Entrevista al papa Francisco: hombre, jesuita y sacerdote

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elsalvador.com

Por Por Ricardo Chacón *

2013-09-21 6:04:00

Tres hechos: uno, en seis horas divididas en tres días, el sacerdote jesuita, Director de La Civita Cattolica, Antonio Spadaro, entrevistó al papa Francisco, jesuita, de origen argentino, que tiene conmocionada a la opinión pública mundial por impulsar vientos de reformas en la Iglesia Católica; dos, la entrevista, que más bien se trata de una conversación, como lo dice el mismo Spadaro, muestra a un Papa, entre otras consideraciones, como un hombre, un creyente, un jesuita quien se reconoce no sólo pecador sino también amante del arte, y tres, los temas que abordó en el diálogo revelan a un Papa que trata de darle seguimiento al Evangelio de Jesús, cuidando que la Iglesia dé respuesta a los problemas más acuciantes de la gente y dejar de lado la burocracia y la grandilocuencia, pero sin tocar ni un ápice lo fundamental, lo esencial, de la doctrina.

Al menos cinco grandes temáticas se traslucen en la plática: uno, ¿quién es Bergoglio? “Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos”; dos, el estilo de gobierno, donde juega un papel preponderante la consulta, para luego tomar una decisión; tres, la curia y la Iglesia deben cambiar de actitud, ser mucho más mediadores y menos burocráticos; cuatro, las mujeres deben participar, incluso en los niveles de decisión de la Iglesia, y cinco, el acercamiento a las personas, y con ello, la modificación de la óptica del trabajo de la Iglesia, mucho más cercana al creyente, siguiendo a Jesús, lo que implica entender de otra manera, lo que el Papa llama, “un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre el peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio”.

El Papa habla con naturalidad sobre este último punto y dice con la sencillez de un pastor más que de un teólogo versado: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia, hoy, es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas…Y hay que comenzar por lo más elemental”.

En otro momento de la conversación, recogida en la revista “Razón y Fe” (http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf) y simultáneamente en unas quince o dieciséis publicaciones jesuíticas, el Papa dice: “El confesionario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos. Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?” ….en ese contexto, Francisco (y esto es de los puntos que más ha impactado a la opinión internacional) agrega: “No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible”.

Francisco, tal como lo señala Spadaro, es el primer Papa que proviene de una orden religiosa, de la Compañía de Jesús. En este sentido, no solamente reflexiona sobre el papel de los religiosos en la Iglesia actual, sino que además decanta, al menos, un par de elementos jesuíticos en su labor al frente de la Iglesia, por un lado, el discernimiento, como arma espiritual, “un instrumento de lucha para conocer mejor al Señor y seguirlo más de cerca”, método de trabajo que no es más que una forma espiritual de ver la realidad, tomando decisiones sobre lo que más se acerca al seguimiento de Jesús. Y, por otro lado, laborar en las fronteras, como siempre lo han hecho los jesuitas; esto es, estar en las posiciones más difíciles y complicadas para dar luz desde la fe.

“Domesticar las fronteras significa limitarse a hablar desde una posición de lejanía, encerrarse en los laboratorios, que son cosas útiles. Pero la reflexión, para nosotros, debe partir de la experiencia”. Esto explica que el Papa viva en un apartamento simple, austero en Santa Marta y que trate de vivir los cambios que quiere hacer en la Iglesia.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com