La caída de Elba Esther Gordillo

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Autoridades recogen evidencias y procesan el sitio del hallazgo del cadáver del joven alumno. Familiares de César dieron con la escena de casualidad, cuando pasaban por allí en un colectivo; iban a buscarlo al Inframen. Foto EDH / Claudia Castillo

Por Por Manuel Hinds*

2013-03-07 6:00:00

El martes 26 de febrero la policía mexicana arrestó a Elba Esther Gordillo, cuando se bajaba de su jet privado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Inmensamente rica, conocida por sus carísimas ropas de diseñador (recientemente, apareció con un vestido St. John valorado en 1,200 dólares, perlas Cartier de 20,000 dólares, un reloj Bvlgari de 5,000 dólares y un anillo de diamantes de 8,000 dólares), poseedora de dos mansiones completas con yate en Coronado, uno de los barrios más caros de San Diego, California, cliente distinguida de la cadena de tiendas de lujo Neiman Marcus (en la que le detectaron tres millones de dólares de compras), la señora Gordillo (apodada “La Maestra”) era la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) de México.

El Gobierno calcula que sólo en los últimos tres años ella malversó cerca de 200 millones de dólares de fondos del sindicato. En círculos privados en México se estima que la malversación fue muchísimo mayor, ya que sus gastos personales eran inmensos desde que fue nombrada presidenta de su sindicato hace 17 años. El volumen de gastos de la señora ha sido tal que, según el Procurador General de México, un maestro promedio tardaría 458 años para acumular lo que “La Maestra” gastaba en un mes.

La caída de “La Maestra” marca un hito en la historia de México, y realmente de la América Latina. Los enormes gastos de “La Maestra” eran pagados por el sindicado de maestros. Pero el costo de su corrupción para el pueblo mexicano era infinitamente más alto. Elba Esther Gordillo presidía sobre un sistema de clientelismo que corrompía todo el sistema educativo. Bajo su comando, el SNTE había amasado tanto poder (con 1.5 millones de miembros, es el sindicato más grande de América Latina), que controlaba los nombramientos en las plazas de maestros en todo el país y usaba su poder para convertirlas en propiedades privadas de los jefes sindicales, de tal forma que ellos podían heredarlas, legarlas, venderlas y alquilarlas.

Pero, como en todos los casos de corrupción, el dinero robado es la parte más pequeña del costo de la corrupción. El costo más alto lo paga el pueblo a través de las restricciones que los corruptos introducen en la economía para asegurarse de que los fondos que ellos desean puedan fluir hacia ellos. Así, para forzar el pago de mordidas, los corruptos introducen obstáculos insalvables en trámites importantes, para que darles una mordida parezca barato frente al costo de no hacerlo. La Gordillo no hubiera podido mantener su poder en un sistema eficiente de educación. Por eso, para mantener su poder, la Gordillo bloqueaba cualquier intento de reformar el sistema para volverlo más eficiente y adecuarlo a la economía del conocimiento. De esta forma, generaciones de niños pagaban con una educación inadecuada la plata que la Gordillo y sus cómplices extraían del sistema. El país entero pagaba con una tasa de crecimiento más baja que la que podría haber logrado con una mejor educación.

Este bloqueo de la modernización fue la causa de su caída. La corrupción de “La Maestra” era muy conocida por todos en México por los últimos 17 años, pero sólo fue hasta la semana pasada que el Gobierno tuvo la fuerza política para arrestarla, días después que el Presidente Peña Nieto firmó una ley orientada a eliminar las prácticas corruptas de la SNTE, abriendo así la posibilidad de modernizar la educación. “La Maestra” había jurado detener estas reformas. No tuvo tiempo. Pasó de su jet privado a la cárcel.

Lo trascendente de este paso es que el Presidente Peña Nieto actuó con el pleno apoyo de la ciudadanía, anulando el poder político que el control de tres millones de votos le daba a la Gordillo. Su arresto fue un triunfo de la visión desarrollada de los servicios públicos, que su propósito es servir al pueblo, no engordar a los que los proveen.

Si esto se entendiera en El Salvador la pobreza caería rápidamente y el capital humano apoyaría un crecimiento económico muy alto.

*Máster en Economía, Northwestern University. Columnista de El Diario de Hoy.