El 70% de salvadoreños está quebrado o a punto de estarlo

Malos hábitos de consumo y creer que no se pueden pagar productos al contado, sino que solo en cuotas, ha orillado a gran parte de las familias salvadoreñas a sobreendeudarse. La consultora Fisherman nos da un esbozo de la realidad nacional

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Por José Luis Henríquez

2018-03-08 9:38:56

La mayor parte de las familias salvadoreñas está en crisis financiera (quebrados) o están a punto de incurrir en ese calamitoso estado, según se desprende de las encuestas realizadas por la empresa consultora Fisherman Health Management.

De acuerdo con dicho sondeo, el 30 % de las familias salvadoreñas está quebrada; el 40 % está a punto de entrar a un proceso de quiebra, y aún no se han dado cuenta; otro 20% gasta exactamente lo que gana, o sea que están tablas, y no les quedan ingresos para ahorrar; y solo el 10 % de las familias se puede considerar que está solvente.

La firma sostiene que luego de realizar miles de encuestas a diversos tipos de empresas e instituciones públicas, a lo largo de cuatro años de estar impartiendo seminarios, los resultados son siempre los mismos y ya no cambian.

Alfredo Escalón, director ejecutivo de Fisherman, sostiene que uno de cada 10 asalariados está solvente, eso quiere decir que gasta menos de lo que gana, y en su mes a mes puede ahorrar.

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Asimismo, dos de cada 10 salvadoreños se gastan todo lo que ganan (están tablas), y aunque parece que están saliendo tienen una posición bien frágil: si sufren un despido, o uno de los esposos deja de trabajar, hay un desperfecto con el carro o hay un imprevisto entran en problemas.

Luego, cuatro de cada 10 familias van camino a la quiebra y no se han dado cuenta. “Son personas que no se dan cuenta de cuánto gastan mes a mes y gastan un 10% o 15% más de lo que les ingresa”, afirma Escalón.

Por ejemplo, estas personas ganan $600 y gastan $700, en donde esos $100 de déficit los reponen con la tarjeta de crédito, y como el pago mínimo son $5 parece sostenible.

El problema es que la gente sigue endeudándose y esos $5 después se convierten en $20 o $40, y cuando llegan a $300 de pago mínimo se afligen y consolidan sus deudas; y si bien los bancos le pueden refinanciar el saldo, bajando esa cuota de $300 a $70 y reduciéndole los intereses, el problema no se ha resuelto porque la gente no elimina sus tarjetas que han quedado libres nuevamente, con lo cual el ciclo se repite, una, dos y hasta tres veces. “Yo he encontrado personas hasta con tres consolidaciones de deudas”, dice Escalón.

Finalmente, el sondeo de Fisherman revela que tres de cada 10 salvadoreños ya están quebrados. “Cuando los pagos mínimos de las tarjetas y de los créditos de consumo están arriba del 30 % de los ingresos de una familia, esta ya está quebrada porque baja su estándar de vida, ya no puede vivir dignamente y tiene problemas para educar a sus hijos, darles medicinas, tener una casa o un transporte adecuado, o les cuesta pagar los servicios básicos (agua, luz, teléfono)”.

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Solo deben descontarle 20% del salario

Marilú de Burgos, directora comercial de Fisherman, apuntó que otro problema que se da con las personas asalariadas viene por el lado de las órdenes irrevocables de descuento, pues cuando tienen que pagar una deuda y el banco les gira una orden al pagador de su empresa, a veces la gente pide que le descuenten hasta un 40% de su salario; pero a los dos meses estas personas estás asfixiadas.

Según de Burgos, el Código de Trabajo es explícito en señalar que a las personas que presentan órdenes irrevocables de descuento, las empresas solo les pueden tocar hasta el 20% del salario.
El problema, dice Escalón, es que a veces la gente llega a los Departamentos de Recursos Humanos a suplicar que les acepten órdenes de hasta el 40 %, y aunque la empresa sabe que no se debe, aplica dicho descuento creyendo que se le está ayudando. “La Superintendencia del Sistema Financiero debería regular esto. También el Ministerio de Trabajo debería hacerlo”, recalcó.

Para Marilú de Burgos, el problema del sobreendeudamiento es un problema de malos hábitos y de falta de entendimiento de los productos. “La publicidad nos ha convencido de que no podemos comprar teléfonos o muebles al contado, y la gente cree que si no es en cuotas no le alcanza, y termina pagando 3 o 4 veces lo que cuesta el producto; pero si la persona tiene dinero para pagar en cuotas tiene para ahorrarlo, lo que pasa es que no tenemos fomentada la paciencia; y es esa impaciencia es la que nos lleva a tomar decisiones sin medirlas”, concluyó.