San Nicolás, el obispo protector y defensor de los pueblos

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Los jóvenes deberían preocuparse por garantizar una mejor rentabilidad para sus pensiones, indican expertos en la materia. De ello dependerá su bienestar a futuro. Foto EDH / archivo

Por Por Oscar Rodríguez Blanco, s, d, b.*

2013-12-13 6:02:00

En estos días cercanos a la Navidad, oímos hablar con frecuencia de Santa Claus. Es un personaje que ha cautivado la imaginación de niños y grandes y que se representa vestido de rojo con un famoso gorro paseándose por poblados llenos de nieve, montado en un carruaje tirado por venados, subiendo y bajando chimeneas con sacos de regalos. No hay que confundir este personaje inventado por el comercio, con el verdadero San Nicolás, un obispo muy querido en varios países lleno de amor y simpatía por los niños.

San Nicolás fue un santo, un obispo que se preocupó muchísimo de los pobres. Acostumbraba dar regalos a los niños. Es bueno, que en este tiempo de preparación a la Navidad, recordemos esta figura que la iglesia venera en su liturgia cada 6 de diciembre. En la Edad Media era muy venerado por los cristianos. y sus reliquias se conservan en la Basílica de San Nicolás de Bari, en Italia. En Europa es conocido como “San Nicolás de Bari” y en algunos otros lugares como “San Nicolás de Myra”, por ser el lugar donde falleció. Es el patrono de los marineros, de los niños, de los comerciantes, de los viajeros y muchos más. En Rusia y Gracia se le tiene como Patrono, lo mismo, en Alicante, Lorena y Sicilia.

Cuenta una antigua leyenda que durante una hambruna, el santo pidió que se organizara una flota para llevar granos a un pueblo que sufría de hambre. La flota sobrevivió una terrible tormenta gracias a la bendición del obispo Nicolás. En otra ocasión, este obispo, convenció a unos mercaderes para que entregasen todos los alimentos que tuviesen en la barca. Al llegar a su destino, estos encontraron todos los alimentos en su lugar original. El nombre de Nicolás significa “protector y defensor de los pueblos Es invocado por las personas en los peligros, en los incendios y en los apuros económicos.

Sea acerca la Navidad y en ella queremos celebrar el “amor de Dios entre nosotros”. Hablemos a los niños de este misterio de amor, no confundamos sus mentes. Parece que muchos niños sólo conocen al barbudo Santa Claus del comercio y no al Divino Niño. El nacimiento de Cristo nos habla de amor y cercanía de Dios. Procuremos que nadie se sienta al margen de esta alegría.

Recordemos a los niños la carta que les envió en una ocasión el papa Juan Pablo: “Os escribo acordándome de cuando, hace muchos años, yo era un niño como vosotros. Entonces yo vivía también la atmósfera serena de la Navidad, y al ver brillar la estrella de Belén corría al nacimiento con mis amigos para recordar lo que sucedió en Palestina hace 2000 años. Los niños manifestábamos nuestra alegría ante todo con cantos. ¡Qué bellos y emotivos son los villancicos, que en la tradición de cada pueblo se cantan en torno al nacimiento! ¡Qué profundos sentimientos contienen y, sobre todo, cuánta alegría y ternura expresan hacia el divino Niño venido al mundo en la Nochebuena! También los días que siguen al nacimiento de Jesús son días de fiesta: así, ocho días más tarde, se recuerda que, según la tradición del Antiguo Testamento, se dio un nombre al Niño: llamándole Jesús. Que tengan todos una Feliz Navidad en su hogar”.

Celebremos el amor de Dios entre nosotros y hagamos que nadie se sienta al margen de esta alegría.

*Sacerdote Salesiano.