Extorsión, verdugo de la microempresa

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La Selecta mayor volvería al ruedo después de más de tres meses de inactividad. Foto EDH/Archivo

Por Por José Roberto Miranda A.*

2013-10-03 6:02:00

Uno de los motores más importantes de la economía en El Salvador se encuentra claramente ubicado en las microempresas. Son más de 600,000 que representan más del 90 % del universo empresarial y emplean a más del 65 % de la población económicamente activa. Acá están todos los emprendedores que por medio de su negocio generan buena parte de la actividad comercial que mantiene vivo al país. Las microempresas representan la fuente de ingresos para la mayoría de salvadoreños que lucha día a día por salir adelante. Son negocios pequeños que emplean desde una hasta diez personas, como por ejemplo tiendas, talleres, abarroterías, comedores, panaderías, comerciales y otros más que vemos en gran cantidad en todos los municipios del país.

Los estudios revelan que más del 70 % de este sector está siendo extorsionado, totalizando millones de dólares anuales la suma que pagan los empresarios en este rubro. Tristemente esta práctica no es nueva, viene de hace varios años atrás, pero lastimosamente ha empeorado dramáticamente en los últimos años, donde el actual gobierno ha hecho muy poco para reprimir este verdugo que azota el desarrollo de las micro y pequeñas empresas. El pago de las extorsiones oscila entre cinco, diez, quince dólares diarios hasta llegar a montos aún mayores que hacen imposible que los negocios puedan mantenerse. Éstos deben pagar proveedores, empleados, alquiler, créditos con instituciones microfinancieras o con prestamistas, y obviamente el pago de la alimentación, estudio y techo de sus familias.

Es difícil creer que en los centros penitenciarios los reclusos tengan celulares, cargadores, acceso a Internet y toda la tecnología necesaria para operar a sus anchas. Cada vez que la policía hace alguna requisa, pareciera que salen de un “call center móvil” con todo lo que encuentran. Hay zonas específicas en varios municipios del país que son tierra de nadie, ahí el lema que impera y que se debe de seguir al pie de la letra es: ver, oír y callar. Esta es la dura realidad que mucha gente está viviendo y que el huésped de casa presidencial no quiere aceptar. No es justo que la mayoría de buenos ciudadanos productivos estén a merced de unos pocos que siguen sembrando zozobra y desgracia en el país.

Es imperativo que el próximo gobierno tenga la capacidad para implementar una solución integral a la delincuencia que vive el país. El próximo presidente será el llamado a liderar una cruzada que involucre a todos los sectores vivos para que en un esfuerzo de nación se aborde este flagelo. Y es que para que el país pueda salir adelante, este problema que es transversal a todo el sector productivo debe de ser resuelto. Si no hay seguridad en el país, no puede haber productividad, crecimiento, ni empleos. Se está socavando la base de la pirámide económica y social del país, y si este segmento no logra salir adelante, el país entero no saldrá tampoco.

Ahora es cuando los cinco candidatos presidenciales deben presentar su plan de seguridad pública y explicar cómo resolverán el problema número uno del país. Uno de ellos que pertenece a un partido pequeño ha dicho públicamente y con mucha convicción que si no cumple su promesa de reducción de la delincuencia, que lo fusilen.

Verdad o no, ojalá los otros candidatos lo tomen como referencia y comenten hasta dónde llega el compromiso de ellos. Lo cierto es que más que planes y presentaciones magistrales, lo que se quiere del futuro mandatario es voluntad, determinación y coraje para resolver este grave problema. Con eso, lo demás vendrá por añadidura.

*Colaborador de El Diario de Hoy

@jrmirandasv