Opinando en El Salvador

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El proceso judicial está siendo llevado a cabo en un Juzgado Antifamia de San salvador. Foto EDH / Archivo

Por Por Carlos Ponce*

2013-12-10 6:01:00

La semana pasada publiqué un artículo sobre las restricciones establecidas en las leyes que prohíben develar información de investigaciones penales. Expliqué que fugar datos sensibles conlleva consecuencias negativas para la indagación, persecución y castigo de los presuntos imputados. Exponer procesos a éstas, argumenté, sugiere que los funcionarios que dan a conocer datos críticos sobre casos complejos, están interesados únicamente en su impacto sobre la opinión pública, no les importa afectar las probabilidades de éxito de la persecución de los hechos y actúan en función de intereses muy alejados de los de la ciudadanía.

Dejé claro, además, que es de suma importancia que todos conozcamos los detalles de casos como los que recientemente han estado en la palestra pública, pero nunca en detrimento de su investigación y persecución. Esto no significa que sugiero que jamás se conozcan sus particularidades, sino que existen momentos dentro del proceso en que hacer público los detalles no disminuye las probabilidades de castigar a los criminales.

Los funcionarios que están al frente de agencias policiales y fiscales de primer nivel en las democracias más desarrolladas, comprenden muy bien esta premisa y, por tanto, se mantienen firmes ante la insistencia de los medios de comunicación y, con la seriedad, compromiso y responsabilidad que merecen los cargos que ostentan, disciplinadamente declinan comentar en relación a las particularidades de casos delicados y sensibles. Existe un infinito número de ejemplos en que funcionarios públicos admirables han demostrado al mundo cómo la justicia y el orden deben de estar siempre sobre la curiosidad morbosa y los intereses mezquinos de unos pocos.

Esta posición propició una cadena ataques en la red social Twitter, ejecutada por el usual ejército de cuentas que, para aumentar la resonancia de sus insultos, utilizan un servicio digital llamado Botize, que permite a sus usuarios crear robots en la tuitósfera y automatizar así el envío y renvío de tuíts. La mayoría de mensajes publicados desde esas cuentas son de naturaleza política, con una clara tendencia de izquierda radical. Sin embargo, también publican mensajes que no están relacionados a la política salvadoreña, sólo que a través de Tweeterfeed, un servicio que mantiene activas cuentas en Twitter extrayendo de forma automatizada información de sitios con suscripciones RSS y, posteriormente, publicándola como tuíts.

Tampoco faltaron insultos de tuiteros que aparentemente eran de carne y hueso, aunque en menor proporción. La carga de agravios y descalificaciones, fue igual de vulgar y burda. Los que se dedican a este tipo de práctica parecen no haberse dado cuenta que por más fuerte que traten de gritar, su forma de proceder no resuelve problemas de interés nacional, tampoco logra imponer premisas o puntos de vista sobre la contraparte, pero sí promueve la intolerancia ante posiciones contrarias.

Hay muchos que se aferran a este tipo de prácticas, algunas personas de forma abierta y otras a conveniencia. Hay quienes, por ejemplo, por las opiniones vertidas en este espacio me califican como “adversario”, sugiriendo que estamos en algún tipo de competencia o lucha por tener opiniones, posturas y lecturas opuestas. Expresando mi opinión me he ganado insultos y descalificaciones cobardes.

Mi intención no es quejarme de este tipo de prácticas, ya que es un mal al que me expuse voluntariamente cuando decidí aceptar la invitación de escribir para este periódico. Desde un inicio tenía claro que es una táctica de amplio uso y que reaccionar ante ella desvía la atención del tema principal. No obstante, quiero aprovechar la situación para animar a más personas a que opinen sin reservas, pero con respeto. Entre más opiniones serias y diversas existan, menos espacio hay para esta forma de abordar la disidencia. Estoy convencido que en el futuro esas prácticas se irán desvaneciendo en un triste recuerdo de la forma arcaica y primitiva en que pequeños grupos de personas trataban de manipular la opinión pública en favor de sus intereses.

*Criminólogo

@cponce_sv