Roger murió en el país de los “vivos”

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Familiares participan ayer en la mañana en el velorio de Lorena Michelle, en Atiquizaya. Foto EDH / Roberto Díaz Zambrano

Por Por Rafael Maida*

2013-09-22 6:02:00

Le conocí muy brevemente en el plano profesional, consultor financiero, de trato suave, generoso con sus conocimientos, comprometido con su trabajo y supongo muchas cualidades más como ser humano, padre y esposo. Ganándose el pan para su familia, de manera legítima, justa y honrada, es víctima de la delincuencia y es asesinado por individuos que han optado por una manera más “viva” de ganarse la vida.

Buscar la “cachada”, comprar lo pirateado, copiar en el examen, sobornar al funcionario, traicionar al ser querido, ser desleal con la empresa, “alivianarse” con el puesto o el cargo, delinquir en general, son conductas celebrables para los “vivos”, pero tienen un altísimo costo para la sociedad y el país. Los “vivos” están hasta en las mejores familias, el problema es que cada vez son más, se esconden menos, te miran a los ojos y se “normaliza” su existencia.

Al analizar el problema concluyo que una causa importante es la ausencia de consecuencias, primero tenemos que rescatar la institucionalidad y estoy convencido de que no basta, habrá que hacer más, con la educación y la economía.

Por ahora, para bien o para mal, tenemos un gobierno en turno que debe resolver y asegurar condiciones de vida básicas en el país, necesitamos, urge, que los órganos del Estado y el Gobierno funcionen. Son pocas las gestiones consideradas efectivas, por no decir ninguna. Ni el Ejecutivo, con su prepotencia, confrontación y justificadera; ni el Legislativo, con sus oportunistas incompetentes enquistados y acostumbrados a los amaños; ni el Judicial, que en todo su conjunto es la contradicción a su lema de “Pronta y cumplida justicia”, y por si fuera poco, la Corte de Cuentas de la República, tímida, incompetente o politizada, en realidad no importa, al fin inoperante y cómplice.

Comencemos por exigir transparencia, tenemos derecho a saber cómo se gastan los impuestos. ¿Cuánto gasta el señor Presidente y su señora en viajes?¿Por qué las compras del Estado son dos o tres veces más caras que en el mercado? ¿Por qué las denuncias por fraude al Estado de los gobiernos anteriores no han caminado en la Fiscalía?

Además demandar INSTITUCIONALIDAD. No podemos aceptar como normal, lo anormal, no puede ser que nuestra vida esté acompañada por el desorden, la corrupción, la violencia, el atraco, la extorsión, como si esto fuera el “aire que respiramos”. Las instituciones están politizadas y los partidos políticos no escuchan, ni proponen soluciones a nuestras necesidades como salvadoreños; en términos generales, cada partido representa y vela por intereses muy particulares, sin importar si acaba con el país o nos deja en la miseria. Son iguales, con diferentes banderas y “dueños”.

Salvadoreños, compañeros de infortunio político histórico –los que estamos comprometidos con este terruño porque será el de nuestros hijos y nietos–, no dejemos nuestro país a merced de mezquinos intereses, de vendepatrias o de lacras humanas. Pronunciémonos por todos los medios posibles, demos a la clase política la valoración que merecen, no nos ceguemos a la batalla ideológica, evaluemos hechos, logros y transparencia. Estemos vigilantes, queremos políticos de carrera, competentes y con vocación de servicio. Hagamos un juicio público de sus actos, si las instituciones no funcionan, que funcionen la redes sociales y aquellos espacios que promuevan la auténtica libertad de expresión para generar opinión.

Sueño un país diferente, quiero un país que atraiga extranjeros, turistas o inversionistas, que nos integre al mundo. Aspiro un país que no exporte a sus hijos y ver revitalizado y perpetuado el concepto de que los salvadoreños somos trabajadores y que es el país de la eterna sonrisa.

Estimado Roger, viniste a trabajar y dejar un legado, nunca pensaste en morir aquí. En nombre de mis compatriotas, con inmenso dolor y vergüenza, te pido disculpas. Sé que no podemos remediar la pérdida y el dolor a tu esposa Milagros, ni a tus hijos Roger y Francisco, daría lo que fuera por hacerlo, pero sí quisiera que este suceso marcara nuestra historia como aquel que, sumado a muchos más, despertó a un país cansado de impunidad, indolencia e incapacidad. Descansa en paz peruano amigo.

*Colaborador de El Diario de Hoy.