¿Está a favor de que se vuelva a impartir la clase de moral y cívica en las escuelas?

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Advierten que con la propuesta del Gobierno, varias empresas podrían pasar de la formalidad a la informalidad y esto reducir los ingresos del Estado. 

/ Foto Por Lucinda Quintanilla

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2016-03-08 10:00:00

 estoy a favor

Mayté Iraheta

Creo firmemente que la familia es la base fundamental de la sociedad y es ahí adónde se debe educar en principios y valores. Pero conociendo la realidad que vive nuestro país, y viendo que las familias están desintegradas por diversas razones, son entonces las escuelas las que juegan un rol primordial, porque ahí también se puede educar y fomentar la formación de estos principios.

Tenemos que entender que debemos de apostarle al cambio moral en El Salvador, en los ciudadanos. Muchos ya no quieren cambiar su actuar y actitud, pero sí podemos darle un rumbo diferente a la vida de nuestras niñas, niños y adolescentes, trabajando, claramente, el tema de los principios y valores.

El ministerio de Educación tiene como eje transversal, en las diversas materias que imparten, la moral y los principios. Pero sí se cumpliese, significaría que tendríamos a niñas, niños y jóvenes con deseos de ser grandes ciudadanos para el país. Tendríamos a jóvenes con una mentalidad diferente. Tendríamos a jóvenes que no se verían tentados a formar parte de grupos delincuenciales, porque por principios morales y cívicos delinquir no sería una opción para ellas y ellos.

Pero ahora, tenemos un problema. Al parecer para el Gobierno central la educación y el tema de los valores morales y cívicos no son importantes.

Aun cuando nuestra constitución sí lo regula en el artículo 55, el cual establece que, la educación tiene los siguientes fines: lograr el desarrollo integral de la personalidad en su dimensión espiritual, moral y social; contribuir a la construcción de una sociedad democrática más próspera, justa y humana; inculcar el respeto a los derechos humanos y la observancia de los correspondientes deberes; combatir todo espíritu de intolerancia y de odio; conocer la realidad nacional e identificarse con los valores de la nacionalidad salvadoreña; y propiciar la unidad del pueblo centroamericano.

Los padres tendrán derecho preferente a escoger la educación de sus hijos.El FMLN no quiso votar por este decreto, que planteaba que por ley se impartiera la materia de moral, urbanidad y cívica en las escuelas. Con la excusa de que es el Ministerio de Educación el que debe escoger su currícula y llevarla a cabo.

Durante estos nueve años, el Gobierno del FMLN no le ha dado la importancia que se merece el hecho de inculcar principios y valores. ¿Cómo es posible entonces qué digan que están trabajando con sentido humano? Creo que es penoso que el Presidente de la República devuelva este decreto a La Asamblea Legislativa con la excusa de que no hay dinero. Entonces, dígame señor Presidente ¿Para qué si hay dinero? Porque hasta la fecha yo no veo que de todos los impuestos que nos quitan se esté haciendo algo bien, ni siquiera para combatir la delincuencia, que fue la excusa del impuesto a la telefonía celular.

El partido de Gobierno y su Presidente al decir que no hay dinero para impartir la materia de moral, urbanidad y cívica están demostrando el poco interés que tienen de cambiar el rumbo del país. Un político con visión tiene que reconocer que tenemos que prevenir. ¿Sí ya hay miles de jóvenes inmersos en el mundo delincuencial, cómo tenemos que prevenir? Formándoles desde la niñez. Es primordial y esencial reconocer que los principios y valores los van a llevar a desarrollarse de una mejor manera, evitando conflictos. El partido de Gobierno y su Presidente están demostrando, diariamente, que no saben administrar el dinero y no le dan importancia a lo que realmente lo amerita.

Es fácil tratar de disimular y aplacar un poco los problemas de nuestro país. ¿Pero  en dónde está la prevención, y la visión de hacer país y así lograr que El Salvador realmente cambie de rumbo?, ¿Cuándo vamos a entender que la clave está en la familia y en la educación? 

