Las protestas latinoamericanas y la política de El Salvador

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La triple hélice del desarrollo

Por Por Manuel Hinds*

2013-06-27 6:00:00

Los últimos días han visto surgir importantes protestas en Brasil, Costa Rica y Chile. Es muy temprano para decir que estas se van a extender por todo el continente para convertirse en algo similar a la “primavera árabe”. Sin embargo, es notorio que todas ellas tienen los mismos temas.

Las protestas comenzaron en Brasil con tantas causas como personas participaban en ellas. Sin embargo, hay tres problemas de fondo que laSs conectan a todas ellas. Una es el rechazo a la corrupción. El segundo es la pésima calidad de los servicios de educación y salud.

El tercer problema es que, con toda la parafernalia de modernismo que se ve en sus ciudades, Brasil es todavía una economía primitiva basada, como en tiempos de la colonia, en las exportaciones de productos primarios. En la euforia del boom de los precios de estos productos, Brasil desperdició los enormes recursos que estaba recibiendo y no invirtió en aumentar su productividad para convertirse en un exportador de valor agregado, ni en mejorar sus pésimos servicios de salud y educación.

Estos problemas están todos interrelacionados. Sin volver la economía más competitiva (principalmente abriéndola a la competencia externa y eliminando los privilegios que tienen muchos sectores en Brasil), el país no podrá sostener los mayores gastos en salud, educación y transporte que Dilma quiere hacer. Por otro lado, la corrupción, que afecta a todos los partidos políticos, es la que ha creado esos privilegios y la que los mantiene.

Costa Rica tuvo un gran éxito en educar a su población y proveerla de buena salud a partir de los años Cincuenta. Sin embargo, en las últimas décadas se durmió en sus laureles y una creciente burocracia ha hecho que los gastos del gobierno se multipliquen sin que haya mejoras en los servicios públicos. La corrupción también ha aumentado con los trámites burocráticos que son necesarios para hacer cualquier cosa. La productividad del país no ha mejorado en una década.

Las protestas en Chile tienen los mismos temas, aunque allá la educación y la salud han mejorado dramáticamente en las últimas décadas, y la corrupción, aunque existe, es mucho menor que en otros países latinoamericanos. Allá también, la competitividad ha aumentado muy sustancialmente. Pero aún así el pueblo exige porque quieren lo mejor por sus impuestos.

Los problemas de estos países muestran un espejo para nuestro país. Nuestra educación y salud son mucho peores que las de Costa Rica y Chile, y que las de muchas regiones de Brasil. Su calidad están empeorándose y no por falta de recursos. El país está desperdiciando 465 millones de dólares anuales en subsidios mal enfocados. Esto es igual a 9,300 millones de dólares en 20 años, la cuarta parte del valor del Gran Canal que está siendo planeado en Nicaragua, que probablemente tomará dos décadas para terminarse. Esa cantidad es más que suficiente para invertir en proveer servicios públicos de primer mundo a nuestra población. Es en contra de este desperdicio que las masas latinoamericanas se están rebelando. Quieren los mejores servicios que pueden obtenerse con los impuestos que pagan. Por supuesto, estos recursos podrían aumentarse drásticamente si hubiera inversión en el país y la economía creciera. Pero el gobierno no presta atención a mejorar la productividad del país, sólo al efectivo que puede capturar para sus gastos políticos.

En el fondo de todos estos temas está el problema de la corrupción, ligado a la pérdida del control de la clase política por parte de la ciudadanía. Los políticos en todos estos países se han acostumbrado a hacer lo que les da la gana, sin dar cuentas al pueblo, creyendo que los pueblos no tienen otra opción que hacer lo que ellos quieren. Estas protestas están mostrando cuán equivocadas están las cúpulas que creen que el pueblo se va a dejar siempre. Los temas están muy vivos en nuestro país. Algún día vendrán las protestas.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.