El respeto de Venezuela y el homenaje a Mandela

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Matías Pasarelli en plena disputa del balón en un encuentro frente a Dragón. Foto EDH/Archivo

Por Por Manuel Hinds*

2013-12-12 6:03:00

Es obvio que los tiranos cubanos y venezolanos entienden que el ser humano tiene un derecho inalienable a la libertad y que ésta incluye el derecho a determinar autónomamente su destino político. Es obvio también que si respetaran esos derechos perderían sus posiciones de tiranos en sus países, ya que su poder se basa no en mecanismos democráticos sino precisamente en el ejercicio de la violencia y la represión, que son la negación de la libertad.

En las sociedades sanas, esta contradicción se resuelve apartando a los tiranos del poder y afirmando el derecho a la libertad y la democracia. En sus países, los tiranos han resuelto la contradicción a través de la hipocresía, hablando como demócratas respetuosos de los derechos individuales pero eliminando estos derechos para imponer y mantener su poder. Como saben que sus motivaciones para ganar ese poder y los medios que emplean para poder ganarlo son ilegítimos, mienten y pretenden que son basados en la democracia cuando en realidad lo están en la lógica descarada del poder personal. Se ven obligados a rendir tributo a lo que no hacen, a lo que ellos mismos niegan para llenar sus ambiciones personales. Decía Oscar Wilde que la hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud.

Los líderes del comunismo y del Socialismo del Siglo XXI no han inventado la hipocresía pero, junto con Hitler y los nazis, la han llevado a su máxima perfección. Esta semana dos de ellos ilustraron en dos ocasiones los extremos hasta donde puede llegar su cínica duplicidad.

En una de estas ocasiones, Raúl Castro elogió a Mandela como “símbolo supremo de dignidad y de consagración inclaudicable a la lucha por la libertad y la justicia; como un profeta de la unidad, la reconciliación y la paz”. El temple de Mandela como líder se forjó en los muchos años en los que pasó prisionero en condiciones similares que las que sufren los Mandelas cubanos, muchos de los cuales ni siquiera han sobrevivido a las condenas impuestas por el mismo Castro, su hermano y sus aliados en el gobierno.

El que Castro honrara a Mandela cuando él mismo ha encarcelado, reprimido y llevado al paredón a muchos mártires de la libertad hubiera sido una muestra de duplicidad en cualquier situación, pero lo es más porque mientras daba su discurso en Sur África, Castro estaba recrudeciendo la represión en Cuba, metiendo a la cárcel a decenas de disidentes para evitar que asistieran a actos de celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos.

La duplicidad de los partidarios del comunismo y el Socialismo del Siglo XXI quedó también en evidencia a través de las declaraciones que hizo Elias Jaua, el canciller venezolano, en relación con una posible normalización de las relaciones de su país con Estados Unidos. “Lo único que exigimos es respeto, respeto a nuestros asuntos internos”, dijo Jaua, añadiendo que si Estados Unidos quiere que las relaciones se normalicen, debe “parar de una vez por todas el financiamiento del gobierno de Estados Unidos a las organizaciones opositoras en Venezuela que tras la fachada de organizaciones no gubernamentales son organizaciones opositoras al gobierno”.

Estas declaraciones son extraordinarias por su cinismo, ya que Venezuela interviene con gran desfachatez en los asuntos internos de muchos otros países, financiando y ayudando no a organizaciones no gubernamentales sino a partidos políticos que incorporan a sus actividades una servil obediencia al gobierno venezolano. Las actividades de las empresas de Alba en El Salvador representan un ejemplo clarísimo de este tipo de intervención.

Es inútil hacerle ver al hipócrita su duplicidad, ya que la hipocresía es por definición un acto consciente. Lo que sí es posible es hacer ver la hipocresía a la gente que es potencialmente víctima de ella para que no se deje engañar y entienda que esa retórica de Castro y de los líderes venezolanos sobre la libertad es sólo uno de los instrumentos que ellos usan para ganar legitimidad mientras la destruyen.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.