Aspirando a una cultura de excelencia

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Por Por Fernando Poma*

2013-08-12 6:01:00

De niño, siempre trataba de justificar mis travesuras con el hecho de que algún hermano o amigo me habían convencido de hacerlas. Mis padres solían responderme con una de dos frases: “¿Y lo que hace el mico hace el mono?, o ¿y si tu hermano se tira a un barranco, te tirarías tú también?”. Y aunque ellos consideraban sus respuestas graciosas, en el fondo, aprendí que tenían razón. Aunque por mucho tiempo no estaba consciente de este hecho, la mayoría de mis actividades, actitudes, pensamientos y sentimientos, han sido producto del condicionamiento e influencias a los que he estado expuesto. Esto, me atrevo a decir, con rara excepción, nos pasa a todos. Sin darnos cuenta, actuamos en función de nuestro entorno y sociedad.

Pensando en El Salvador y siguiendo con esta línea, veo con preocupación que, hoy en día, en lugar de tener una cultura que nos provoque a aspirar a la excelencia, muchos de nosotros nos resignamos a aceptar simplemente “lo menos peor”. Arrastrados todos los días por las olas del conformismo, y con tantas influencias que nos convencen que esto es “normal”, se nos olvida con frecuencia reflexionar y preguntarnos si esto es realmente lo que queremos.

Es cierto que nuestro país se caracteriza por estar sumamente polarizado, con enfrentamientos ideológicos y resentimientos profundos, que no nos permiten llegar a posiciones compartidas. Para mejorar nuestra sociedad, no necesitamos dividir al país entre buenos y malos, amigos y enemigos, sino superar esta barrera destructiva y lograr un entendimiento mutuo para el bienestar de todos.

Me pregunto con frecuencia si podemos entre todos trabajar para mejorar las condiciones de nuestro país. Estoy convencido de que para lograr esto requerimos de un cambio cultural. Necesitamos aspirar a la excelencia, ponernos metas altas, ser proactivos, tomar las decisiones acertadas y no aceptar las ideas preconcebidas de otros. Tenemos que buscar un mayor involucramiento y participación por parte de todos los ciudadanos, expresarnos con firmeza y exigir más. Al final, se trata de nuestro país. Tenemos la capacidad para hacer realidad nuestras aspiraciones por una mejor sociedad, más justa, más libre, más armónica. Después de todo, los salvadoreños nos hemos caracterizado por ser un pueblo lleno de fe; somos trabajadores, alegres, solidarios, luchadores y siempre estamos viendo hacia adelante. Hemos enfrentado inundaciones, terremotos y hasta guerras.

¿Y en la práctica, qué hacemos? Tenemos muchas oportunidades. Como un primer ejemplo, independientemente de nuestra ideología política, escojamos buenos líderes a través de los mecanismos que nos permite la democracia. Optemos por gente íntegra, con una trayectoria demostrada y con capacidad de ejecución. No nos dejemos llevar puramente por popularidad; busquemos personas con propuestas claras y lógicas, enfocadas en las necesidades del país, más pragmáticas que ideológicas. Apoyemos a personas comprometidas a utilizar los fondos del Estado de manera eficiente y exclusivamente para el beneficio de los ciudadanos a quienes representan, a través de la ejecución eficaz de iniciativas productivas. Respaldemos a gente motivada por ayudar al país y no por razones personales, ni ansias de poder; a personas seguras de sí mismas y sin temor de rodearse de gente verdaderamente capaz. Seleccionemos a quienes prefieran su Patria a su ideología política, que sepan lo que funciona y lo que no, y que no tengan temor de copiar una buena idea que tenga mérito. Necesitamos gente que, con humildad, recuerde que labora como representantes y por el beneficio de todos los ciudadanos, que sus cargos son temporales y que periódicamente y con información fidedigna deben rendir cuentas. Elijamos a personas que protejan a capa y espada la institucionalidad de la nación y que hayan realizado acciones congruentes con ese fin.

Como un segundo ejemplo, pudiéramos trabajar para garantizar un Estado de Derecho pleno. Entre otras cosas, las instituciones clave como el Tribunal Supremo Electoral, la Corte de Cuentas y la Corte Suprema de Justicia, no deberían ser dirigidas por miembros de partidos políticos y con fines partidarios, sino ser independientes y responder únicamente a los ciudadanos. Trabajemos por “despartidizar” y fortalecer estas instituciones, promover que se cumplan las leyes, y generar los pesos y contrapesos necesarios para que realmente funcione nuestra democracia.

Como tercer ejemplo, pudiéramos trabajar y presionar para eliminar la excesiva burocracia gubernamental, que hoy en día es uno de los factores que impide un crecimiento económico aceptable. Parecen incongruentes los esfuerzos que hacemos para traer inversiones de países lejanos, cuando en nuestras propias instituciones tenemos más de US$ 500 millones de proyectos estancados en los diferentes procesos de tramitología. Para nuestro país, que está creciendo a menos del 2%, esto podría contribuir positivamente a generar miles de nuevos empleos. Debemos facilitar la inversión que está ya a nuestro alcance, fijando tiempos razonables, reduciendo trámites y logrando una mayor integración entre las instituciones que participan en este proceso.

Como cuarto ejemplo, pudiéramos apoyar iniciativas que contribuyan a generar seguridad ciudadana, ya que sin seguridad no hay libertad. Si una niña de trece años no puede caminar veinte minutos a su escuela, por temor a que la vayan a asaltar, secuestrar, violar o incluso matar, no existe tal libertad.

También ameritan mucha atención varias otras prioridades vitales, tal como la reducción de la pobreza a través de una reactivación de la economía, generación de empleo y el mejoramiento del acceso y calidad de la educación y la salud. Creo que los principales problemas del país los conocemos todos y no los voy a repetir aquí ahora. Los temas anteriormente mencionados son importantes para mí. ¿Cuáles son importantes para ti y en qué cosas quieres y puedes involucrarte? ¿En qué áreas puedes tener algún tipo de injerencia? Te invito a que no nos quedemos con los brazos cruzados. Creo que podemos aspirar a más.

*Empresario.