La realidad y la retórica

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El jugador de Arsenal, Theo Walcott, segundo desde la derecha, anota un gol contra West Ham. Foto EDH / AP

Por Por Manuel Hinds*

2013-12-26 6:03:00

Se ha vuelto lugar común hablar en contra de la democracia, la libertad y el capitalismo como conceptos obsoletos que en vez de llevar al progreso llevan a la desigualdad, la pobreza y el estancamiento, cuando han sido precisamente los regímenes que han negado la democracia en el nombre de lograr la igualdad y el progreso los que han llevado a la pobreza, el estancamiento y la negación de los derechos más elementales.

El contraste entre la Alemania y la Corea democráticas y capitalistas con sus otras mitades comunistas ha demostrado espectacularmente cómo con la misma gente el capitalismo lleva al progreso mientras que el comunismo lleva al atraso y el subdesarrollo. La misma diferencia se vio entre los chinos de la China continental y Taiwán hasta que los primeros decidieron liberar su economía convirtiéndola al capitalismo. Esta conversión disparó el así llamado milagro chino. Las mismas diferencias fueron evidentes entre la capitalista Europa occidental y la comunista Europa oriental. En Latinoamérica el comunismo y su asociado Socialismo del Siglo XXI han destruido dos de las sociedades más ricas de la región, Cuba y Venezuela.

Recientemente, Alemania misma ha vuelto a ser un ejemplo. Después de liderar la recuperación de la postguerra, el país se había estancado y sufría de un endémicamente alto desempleo. En los últimos años, sin embargo, Alemania ha sido una excepción en Europa en términos de alto crecimiento y bajo desempleo. La diferencia la hicieron las reformas que liberalizaron la economía alemana en los últimos años del Siglo XX y los primeros del XXI.

Las comparaciones han seguido favoreciendo a las economías más liberales en los últimos años. El Reino Unido eligió en 2010 un gobierno conservador que realizó una serie de reformas liberales que, como es de esperarse, fueron recibidas con pronósticos de fracaso porque iban en contra de los prejuicios existentes. Como las reformas redujeron tanto el gasto gubernamental como el déficit fiscal, los pesimistas predijeron que la economía iba a estancarse, que los servicios públicos iban a colapsar especialmente para los pobres y que como consecuencia habría más crímenes y menos seguridad social.

Los pesimistas se equivocaron. La economía está creciendo más que lo esperado. La calidad de los servicios públicos ha aumentado (la salud, educación, transporte público y varios otros), aunque los presupuestos de gastos se han disminuido; los ingresos a las universidades están en cifras récord, especialmente para los pobres; la recaudación del impuesto sobre la renta, que muchos esperaron que caería porque su tasa máxima se redujo de 50 a 45 por ciento, aumentó sustancialmente, particularmente entre el uno por ciento más rico de la población, que ahora paga el 30 por ciento de todos los impuestos contra el 25 por ciento que pagaba en 2009; el empleo ha aumentado de 29 a 30 millones, y el porcentaje de jóvenes entre 16 y 24 años que reportan consumo de drogas ha bajado de 23 a 16 por ciento y el crimen de 4.7 millones reportados en 2009 a 3.7 reportados en 2013 (cifras compiladas por The Spectator).

En Francia las reformas fueron en el sentido contrario de las que se dieron en Alemania y en Gran Bretaña. El nuevo gobierno de Francois Hollande, electo en 2012, subió los impuestos drásticamente e instituyó una retórica anti-capitalista como su estilo de gobierno. Mientras que las economías alemana y británica están creciendo mejor que lo anticipado, con sus indicadores sociales mejorando, la economía francesa se ha estancado principalmente en su capacidad de generar empleo. El desempleo en Francia es de 10.9 por ciento y creciendo, mientras que el del Reino Unido es de 7.7 por ciento y decreciendo, y el de Alemania es de 5.6 por ciento y estable.

En El Salvador mismo, ha sido en los gobiernos populistas que el país ha dejado de crecer y que la pobreza ha aumentado.

En las elecciones, el pueblo salvadoreño tiene que estar consciente de estas experiencias y recordar que las cosas que no han funcionado ni aquí en nuestro pasado ni en otras partes del mundo tampoco van a funcionar aquí y ahora.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.