, relacionado con los debates, y es la llamada “agenda-setting”, donde se analiza cómo los medios informativos influyen sobre las audiencias en los temas considerados de mayor relevancia; “el medio no decide por el público qué es lo que éste tiene que pensar u opinar sobre un hecho”, aunque sí decide cuáles son los planteamientos que van a formar opinión pública, según señala Raquel Rodríguez Díaz en su libro, “Teoría de la agenda setting”. ¿Son los debates parte de esta agenda?, esta es la pregunta.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com