Jaime ??lvarez Gotay, su fe y el cielo

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elsalvador.com

Por Por Evangelina del Pilar de Sol*

2013-02-03 6:03:00

El 7 de octubre de 2012, la famosa revista Newsweek sorprendió a miles con una portada y un impactante titular: “El cielo es real. Experiencia de un médico en el más allá”.

Considero necesaria esta narración –extractada– para desarrollar la historia de felicidad eterna que allá, desde el pasado noviembre, disfruta Jaime Álvarez Gotay.

El Dr. Eban Alexander, neurocirujano académico, profesor en Harvard Medical School, cuenta haber crecido en un mundo científico –su padre también fue neurocirujano–, por tanto tenía explicación sólida para aquellos que decían haber viajado al más allá y regresado, debido a lo que ocurre en el cerebro cuando falta el oxígeno en personas que agonizan. Asegura que no obstante considerarse cristiano, por sus estudios científicos era escéptico en creer en un cielo.

Pero en 2008, después de despertar con fuerte dolor de cabeza entró en coma. La parte del cerebro que controla pensamiento y emoción, el neocórtex, se apagó. Había contraído la bacteria e.coli que estaba comiéndole el cerebro con meningitis. Estuvo siete días en coma profundo con un cuerpo sin respuestas y funciones cerebrales fuera de línea. Pero el día que iban a suspender todo tratamiento, sus ojos se abrieron de golpe.

No hay explicación científica de lo sucedido dice, pues mientras su cuerpo yacía en coma, no con mínimo, parcial, o transitorio mal funcionamiento del neocórtex, sino apagado totalmente, su conciencia, su yo interior, estaban vivos, habiendo experimentado las mismas vivencias que había oído. Viajó a una dimensión mayor que la del Universo que nunca soñó podría existir. Su viejo yo, antes del coma, expone, habría estado feliz explicándolo como una imposibilidad. Pero ese mundo está allí, existe, en él somos más que la muerte, donde la muerte no es el final de la conciencia, sino que un vasto e incalculable positivo lugar. Narra todas las maravillas que allí vivió. También cómo, un ser angelical lo guío por el túnel, un núcleo negro con una luz espectacular al final. Ese era el hogar de la misma Divinidad describe. (Recomiendo verlo entero, es bellísimo: wwww.thedailybeast.com/newsweek/2012/10/07proof-of-heaven-a-doctor-s-experience-with-the-afterlife.htlm)

Dedico esta narración que exalta aún más la fe de quienes creemos, a mi querida amiga Carmen Elena Gallardo, porque no hay nada más lindo que tener como consuelo saber que en ese cielo de eterna felicidad, mora ahora su amadísimo esposo Jaime, por haber sido él un hombre de bien y con una fe total, como ella misma me refirió, que sabía que después de un largo cáncer tenía la vida prestada, que iba para el más allá, para el cielo, a encontrarse con Dios a quien amaba y a quien encontraba, como agricultor de profesión, en cada misteriosa maravilla de la naturaleza.

Conocer a Jaime se remonta al colegio-primaria de la recordada Niña Chabelita Padilla, donde él cursaba tercer grado y yo primero. La amistad continuó al casarse con quien ha sido una de mis mejores amigas desde siempre, Carmen Elena, a quien amó intensamente formando maravilloso hogar.

Ciertamente su partida significa una pérdida invaluable para su familia e igualmente para el país, donde por su trabajo agrícola-empresarial para hacerlo progresar, desde importantes entidades como Anep, Fusades, Compañía Azucarera y más, recibiera merecidos reconocimientos.

Sin embargo, fue por su fe e intachable vida, que Jaime obtuvo su mayor galardón…. ¡el cielo!

*Columnista de El Diario de Hoy.