Cómo elevar el crecimiento a largo plazo en América Latina y el Caribe: Una cuestión compleja… o de complejidad

En América Latina y el Caribe, el crecimiento se ha debilitado considerablemente en los últimos años. Parte de esa debilidad parece haber llegado para quedarse: el personal técnico del FMI también ha revisado a la baja las proyecciones de crecimiento a mediano plazo. Esta columna fue publicada originalmente en el blog del FMI, Diálogo a Fondo.

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KE WANG Economista del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI

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2015-06-15 7:00:00

Desafortunadamente, la historia suena conocida y nos recuerda las dificultades que atravesó la región en el pasado para mejorar el desempeño comparativo de su crecimiento.

A excepción de la “década dorada” de 2003–11, cuando el aumento de precios de las materias primas impulsó una fuerte expansión, ¿por qué la región no ha podido sostener tasas de crecimiento suficientemente altas como para achicar la brecha de ingresos con respecto a las economías más avanzadas? Esa pregunta se responde en parte con el modesto éxito que ha tenido América Latina en saltar a la producción de bienes más sofisticados, o complejos.

Un factor complejo

Un estudio realizado recientemente por Ricardo Hausmann y Cesar Hidalgo plantea el concepto de complejidad económica como determinante clave del crecimiento y el desarrollo a largo plazo. La idea es que la complejidad económica capta el conocimiento productivo de un país, el que se infiere a partir de la amplitud y sofisticación de los bienes que el país exporta. Las economías más complejas suelen exportar un rango más amplio de bienes, y esos bienes suelen ser más sofisticados. Dada la considerable dependencia de la exportación de materias primas en América Latina, resulta tentador pensar que la falta de diversificación y complejidad constituye un obstáculo importante para un crecimiento más fuerte.

¿Qué dice la evidencia empírica acerca de este argumento? ¿Es la región verdaderamente menos compleja que otras? ¿Qué grado de dificultad representa esto? ¿Y qué puede hacerse al respecto? Analizamos estas preguntas en el último reporte de las perspectivas regionales.

En consonancia con la hipótesis principal de Hausmann, las economías más complejas tienen en promedio niveles de ingreso per cápita más elevados. Asimismo, los datos indican que América Latina y el Caribe son mucho menos complejos que las economías avanzadas y que las economías asiáticas recientemente industrializadas, que, cabría afirmar, constituyen los ejemplos más exitosos de convergencia económica y desarrollo de las últimas décadas. Además, en América Latina y el Caribe el grado de complejidad ha estado estancado o decreciendo desde 1970, aunque la región no luce peor que el grupo más amplio de economías emergentes.

Predecir el crecimiento

Estas estadísticas sobre la complejidad ¿reflejan meramente los niveles actuales de prosperidad, o pueden decirnos algo más acerca de las tendencias de crecimiento futuro? El estudio de Hausmann y sus coautores sugiere que, en efecto, la complejidad ayuda a predecir el crecimiento del PIB per cápita a largo plazo. Hemos vuelto a analizar este tema, tomando en cuenta varias extensiones econométricas y utilizando un gran panel de más de 100 países entre 1970 y 2010. Nuestros resultados confirman la importancia de la complejidad para predecir el crecimiento a largo plazo, junto con otras variables pertinentes, como la composición demográfica, las exportaciones de materias primas y los indicadores de estabilidad macroeconómica.

Luego, aplicamos esos resultados para cuantificar las implicancias para distintos países de América Latina y el Caribe. La variación en los niveles de complejidad que se observa en la región puede dar cuenta de diferencias de casi un punto porcentual en el crecimiento anual del PIB per cápita. En otras palabras: si nos abstraemos de otros determinantes del crecimiento, las economías más complejas de la región (como México y Brasil) crecen cada año un punto porcentual más rápido que las menos complejas.

Sin embargo, los dividendos que genera la complejidad para el crecimiento pueden verse neutralizados por otras variables. Por ejemplo, cada año de inestabilidad macroeconómica puede reducir el crecimiento acumulado del PIB per cápita en dos puntos porcentuales en el transcurso de una década. Una tasa de dependencia elevada también puede reducir considerablemente el crecimiento, lo cual resalta las implicancias de las tendencias demográficas previstas en la región para las próximas décadas.

Implicancias políticas

¿Cuáles son las implicancias políticas de nuestros resultados y de otros estudios sobre este tema para América Latina y el Caribe?

• La complejidad es importante para el crecimiento a largo plazo, pero incrementarla no es suficiente. En particular, las autoridades deberán también seguir focalizándose en preservar la estabilidad macroeconómica.

• Sigue siendo prioritario avanzar con rapidez en materia de reformas estructurales. América Latina y el Caribe permanecen rezagados en varias áreas de política estrechamente asociadas con la complejidad económica (infraestructura, educación y apertura comercial). Un avance más rápido en esas áreas constituye la manera más natural de contribuir al aumento de la complejidad y el crecimiento.

• Al mismo tiempo, un impulso renovado en pos de políticas activas de desarrollo debe manejarse con cautela. Si bien el debate sobre nuevos enfoques estratégicos en este ámbito es bienvenido, es necesario llegar a una comprensión más sistemática de los costos y riesgos que conllevan esas políticas, antes de aplicarlas a escala más amplia. De hecho, la experiencia previa con respecto a las políticas industriales plantea una advertencia, sobre todo en países donde la gobernabilidad y la calidad institucional aún se encuentran rezagadas.

• De todos modos, los estudios acerca de la complejidad pueden ayudar a los países a conocer mejor sus ventajas comparativas y a evaluar el margen del que disponen para potenciar sus conocimientos. La información que brindan los datos comparativos entre países podría utilizarse, por ejemplo, para sustentar negociaciones en materia de comercio e inversión a fin de aprovechar al máximo la base de conocimientos de cada país.

En suma, la complejidad parece ser un determinante importante del crecimiento económico a largo plazo y una buena lente para analizar el desarrollo de la capacidad productiva de los países.