La permisividad penitenciaria y el problema delictual invisible

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Por Por Carlos Ponce*

2013-10-29 6:02:00

Esta semana, El Diario de Hoy publicó un reportaje sobre el alarmante contenido de una llamada originada desde el centro penitenciario de Ciudad Barrios, que fue interceptada por autoridades salvadoreñas. Según la nota periodística, durante la llamada múltiple en la que participaban varios pandilleros en conferencia, un cabecilla de la MS-13 apodado “El Cobra” y recluido en el presidio antes mencionado, ordenó a sus subalternos asesinar a un hombre.

El reportaje explica que además de la letal instrucción, “El Cobra”, quien está recluido en el mismo penal controlado por los principales mandos de su organización –trasladados allí desde la cárcel de máxima seguridad en marzo del 2012, en el marco de la negociación entre el Estado y las pandillas– revela información que expone el verdadero contexto bajo el que opera la mal llamada “tregua” y lo que la oscura iniciativa gubernamental en realidad implica.

Los personajes reclutados por el Gobierno para justificar, defender y vender públicamente todas las acciones que orbitan alrededor de “la tregua”, han utilizado la reducción en la cantidad de homicidios registrados después de marzo 2012 como estribillo de batalla durante sus intervenciones en diferentes espacios. Muchos, incluyendo al mismo director del Instituto de Medicina Legal, doctor José Miguel Fortín, hemos cuestionado la exactitud de las cifras oficiales y sugerido que existe una fuerte probabilidad que la disminución en los asesinatos reportados esté asociada directamente con un aumento en la cantidad de personas desaparecidas y cementerios clandestinos. Durante la llamada intervenida por las autoridades, “El Cobra” confirma esta hipótesis, ya que revela que “todas las clicas andan matando… pero andan enterrando a la gente. Nadie mira”.

Los promotores y defensores de “la tregua” también aseguran que no existe un intercambio de beneficios entre el Gobierno y las pandillas. Las autoridades además aseguran que continúan velando por el cumplimiento de las leyes y persiguiendo a quienes las violan, tanto adentro como afuera del sistema penitenciario. La llamada de “El Cobra”, no obstante, pinta otra realidad. Dicho cabecilla, durante la llamada interceptada, trata de justificar que “El Scarface”, pandillero recluido en una prisión estadounidense, no le contestó el teléfono cuando trató de contactarlo, ya que los presidios norteamericanos son estrictos y solo pueden usan los teléfonos cuando los sacan a levantar pesas, diferente a El Salvador en donde, según cuenta “El Cobra”, los pandilleros andan por la penitenciaria con el teléfono celular en la mano, sin esconderlo.

Esta permisividad de las autoridades penitenciarias ha sido un componente clave de la negociación entre el Estado y la estructura de mando pandillera, ya que asegura que los cabecillas tengan la capacidad de hacer que sus subordinados cumplan lo pactado. Además de facilitar los mecanismos de control a los mandos de las pandillas, esto les ha abierto los canales de comunicación para ordenar, planificar, coordinar y ejecutar delitos desde los presidios.

La extorsión, delito identificado como uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico en el país, se ha agudizado como consecuencia de la permisividad dentro de los centros penales. Sin embargo, la falta de confianza generada por el vínculo entre el Gobierno y estructuras criminales, ha propiciado una menor disposición a denunciar. Similarmente, la nueva modalidad de operación de las pandillas descrita por “El Cobra”, en donde entierran a sus víctimas para que no se reflejen en las estadísticas criminales, ha hecho que el homicidio, en el caso de El Salvador, ya no sea un indicador confiable para dimensionar el nivel de criminalidad violenta.

Gracias al pacto entre las autoridades y los cabecillas pandilleros, la verdadera magnitud y complejidad de la crisis delictual se ha logrado esconder. A medida el espejismo de “la tregua” se desvanezca, se irán conociendo detalles como éstos, que ayudarán a dimensionar y comprender el monstruo creado por funcionarios y ciudadanos irresponsables y mezquinos.

*Criminólogo

@cponce_sv