Los sistemas de pensiones de L.A. no cumplen las expectativas

Las leyes de los sistemas de pensiones deben transformar el ahorro de las personas en pensiones atractivas. Tal expectativa dista de la realidad en El Salvador y el resto de países de la región

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El chileno Augusto Iglesias Palau considera que el sistema de pensiones de El Salvador debe diversificar la cartera de inversiones de los fondos para obtener mayor rentabilidad.

Por Por Guadalupe Hernández | Fotografía René Quintanilla

2014-12-01 7:00:00

La evidencia muestra que en los países de Latinoamérica, incluyendo El Salvador, las personas esperan que llegada su vejez, la pensión represente el 70 % de su último salario. Sin embargo, ese sueño dista mucho de la realidad.

Augusto Iglesias Palau, exviceministro de Previsión Social de Chile, asesor de organismos internacionales y ahora consultor de PrimAmérica, sostiene que los sistemas de pensiones de la región, cualquiera que sea su naturaleza (capitalización o reparto) no están diseñados ni preparados para cumplir las expectativas de los trabajadores.

En El Salvador, se estima que los pensionados tampoco llenarán sus expectativas, pues apenas obtendrán montos cercanos al 30 % o un poco más de su último salario. Para el caso de Chile, un afiliado promedio que se jubile a los 65 años recibirá una pensión liquida del 54 % y una mujer un 40 %, detalló Iglesias, quien la semana pasada visitó el país para participar en un foro organizado por Asafondos.

Para Romel Rodríguez, coordinador e investigador de proyectos de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), el marco regulatorio o las leyes de pensiones que establecen los Estados deberían tener la capacidad de transformar el ahorro de las personas en pensiones atractivas.

Pero en nuestro país, las pensiones de las cotizantes se ven afectadas por un sinnúmero de variables, cuyos parámetros deberían ser revisados en forma constante, como lo ha hecho Chile, dijo Romel.

Si bien El Salvador ha efectuado reformas al modelo de pensiones, éstas se han justificado como un medio para soluciones fiscales de corto plazo y no para atender el compromiso con los ciudadanos, afirmó René Novelino, presidente de Asafondos.

“Las decisiones que se han tomado a la hora de realizar las reformas han estado más orientadas a soluciones fiscales de corto plazo, que al perfeccionamiento del modelo”, comentó.

En su opinión, la realidad de las pensiones es tan compleja que se hace necesario evaluar todas las dimensiones para tratar de llegar a una solución integral. No obstante, criticó el hecho de que no se conocen los detalles de la propuesta de reformas que se impulsan en el país desde la pasada administración gubernamental.

María Elena Rivera, investigadora de La Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo), considera que lo ideal sería conformar una comisión especial, que estuviera encabezada por un representante del gobierno, que fuera experto en la materia.

Tal comisión tendría que trabajar para superar los principales retos del sistema, principalmente la baja cobertura, ya que según estudios de Fundaungo solo una de cuatro personas que componen la Población económicamente Activa (PEA) tiene cobertura, lo que significa que un 75 % está fuera.

La cobertura también marca importantes brechas dependiendo de las zonas de residencia (rural o urbana) y de los ingresos.

Para Rivera, la rentabilidad que ganan las cotizaciones es uno de los mayores desafíos, porque más de la mitad de la cartera del fondo de pensiones está invertido en un solo tipo de instrumento, cuya tasa de interés es cercana al 1.1 %. Debido a esa baja rentabilidad, desde 2006 -cuando se hizo la primera reforma al sistema-, el fondo de pensiones ha dejado de ganar más de 600 millones de dólares, lo cual quiere decir que cada salvadoreño deja de recibir hasta un 25 % en su fondo de pensiones.

Los expertos coinciden en que el modelo de pensiones también está presionado por las características del mercado laboral, la mala situación fiscal del país, la elusión y evasión de pensiones, un problema, que a juicio del consultor chileno, ocurre más en la pequeña y mediana empresa, mientras las grandes tienen un mejor historial de cumplimiento.

Lo que sucede con las empresas pequeñas es que se constituyen y desaparecen a una gran velocidad, afirmó Iglesias.

Entre los retos por superar, Fundaungo señala la frecuencia con la que una persona cotiza, un indicador conocido como densidad. En El Salvador, la densidad es una de las más bajas de Latinoamérica, pues sólo el 40.7 % de los cotizantes tendrá la densidad requerida para obtener una pensión idónea para retirarse.