Carta a Leonardo Heredia y Hernán Vera

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elsalvador.com

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2015-02-13 7:00:00

Estimado Leo, recordado Hernán:

Celebro el Día Mundial de la Radio escribiendo esta carta a dos figuras de la radiodifusión salvadoreña: mi suegro Leonardo Heredia, pionero del arte radial, todavía con nosotros, pero alejado del medio, pero vivo en la memoria de generaciones de radioescuchas: creador de la Radio Nacional y la Radio Femenina, para solo nombrar las más emblemáticas; y Hernán Viera, más conocido como “Maravilla”, quién ya no está en este mundo, pero quien vive en la saga de una radio que él ayudó a crear y convertir en uno de los grandes mitos de la guerra salvadoreña: Radio Venceremos.

Vos “Maravilla”, en aquellas tertulias nocturnas en campamentos guerrilleros (en las cocinas campesinas, a falta de bares; y con café, a falta de trago), siempre me dijiste: “Enano, no sé qué diablos estoy haciendo en una radio, si yo soy hombre de cine…” Pero la verdad es: aunque la voz tuya es la que menos sonaba en la Venceremos (por este acento caribeño-venezolano que nunca perdiste), vos fuiste el genio que se inventó esta rara mezcla de estilos que hizo tan popular la Venceremos: en un momento era pura arenga, inmortalizada por la voz de Santiago; al rato era analítica, de repente poética, en otro momento informativa, otra vez reflexiva, para terminar en una gran jodarria. Y siempre auténtica. Incluso cuando mintió, la Venceremos era auténtica, porque captó los sueños de la gente. Cuando estábamos en total defensiva, militarmente hablando, vos y Santiago y Marvin se inventaron algo para que la Venceremos sonara desafiante. Mucho de lo que sé de comunicación, no lo aprendí en la universidad, ni en las salas de redacción en Alemania, sino con vos, en Morazán.

Cuando terminó la guerra, te conocí a vos, Leo Heredia. Está cabrón tener como suegro un mito, una leyenda viva. Conocí al fundador de la radiodifusión salvadoreño, al tipo más irreverente que he conocido en mi vida, incluso consigo mismo y su propia leyenda. Entraste a las recién instaladas oficinas de la Venceremos en la colonia Florida con las palabras: “¿En qué les puedo ayudar, muchachos? ¡Hagamos radio hijos de la gran p…!”

Todavía sueño con lo que pudimos haber hecho juntos, los locos de la radio guerrillera y el viejo con el vozarrón más conocido del país – los creadores de la Vence junto con el creador de la Femenina. Juntos hubiéramos sido invencibles en el dial.

No pasó así. Ustedes dos, si bien me recuerdo, nunca se conocieron. Nunca se hizo la unión de estos dos grandes talentos en radio y en jodarria. Vos, Hernán, te despediste con las palabras: “Enanos, me voy, la guerra ya estuvo, tengo que hacer cine…” Y te fuiste a México para revolucionar y convertir en arte la telenovela – y para tomar tequila. El tequila al fin te mató. Ya la Venceremos murió una muerte lenta. No supimos convertirla de una radio de guerra en radio de paz, de una emisora guerrillera en emisora ciudadana. Y vos, Leo, fuiste a levantar tu última radio, la Latina.

Dedico esta carta a vos, Leo, mi suegro preferido, el hombre que supo sacar todo del medio radial: emociones, humor, alegría y reflexión; y a vos, Hernán, que supo diseñar un lenguaje radial que comunicaba con los campesinos, con los estudiantes de la capital, con los intelectuales, con guerrilleros y con soldados.

Feliz día de la radio, Leo. Feliz viaje por dónde estés jodiendo, “Maravilla”. Como ya no puedo celebrar con vos, “Maravilla”, me tomaré un café con mi suegro.

Saludos, Paolo Lüers