Las lecciones que nos deja Waldemar

Con conocimiento de causa. Ciertamente el caso de Waldemar es conmovedor y nos deja grandes lecciones, pero la vida continúa y debe servirnos para recordar siempre que los problemas del país son inmensos y que si no sabemos exigir que se resuelvan, habrá muchas más Beatrices con cuyas dolencias se juegue por intereses oscuros, y muchos Waldemares más abandonados a su suerte.

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Por primera vez, Interpol realiza una operación antidrogas coordinada de la oficina regional de San Salvador. Foto EDH / Interpol

Por Por Mario González*

2013-07-14 8:00:00

Un niño de apenas cuatro años, Waldemar, nos deja a los salvadoreños un sentido reclamo y una profunda enseñanza sobre lo que no se debe hacer en materia de salud pública.

Bien recuerdo cuando las autoridades sanitarias, aparentemente más preocupadas en empujar el aborto de Beatriz, dijeron en mayo que Waldemar no necesitaba de un transplante de intestino en el exterior. Un mes después dijeron que sí y por último, la semana anterior, a marchas forzadas tuvieron que revelar que el niño tiene “muerte cerebral”.

Creo que más de alguien en Salud y en el Gobierno en adelante no podrá dormir tranquilo, por el cargo de no haber hecho lo suficiente por este infante, por más que traten de desviar la atención echándole la culpa sólo a los padres por el descuido o que intenten callarnos diciendo que no sabemos de medicina.

Ciertamente hubo un descuido familiar y un accidente, pero se pudo haber remediado si se hubiera actuado con mayor diligencia o si hubiera habido más humanidad, como la hubo entre los diputados con su colega desaforado que fue acusado de agredir a su esposa. ¿Dónde estaban, por ejemplo, los aplicadores de la ley Lepina, más preocupados en perseguir a medios que en velar por Waldemar? ¿Dónde estaban los procuradores de derechos humanos de la niñez? ¿Dónde estábamos nosotros los salvadoreños para reclamarle a nuestras autoridades porque en este caso no funcionara la tan llevada y traída “inclusión”?

Lastimosamente ni la ONU ni la Corte Interamericana ni los procuradores ni las organizaciones que tanto pujaron por el aborto de Beatriz se supo que interpusieran sus buenos oficios por este niño. Sencillamente, no estaba en la “agenda”.

Un amigo médico me hacía las siguientes reflexiones:

* Se perdió tiempo en gestionar la intervención del niño en el exterior y se dejó sola a la familia con la tarea.

* No dudamos del trabajo y la abnegación de los médicos y enfermeras del Hospital Bloom, pero al parecer el caso excedió la capacidad del sistema para tratarlo en el país y no se le dio la importancia debida.

* Casos como el de Waldemar y Beatriz no deben ser expuestos a la opinión pública por funcionarios políticos, sino por verdaderos consejos de especialistas que no tengan agendas ocultas.

* De hecho, la salud pública debe ser encomendada a expertos que han sudado en el terreno y no a políticos cuyo único mérito es ser militantes de partidos de turno en el poder o haber servido en la guerrilla u ONG de izquierda o derecha.

Mi amigo me decía que el que los titulares de la salud sean los que hablen y con intención política, dejando a un lado a los especialistas, equivale a que el Secretario de Salud de México hubiera salido hablando de la mala praxis en Alejandra Guzmán y no los facultados para ello, por ejemplo.

Pero lo principal es que no se debe perder de vista que más allá de estos casos, hay un sistema en crisis y que un año perdido en la salud equivale a cinco años de estancamiento; cinco años perdidos significan 15 años en el limbo.

Sólo así entendemos por qué nuestras abuelas nos decían que “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”.

Me podrán decir que todo está perfecto y que las carencias obedecen a que “ahora hay más acceso y más inclusión, como dicen, al sistema”, pero, ¿y por qué no lo previeron e invirtieron más en el área?

Si, como dicen, este es el gobierno que más dinero ha recibido en créditos y la recaudación ha crecido, ¿por qué tener lipidias y carencias en la salud y la educación y no tener plata para atender a un niño en el exterior?

Por muy pobre que sea la persona, merece respeto y consideración, más si es un niño. La Constitución y las leyes secundarias protegen la vida humana, no importa quién sea. Esa es la verdadera inclusión.

Ciertamente el caso de Waldemar es conmovedor y nos deja grandes lecciones, pero la vida continúa y debe servirnos para recordar siempre que los problemas del país son inmensos y que si no sabemos exigir que se resuelvan, habrá muchas más Beatrices con cuyas dolencias se juegue por intereses oscuros, y muchos Waldemares más abandonados a su suerte.

“Quien salva una vida, ha salvado el universo entero”, decían los judíos. Aquí perdió todo El Salvador.

*Editor Subjefe de El Diario de Hoy.