La tecnología y la industria detrás de las cajas negras de los aviones

Un ingeniero francés diseñó los primeros prototipos, pero fue hasta 19 años después que un australiano produjo los primeros modelos, un poco más grandes que la mano de un adulto.

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Vista de grabadores de vuelo en la Agencia de Investigación de Accidentes Aéreos Federal alemán (BFU). _Foto de Expansión / EFE.

Por EFE / El Nuevo Diario (Puerto Rico) / El Diario Montañés (España).

2015-03-30 8:00:00

La producción de las grabadoras de vuelo de los aviones, mejor conocidas como “cajas negras”, constituye una de las líneas de negocio de grandes compañías como la francesa Safran y las estadounidenses Honeywell y DRS Technologies.

Las cajas negras son los dispositivos que graban las comunicaciones y parámetros de vuelo de un avión, con el objetivo de que esos datos puedan servir para analizar las causas de un eventual accidente.

Comenzaron a utilizarse en 1958 y son dos aparatos de casi 10 libras y del tamaño de una caja de zapatos, de color rojo o naranja con bandas reflectantes para facilitar su localización, aunque suelen volverse negras por las llamas cuando el aparato se incendia.

Recubiertas de una armadura de acero con aislante térmico, las cajas negras se sitúan en la cola del avión porque es el lugar que estadísticamente mejor resiste a un siniestro.

Están preparadas para soportar desaceleraciones equivalentes a pasar de 500 kilómetros por hora a cero en menos de cinco segundos. Además, resisten una temperatura de 1,100°C durante una hora y pueden aguantar un mes sumergidas a 6,000 metros de profundidad.

“Esas características permiten a los investigadores extraer con éxito los datos de los registros de vuelo tras un accidente casi en el cien por cien de los casos”, explica en su web la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA), que analizará las causas del siniestro ayer del Airbus A320 de la aerolínea alemana Germanwings.

En caso de que un aparato caiga al mar, algo que solo ocurre en el 10% de los casos, los dispositivos, que técnicamente se denominan Cockpit Voice Recorder (CVR) y Flight Data Recorder (FDR), están diseñados para poder recuperar el contacto con la superficie.

Asimismo, disponen de una pequeña baliza que emite una señal de radio durante un período de hasta 90 días, antes de quedarse sin batería, y que puede captarse con un radar hasta dos kilómetros por encima del nivel del mar.

Obteniendo los datos

El CVR graba las conversaciones de la tripulación, las alarmas y ruidos en la cabina, así como las comunicaciones con la torre de control durante las dos últimas horas de vuelo.

El FDR, por su parte, registra los parámetros técnicos durante las últimas 25 horas de trayecto.

En la aeronáutica existen actualmente dos tipos de tecnologías, las de banda magnética, en vías de extinción, y la de memoria electrónica, similar a las tarjetas Flash SDD de las cámaras fotográficas digitales y que es la que llevaba instalada el avión siniestrado.

Una vez recuperadas, los expertos en siniestros aéreos se encargan de extraer los datos de esas cajas negras que funcionan como la memoria de un avión e interpretarlos para generar “curvas o tablas y hacer cálculos relativos al comportamiento del avión”, precisa el BEA.

Las conclusiones de los expertos, más allá de aclarar un accidente, sirven para actualizar los estándares de seguridad en la aeronáutica y evitar que los mismos fallos puedan reproducirse en otros vuelos.

Tras el avionazo de Germanwings, por ejemplo, Lufthansa aprobó la llamada “regla de dos”, que exige que en todo momento del vuelo haya al menos dos miembros de la tripulación en la cabina.

Sus pioneros

Al igual que otros inventos sofisticados, la caja negra no tiene un solo inventor. Su primer prototipo fue diseñado en 1939 por el ingeniero francés François Hussenot.

En medio de la Segunda Guerra Mundial, el riesgo de que el ejército enemigo alemán descubriese el artefacto llevó a Hussenot a enterralo en junio de 1940.

Después de la guerra, algunos dispositivos utilizaban fotografía y otros imprimían los datos en bovinas de aluminio, pero ninguno grababa audio.

La caja negra, propiamente dicha, es obra del australiano David Warren, quien produjo los primeros modelos en 1958.