Mayté Iraheta, Secretaria de la Comisión de la Familia de la Asamblea

No estoy en contra

Carolina Bodewig

Antes de decir si estoy a favor o en contra de la propuesta aprobada por la Asamblea Legislativa para impartir de forma obligatoria la materia de moral, urbanidad y cívica, desde parvularia hasta bachillerato, aclaro que tomar una postura no es tan sencillo como decir que algo es blanco o negro, pues el tema, su fondo y forma, tienen muchos matices. Sin embargo, para efectos de este espacio, tengo que decir que me inclino más por estar en contra.

No dudo de las buenas intenciones que tiene una propuesta educativa como la que está en cuestión. Menos dudo de que en El Salvador necesitamos fortalecer la educación para la convivencia, el diálogo y la pluralidad. Entonces, como otros con los que he hablado del tema lo han hecho, preguntarán, “¿qué hay de malo en formar en valores o moral a niños, niñas y jóvenes salvadoreños?” A continuación, enumero algunas ideas que, más que sustentar por qué estoy en contra, cuestionan cómo se toman, casi siempre, las decisiones en nuestro país.

En primer lugar, parece que en esta propuesta hay un problema de ligereza y ambigüedad al definir conceptos como moral y valores. Estos son términos que, si intentáramos definirlos y comprenderlos en la teoría y en práctica escolar,  tendríamos resultados tan diversos como lo son los docentes de nuestro sistema, con sus creencias, valores, principios, experiencias, etc. En ese sentido, lo que no tenemos que perder de vista es cómo nos aseguramos que hay un consenso real sobre ¿cómo se entiende en esta propuesta qué es moral o urbanidad?, ¿Cómo creen los diputados, que diseñaron esta propuesta, que se debería enseñar valores y moral? No hay una respuesta única y que ellos lo decidan por todos (y por los docentes), sin consultar, no me convence.

Luego, un elemento en el diseño de esta propuesta que parece muy débil es la ausencia de un proceso articulado e incluyente de otros actores educativos. Me refiero a que en un proceso de cambio curricular como este, se necesita que participen los docentes, pues quién más va a desarrollar los cambios propuestos y a quién más le van a exigir resultados.

En esta lógica, cualquier cambio que se pretenda no tendrá las transformaciones esperadas si no se incluye a los docentes en las reflexiones y decisiones, pues como profesionales necesitan entender el porqué y los alcances de lo que se propone, así pueden apropiarse del proceso y trabajar para alcanzar los objetivos del mismo. Por eso, es válido preguntar ¿con qué insumos y referencias se decidió que se va a entender y a desarrollar curricularmente en las escuelas dentro de moral, urbanidad y cívica?, ¿con las opiniones y experiencias de los docentes?

Un proceso de esta naturaleza es un reto, significa trabajar, primero, con creencias, prácticas y formas de pensar de los docentes, muchas de las cuales están muy arraigadas. Segundo, este proceso necesita tomar en cuenta cómo va a modificar las planificaciones en cada escuela, como las va a reorganizar. También significa pensar en cuáles serán los contenidos que componen esta nueva materia y cómo se desarrollarán en términos metodológicos y didácticos para alcanzar el impacto que debe tener en los estudiantes.

Quiero repetir que no pongo en duda las buenas intenciones detrás de esta propuesta, ni de todas las que quieren mejorar y transformar a El Salvador. Sin embargo, quiero dejar sobre la mesa la reflexión: que no se nos escape que un cambio, sea una política, programa educativo o imposición de una materia obligatoria, es un proceso complejo de implementar y asumir en cada escuela, en cada aula y, sobre todo, en cada docente. Es justo eso lo que, a mi parecer, a esta propuesta le está faltando contemplar e incluir. 

Carolina Bodewig, estudiante de maestria en investigacion y educacion, Ibero, Mexico