Parálisis en Washington

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Por Por Eduardo Torres*

2013-10-05 11:14:00

La paralización de actividades “no esenciales” del Gobierno Federal de los Estados Unidos no es asunto baladí y tiene el potencial de llegar a ser catastrófica si no se llega a un acuerdo hacia la mitad de este mes. Refleja, tal como lo puso “The Economist”, hasta dónde ha llegado la polarización entre los partidos Demócrata y Republicano, el cual llevaría las de perder en términos de opinión pública. Dos temas son los que están en discusión en este momento: la reforma de salud (Obamacare) y la gigantesca deuda que acumula Estados Unidos.

Obamacare tiene un principio de solidaridad por el que en teoría nadie, ni conceptual ni políticamente, debería estar en contra: que todos los ciudadanos puedan tener seguro médico y que las compañías aseguradoras no puedan excluir por enfermedad preexistente, o que les cobren más por esa causa. El diablo, como se dice, suele estar en los detalles y en la práctica la ejecución de la reforma de Salud, principal logro de la Administración Obama en el ámbito doméstico, pone en riesgo puestos de trabajo, empresas y empresarios por la sencilla razón de que alguien tiene que pagar la cuenta de que todos tengan seguro médico.

Los republicanos tenían la opción de apretar con lo de la deuda y buscar revertir Obamacare sin meterle zancadilla tras su entrada en vigencia, o como se hace en cualquier democracia, intentando ganar el Senado y/o la Casa Blanca en las próximas elecciones, pero la fuerte influencia del “Tea Party” en sus filas les ha llevado a entrampar a Washington D.C. de esta forma, aun con las advertencias de influyentes republicanos. Por destellos de brillantez que pueda haber tenido Ted Cruz, de Texas, graduado de Princeton y de Harvard, durante sus veintitantas horas en el pleno de la Cámara Alta utilizando la maniobra parlamentaria “filibuster”, el Senado permaneció incólume ya que ahí los demócratas tienen mayoría.

Sintiendo oportunidad política el presidente Obama se ha dejado ir de forma directa contra el presidente de la Casa de Representantes, el republicano John Boehner (“Speaker of the House”), al sentir que éste se encuentra acorralado entre el ala más conservadora vinculada al “Tea Party”, que ve la negociación en este tema como síntoma de debilidad, y el ala más tradicional republicana que advierte el daño que está recibiendo el partido al que perteneció Lincoln. Creo que los últimos tienen una posición más sensata y en política, igual que en la vida, debe haber posiciones sensatas. Lo peor está por llegar si no hay acuerdo.

Estados Unidos es y seguirá siendo la primera economía en el mundo, pero acumula mucha deuda y de no subírsele a esta el techo por ambas cámaras del Congreso la superpotencia podría llegar a un “default” en sus pagos a mitad de mes. Y ello, advierten los expertos, sí que tendría repercusión global, de características que podrían ser similares a las de 2008, cuando el mundo entró en su peor recesión en ochenta años. El republicano Boehner ha dicho que ello no sucederá, que la Casa de Representantes, bajo control republicano, encontrará la forma de evitar llegar al “default”, pero los demócratas dicen que no negocian con pistola apuntándoles a la cabeza y que Obamacare no es negociable para ellos.

El mundo, mientras tanto, permanece expectante, consciente del catastrófico escenario que podría llegar a derivarse. Esperemos que no sea así.