Carta a Armando Bukele

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Familiares del vigilante llegaron ayer por la mañana al kilómetro 10 y medio de la Troncal del Norte, donde encontraron el cadáver de Simón Dionisio Burunca. Foto EDH / Jaime Anaya.

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2015-02-16 7:00:00

Estimado doctor Bukele:

El sábado pasado, desayunando y revisando Twitter y el mundo troll, me encontré con una mensaje suyo que me quitó las últimas dudas sobre qué está detrás de las consignas de su hijo Nayib.

El primer tuit: “Aquellos que no se adaptan al tiempo que les toca vivir son obsoletos. Perderán el tren de la Historia. El daño que harán será contra ellos”.

El segundo tuit: “También a los financistas que no se ven”.

El tercer tuit: “La oligarquía debe comprender que tiene que aprender a vivir en los nuevos tiempos. Ya lo han hecho en otros países, incluso en Nicaragua”.

You made my day, doctor. Al fin comencé a entender de qué me está hablando su hijo Nayib, cuando en sus discursos evoca “Los Nuevos Tiempos”, y en su publicidad las “Nuevas Ideas”. Yo le daba el beneficio de la duda, pensando que detrás de estas palabras huecas simplemente hay esto: un vacío. Usted me confirma que detrás de las frases publicitarias hay amenazas.

En mi tesis de graduación en Lingüística en la Universidad Técnica de Berlín, me especialicé en la Semiótica, la que aborda la interpretación del sentido en la comunicación. Lo que más me interesaba era el análisis de la comunicación política y mediática. Para estos estudios, mi gran maestro, el profesor y poeta Walter Höllerer, había fundado en la TU Berlin el “Instituto del Lenguaje en el Siglo Técnico”. Desde estos tiempos, tengo esta desconfianza imborrable de los términos vacíos que suelen usar los políticos: “el cambio”, por ejemplo, el lema de Mauricio Funes; el “buen vivir”, concepto que Salvador Sánchez Cerén importó de los países del ALBA, aunque solamente cobra sentido en la cultura Aimara de la América del Sur; o los famosos “tiempos nuevos” y “nuevas ideas” de Nayib Bukele.

Son cápsulas que son vacías, pero no por accidente o negligencia, sino por diseño y cálcu lo propagandístico. Los publicistas los producen así para sus clientes, los políticos, para que los diferentes sectores de la sociedad los pueden llenar a su manera, cada uno según sus preferencias, resentimientos e intereses.

“El cambio” o “Los nuevos tiempos” o “Nuevas Ideas” puede significar cualquier cosa: más Estado o menos Estado, más subsidios o menos subsidios, más democracia o más autoritarismo… Cada uno entiende lo que quiere escuchar. Esto es el truco populista, y por ahí comienza la alquimia de los laboratorios de publicidad y mercadotecnia política.

Siempre me quedé con la incomodidad de no saber de qué me están hablando en la publicidad del candidato Bukele. La ciudad está convertida en un bosque de vallas y mupis de un color que aparentemente tiene asociación ideológica, con una sola frase que dice: “Nuevas Ideas”, sin precisar cuáles son las ideas y en qué consiste su novedad. Y cuando el candidato Bukele al fin comienza a hablar frases y discursos completos, la palabra mágica es: “Nuevos Tiempos”.

Ahora entiendo: Serán los nuevos tiempos, a los cuales todos nos tendremos que adaptar. O sea, someter. Como en Nicaragua, donde hasta la oligarquía tradicional se sometió a la nueva oligarquía de la familia Ortega. El problema suyo, doctor Bukele, y de sus socios en FMLN y ALBA, es que la sociedad civil salvadoreña, incluyendo el empresariado, es más fuerte y más crítico que en Nicaragua. No se dejará someter. El error suyo es, al ver esto, recurrir a la amenaza abierta: Adáptense, háganse socios y clientes del nuevo poder, o les haremos daño. Gracias, doctor, por ser tan franco.

La última vez que le dirigí una carta, me mandó de regreso un programa entero de televisión. Gracias por este honor. Esta vez, quizás me va a responder con una opereta. Se lo agradecería mucho.

Paolo Lüers