¡Zapatero, a tus zapatos!

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Por Por Luis Fernández Cuervo*

2013-11-17 5:00:00

Creo que fue el pintor Apeles de la Grecia clásica quien recibió una crítica de un zapatero sobre cómo había pintado el calzado de un personaje de uno de sus cuadros. Apeles aceptó la crítica y corrigió ese defecto. El zapatero animado por la buena acogida que encontró su consejo en el escultor, se animó a darle también su opinión crítica sobre otros aspectos de la pintura. Entonces, Apeles, molesto con tanto consejo impertinente, le gritó: ¡Zapatero, a tus zapatos!

Cada vez que leo a Carlos Alberto Montaner hablando sobre religión o sobre la Iglesia Católica me entran ganas de ponerle en su sitio como Apeles al zapatero. Montaner siempre que habla de Dios, de la Iglesia o de la fe cristiana demuestra gran ignorancia y una mayor arrogancia. Habla de lo que no entiende. Su visión es política, rastrera, ciega para lo espiritual. Comentaré sólo algunas de sus ideas.

1.- “La Iglesia en manos de Francisco”.- La Iglesia no está manos de este papa ni de ninguno otro: está en manos del Espíritu Santo; si no, hace tiempo que habría desaparecido.

2.- “Francisco va a preguntarles su opinión a los católicos de a pie, probablemente para fortalecer sus propias opiniones”. Ni este papa, ni ningún otro, gobiernan por encuestas ni por opiniones, incluyendo las propias. Son hombres de Fe que quieren hacer la voluntad de Dios, no la propia. Obedecen a Dios. No son reyes o dictadores absolutos. Quieren su salvación eterna y saben que Dios les pedirá seria cuenta de sus acciones. Por lo tanto, antes de decidir sobre cosas importantes, consultan con sus consejeros, lo meditan en la presencia de Dios y después deciden teniendo en cuenta que su decisión esté de acuerdo con los tres cimientos de la Iglesia Católica: La Biblia, la Tradición eclesiástica y el anterior Magisterio de la Iglesia. Por eso cuando a Juan Pablo II le dieron la lata con lo de ordenación de mujeres, al final no dijo: “no quiero”, sino algo más profundo: “no puedo” y lo dijo en un documento especial que, como comentó no hace mucho Francisco, dejó zanjado el asunto. O sea, no hay ninguna base evangélica, ni tradicional, ni de magisterio de anteriores papas y/o concilios para pensar que Dios quiere la ordenación sacerdotal de mujeres. Otra cosa es que el papel de las mujeres dentro de la Iglesia puede y deba desarrollarse más.

3.- La mujer cristiana tuvo un papel muy importante en el primitivo cristianismo y mucho más en la calumniada y católica Edad Media. Montaner debería leer el prestigio y poder espiritual, por ejemplo, de Santa Catalina de Siena, Santa Brígida, o Santa Hildegarda de Bingen, hablando de tú a tú a papas y obispos. También el poder espiritual de las abadesas del monasterio de las Huelgas, en Burgos, sobre reyes y obispos. Con el Renacimiento se revivió y puso de moda el Derecho Romano y con él perdieron sus derechos civiles las mujeres, porque en ese derecho las mujeres no eran nada.

4.- El celibato sacerdotal no es un dogma. Podría volverse a los sacerdotes casados pero dudo que Francisco lo haga porque hay experiencia católica, de la iglesia ortodoxa y de la anglicana –contra la ilustre opinión de Montaner– de que no sería un avance sino un retroceso. La castidad total es un problema de amor a Dios, de santidad. A los santos y a las santas no les pesa, sino que es una de sus coronas de gloria.

5.- Lutero no hizo una reforma de la iglesia sino una rebeldía y un desastre. Entre otras cosas una destrucción de miles de obras de arte religioso, y una interpretación subjetiva, parcial y acomodaticia de la Biblia. La crisis actual del luteranismo es sólo un poco mejor que la de la iglesia anglicana, que, al ordenar mujeres, sólo ha conseguido que silenciosamente muchos anglicanos emigren hacia la Iglesia Católica.

*Dr. en Medicina.

Columnista de El Diario de Hoy.

luchofcuervo@gmail.com