Reglas del juego venezolanas, encauzadas a fraudes electorales

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La caravana se trasladó desde la Catedral Metropolitana, en el centro histórico, hasta la Plaza Salvador del Mundo. Foto EDH / marlon hernández

Por Por Evangelina del Pilar de Sol*

2013-04-28 6:03:00

Venezuela, no obstante sus millonarios recursos, por la corrupción del aparato chavista, es económicamente un fracaso, con desabastecimiento de todo, problemas energéticos, desatención de programas sociales, etc.

El viernes 19 de abril, en el magnífico programa “Diálogo con Ernesto López”, el tema tratado fueron los resultados electorales de Venezuela.

Uno de los invitados, don Dagoberto Gutiérrez, cuya inteligencia fuera de serie, evidenciada mediante sus profundas observaciones filosóficas (a veces dificultosamente insondables), en ese programa creo que falló tantito al enaltecer vehementemente las elecciones venezolanas.

A un televidente que le comentó admirar usualmente sus ponencias, pero que su análisis allí estaba muy cargado de emotividad, don Dagoberto le replicó: “aquel que piense mucho pero siente poco, termina pensando poco”. Juzgué esa filosófica réplica desacertada, pues su efusividad por el supuesto triunfo comunista le cegó y finalizó pensando poco. Lo más desconcertante es que un cerebro tan privilegiado, pueda ensombrecerse negando los fracasos del comunismo en los países practicantes, y aceptar el sometimiento ciudadano a las dictatoriales voluntades de los líderes comunistas.

No amerita filosofarse para advertir que la naturaleza humana es el peor enemigo del comunismo. Analicemos –hipotéticamente– cómo, un diputado comunista/efemelenista, quien mediante su actual poder, corruptamente logró finalmente su ambicionada camioneta todo-terreno, jamás se la regalaría al pobre ordenanza del Congreso que debe viajar diariamente por horas en bus, a su lejano departamento. Según el comunismo, es al empresario trabajador a quien aquel ordenanza debe plantearse como enemigo, por poseer una. Debido a la naturaleza humana, que funciona prioritariamente hacia intereses de bienestar personales, y 2°, familiares, en la Unión Soviética cayó el comunismo, se derrumbó el Muro de Berlín, y los países satélites europeos recuperaron su autonomía.

Venezuela, no obstante sus millonarios recursos, por la corrupción del aparato chavista, es económicamente un fracaso, con desabastecimiento de todo, problemas energéticos, desatención de programas sociales, etc.

Fernando Londoño, periodista colombiano, denunció cómo allá, no obstante que Maduro obtuviera 680,000 votos MENOS de los que sacó Chávez hace seis meses, los votos del primero, en más de mil centros electorales, misteriosamente se duplicaron y quintuplicaron a los sacados por Chávez entonces; denunció cómo, 540 máquinas electorales comprobadas arruinadas, produjeron 180,000 votos; cómo, 100,000estudiantes fueron dados de baja en el registro electoral; cómo, el gobierno cerró la frontera con Colombia cinco días anteriores a la elección para que los venezolanos residentes allá no pudieran entrar a votar, y cómo, los venezolanos del exterior, para votar, debieron viajar a sitios ubicados deliberadamente a centenares de kilómetros de distancia.

Debe tomarse en cuenta igualmente a los empleados gubernamentales que votarían por miedo, conociéndose, desde las elecciones de Chávez, que millares fueron despedidos al chequear sus huellas digitales que quedan impresas en las máquinas del avanzado tecnológico sistema electoral, por no votar por él. ¿No fue extraño que teniendo Venezuela ese sistema, que siempre produjo los resultados en dos horas, ahora tomaran cinco? Hasta el más torpe individuo puede especular que Capriles habría ganado y que debían, de alguna manera, cambiar los resultados.

Don Dagoberto dijo que las derechas eran las que votaron por Capriles. Inadecuado análisis para 7,302,648 votantes. Asimismo dijo: “si yo soy oposición, respeto las reglas del juego”. ¿Realmente respetaría esas reglas antes expuestas, donde también al candidato oficial le perteneciera el Consejo Electoral? ¿Realmente les pediría a sus votantes quedarse inmutables aceptando esas antidemocráticas irregulares “reglas del juego”? No, no lo creo, no de una persona perspicaz e inteligente como él.

* Columnista de El Diario de Hoy.