Reclamar que otros paguen nuestra pensión no tiene futuroAugusto Iglesias:

El experto chileno dice que las personas esperan elevadas pensiones sin esfuerzo o esperan que otros se las paguen

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Reclamar que otros paguen nuestra pensión no tiene futuroAugusto Iglesias:

Por Por: Karen Molina

2014-11-27 8:00:00

Augusto Iglesias conoce muy bien el tema de pensiones y sus diferentes escenarios. Como exviceministro de Previsión Social de Chile, y exmiembro del consejo asesor presidencial que elaboró la reforma previsional en 2006, sabe muy bien cuáles son los principales problemas que hay alrededor de los sistemas públicos y privados y cuáles son algunas de las acciones que podrían mejorar ambos lados.

Y es por su amplio conocimiento que el experto compartió ayer algunos puntos importantes, que pueden hacernos reflexionar sobre el sistema de pensiones salvadoreño y sus principales problemas.

¿Los trabajadores esperan que al jubilarse, su pensión les ayude a vivir dignamente y con las comodidades que acostumbran hoy. Se puede lograr este objetivo?

Para tener lo que queremos tener en cualquier ámbito hay dos posibilidades: o nosotros hacemos el esfuerzo para financiar eso o le pedimos a alguien que haga el esfuerzo por nosotros. Con las pensiones es lo mismo. Hay dos sistemas de pensiones en cuanto al financiamiento posible: uno, el que paga las pensiones en función de lo que cada uno pone y, otro, el que paga las pensiones en la medida que el pensionado logre que otros le esté pagando ese dinero.

Al poner el tema de esa manera queda claro la fragilidad de esa segunda solución pues se corre el riesgo de que en cualquier minuto ese tercero diga: ya no quiero seguir o que haya pocos de esos terceros.

Si todos queremos tener una pensión muy alta, entonces ¿dónde están todos esos que van a pagar por nosotros? Porque ese es el dilema: queremos tener la mejor pensión posible, apostando lo menos posible y resulta que tenemos que quitarle a alguien. Eso no va a resultar.

Tenemos que entender que más temprano que tarde lo que recibamos de pensión va a depender de lo que nosotros pongamos. Y una vez sentada esa idea, entonces comienza a ser todo más claro.

¿Y si ahorro por mi cuenta, puedo lograr una buena pensión?

Si pongo poco, si pongo de vez en cuando, si pongo un cinco o un diez por ciento por diez años, cómo voy a tener una pensión igual a mi sueldo por 50 años? Ahora lo importante es que este convencimiento de estas personas se construye poco a poco y se construye con información.

La educación previsional entendida de esta manera es central para que tu y yo vayamos adquiriendo conciencia de qué tipo de pensión es a la que podemos aspirar y qué podemos aspirar.

Pero seguir reclamando que otros paguen por nuestras pensiones es un camino que no tiene mucho futuro y que está expuesto a un enorme riesgo. Ese “que otros paguen por mi pensión” se tiene que aplicar solo a las pensiones de los más pobres.

Una de las opciones que plantea el país es tener un sistema mixto.

En Chile tenemos un sistema mixto que funciona así: quien tiene capacidad de ahorro, recibe la pensión solo del sistema de AFP. Quien no tiene capacidad de ahorro porque es pobre o porque ha cotizado poco o nada recibe además de su pensión de la AFP, una pensión complementaria del Estado y quien nunca cotizó, recibe una pensión del Estado.

El gobierno salvadoreño ya entrega un bono de $50 a las personas de la tercera edad que nunca cotizaron.

Eso está muy bien. Ahora, entiendo que ese programa todavía es pequeñito e incluye solo a los que no han cotizando nunca. Sé que aquí se destina un 0.2 % del PIB para ese programa. Nosotros en Chile estamos gastando un 0.8 % del PIB, es decir, cuatro veces más.

Pero eso está concebido como un sistema de apoyo para los más pobres. No es un sistema que le da a todos independientemente de su ingreso. En otras palabras no construimos un sistema de reparto al lado de un sistema de capitalización. Construimos un pilar de pensiones sociales financiado con el presupuesto público junto con el sistema de ahorro individual.

Pero para hacerlo se necesita tener más recursos, ¿cierto? Este sistema nos cuesta hoy día 0.8 % del PIB ($20,000 millones aproximadamente) pero aquí hay una cuestión importante que no es el caso de ustedes. Por qué hicimos esto en 2008 y no antes? Porque pudimos montar un sistema de este tipo que tiene un impacto fiscal cuando ya el costo de la transición en Chile lo habíamos pagado.