En aduanas poco personal, mala coordinación y discrecionalidad en revisiones

El atraso en los trámites aduanales representa pérdidas de tiempo y de dinero para los usuarios de aduanas

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Las decisiones de los administradores de aduanas son, muchas veces, discrecionales y hacen perder tiempo a los transportistas y agentes aduaneros. Foto EDH / archivoEn la aduana del Puerto de Acajutla, no hay espacio suficiente en las bodegas. Foto EDH / archivo

Por Karen Molina nacional@eldiariodehoy.com

2014-06-05 8:00:00

La falta de coordinación entre instituciones, las horas improductivas, las excesivas inspecciones, la discrecionalidad de muchos de los empleados y el poco espacio de las bodegas son solo algunas de las trabas a las que los usuarios de aduanas se enfrentan todos los días y el reto al que deberán enfrentarse las nuevas autoridades, si quieren mejorar la logística comercial y la tramitología.

El presidente del comité de transporte y logística de la Cámara de Comercio, René Vásquez; José Antonio Larín, un agente aduanero en el país con más de 30 años de experiencia y Raúl Alfaro, presidente de la Asociación Salvadoreña de Transportistas Internacionales de Carga (ASTIC) viven a diario estos problemas y creen que si el Gobierno quiere mejorar la logística, debe poner manos a la obra en cosas aparentemente sencillas, pero que roban tiempo y dinero a las empresas.

Problema con horarios

Al desglosar algunos de los principales problemas en aduanas, está primero, el horario de trabajo. En teoría aduanas debe prestar servicio las 24 horas, los siete días de la semana. Pero en la práctica, las aduanas trabajan hasta las 10:00 p.m. El cambio de turno del personal y los días u horas de compensación a cambio de horas extra vuelven improductivas muchas horas de trabajo que son valiosas y costosas para los clientes.

“Ahí está uno, puntual a las 8:00 de la mañana y se topa uno con que el empleado entra a las nueve. O uno cree que está a tiempo para presentar sus trámites porque aún no son las 4:00 y se da cuenta que el empleado salió a las 3:00”, explica Vásquez. “El comercio de un país no tiene horario de 8:00 a 4:00”, indica.

Y ya no se hable sobre el tiempo perdido. Raúl Alfaro dice que él mismo ha visto a empleados viendo televisión, chateando o jugando mientras tienen una cola de tramitadores haciendo fila en su ventanilla.

“Hay cinco en el puesto, pero solo uno está trabajando y otros que, pudiendo hacer su trabajo en cinco minutos, se tardan de 40 a una hora”, reclama el transportista.

Pero no hay nada más temido por los agentes aduaneros y transportistas que una selectividad roja (al apretar el semáforo). “Ay Dios, eso es para llorar”, asegura el agente aduanal, José Antonio Larín.

Una luz roja significa que si hay un documento de embarque que tiene a cargo 13 contenedores, hay que revisar por completo esos 13 contenedores.

Vásquez explicó que en promedio, las aduanas de todo el mundo, revisan un 5 % de toda la carga que llega por aduanas, pero en El Salvador, las selectividades rojas aumentaron significativamente, aumentando la saturación en las oficinas.

Alfaro dice que las inspecciones rojas aumentaron con la instalación del equipo de rayos X que se utiliza desde este año.

Y al ver tanta revisión “a uno le queda el sinsabor de que son selectividades con el afán de ver alguna inconsistencia o error de dedo para ver de dónde sacan una multa”, y la multa es como mínimo, de $50, afirmó Vásquez.

“Pero la multa no está al otro lado del mundo. Lo que uno resiente es el tiempo”, dice Larín, pues esa multa de $50 representa un retraso de tres o cuatro días que para la empresa se multiplica en miles de dólares.

Se suponía que con el equipo de rayos X esto se agilizaría, pero de acuerdo con Vásquez, este equipo solo complicó aún más las cosas.

“Lo peor que le puede pasar a un empresario es no tener certeza ni de tiempo ni de costos”, dijo Vásquez.

Y si la mercadería va a revisión, no hay lugar para estacionar todos los furgones pues Larín asegura que al menos en Acajutla, los contenedores deben ir a una bodega muy pequeña. “Un lote de 14 contenedores tiene que revisarse de tres en tres porque no hay espacio”, dice Larín. Lo mismo pasa en la Aduana San Bartolo, donde hay días en los que hay entre 40 y 50 camiones en fila, para ser revisados, asegura Alfaro.

Ahí entra el problema de la descoordinación con las autoridades. Según Vásquez, la Dirección General de Aduanas toma decisiones que son desconocidas por otras, como la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA), así como la Policía Nacional Civil.

Al inicio esta última institución no fue tomada en cuenta para participar de las revisiones del equipo de rayos X, a pesar de que se enarbolaban el combate al contrabando y el narcotráfico como motivos para implementar la medida y aunque los contenedores tuvieran luz verde para pasar, la División Antinarcóticos tenía que revisarlos.

Tampoco se ha logrado una coordinación total con los bancos en los que las empresas deben hacer el pago de sus trámites.

La Comisión Intergremial para la Facilitación del Comercio (Cifacil), integrada por empresarios y exportadores le ha pedido a la Dirección General de Aduanas que mejore los trámites.

El Ministerio de Hacienda nombró como nuevo director de aduanas a Carlos Cativo, quien hasta hace poco fungía como director general de impuestos internos, y ahora las gremiales ven más posibilidad de diálogo con su llegada.