Ministro de Economía argentino: de “rojo incendiario” a negociador pragmático

Axel Kicillof resolvió algunas de las batallas que Argentina venía librando desde hacía años con empresas y acreedores.

descripción de la imagen
Axel Kicillof, ministro de Economía de Argentina, de 42 años, asumió el 20 de noviembre de 2013.

Por REUTERS

2014-06-13 11:00:00

Axel Kicillof resolvió algunas de las batallas que Argentina venía librando desde hacía años con empresas y acreedores.BUENOS AIRES. Cuando se convirtió el año pasado en ministro de Economía de Argentina, muchos en la comunidad financiera temían que Axel Kicillof, alguna vez descrito por uno de sus críticos como un “rojo incendiario marxista”, pudiera aislar aún más a la tercera economía latinoamericana en nombre de su ideología.

Por el contrario, este enigmático académico que alguna vez arremetió contra las firmas extranjeras por “saquear” al país, en pocos meses resolvió algunas de las batallas que Argentina venía librando desde hacía años con empresas y acreedores.

En un intento por atraer inversiones, cerró acuerdos con el Club de París para cancelar casi 10.000 millones de dólares en deuda y con el grupo petrolero español Repsol para compensarlo por la nacionalización de la compañía energética YPF.

Esos acuerdos han aumentado el precio de los bonos y acciones argentinas. Además renovaron la confianza de los inversores en un país que ha estado alejado de los mercados internacionales desde su masiva cesación de pagos del 2001/2002.

Ahora la prueba clave para el nuevo estilo conciliador de Kicillof será si puede cerrar un acuerdo con los acreedores rebeldes que se niegan a reestructurar sus bonos incumplidos, lo que le permitiría a Argentina finalmente dejar atrás su default.

Si la Corte Suprema de Estados Unidos decide no escuchar el caso argentino contra esos acreedores y Kicillof no logra negociar un pacto, la nación sudamericana se enfrenta a la posibilidad de una nueva cesación de pagos.

En dos canjes de deuda en el 2005 y en el 2010, el 93 por ciento de los tenedores de bonos argentinos en default aceptaron una quita del 65 por ciento a cambio de títulos nuevos. Pero el resto siguió reclamando el pago completo de los instrumentos.

“Ha pasado la barrera de la ideología al pragmatismo”, dijo a Reuters un ejecutivo que se ha sentado a negociar con el ex profesor universitario de 42 años. “Tiene un trato tremendamente pragmático, contrario a lo que podría parecer”.

Este hombre de negocios, como otros entrevistados para este artículo, pidieron no ser identificados por temor a que sus comentarios tuvieran un impacto en su relación con el Gobierno.

Kicillof declinó hablar con Reuters para este artículo.

Analistas han dicho que la derrota de la presidenta Cristina Fernández en las elecciones legislativas del año pasado y una peligrosa caída en las reservas internacionales del Banco Central obligaron a su Gobierno a tomar una posición más ortodoxa para favorecer la inversión internacional.

No queda claro si Kicillof está manejando la agenda o si Fernández ha impulsado el cambio. El ministro de Economía tiene una muy buena relación con la presidenta y su hijo, que lidera una influyente agrupación política juvenil.

Algunos analistas temen que Kicillof solo busque atraer la inversión extranjera para mantener a flote la desfalleciente economía argentina hasta el fin del mandato de Fernández en diciembre del 2015, en vez de realizar dolorosas reformas a los subsidios, barreras comerciales y controles de capitales que -consideran- son la causa de los problemas del país.

“Estas son medidas tácticas que son más liberales que antes, pero el Gobierno sigue ejerciendo controles, y eso no es liberal”, dijo Ricardo Rouvier, un analista que tiene su propia consultora y solía ser un asesor de Fernández.

Aun así, altos ejecutivos y diplomáticos de países extranjeros dijeron a Reuters que estaban impresionados por la rapidez y la habilidad con la que Kicillof selló los acuerdos.

Una fuente presente en las conversaciones con el Club de París a fines de mayo dijo que tuvo una buena impresión del ministro cuando explicó la importancia del acuerdo para Argentina con sólidos argumentos económicos más que políticos.

Conocido por su aversión a las corbatas, el estilo informal y tranquilo de Kicillof sorprendió a algunos de los presentes en las conversaciones en la capital francesa.

El funcionario sacó su propia computadora portátil para tomar notas sin delegar esa tarea a sus asesores, lo que llevó a uno de los negociadores a bromear preguntándose “¿dónde está el ministro?”.

Otro ejecutivo que se reúne regularmente con Kicillof dijo que no es la “persona difícil” que inicialmente parecía.

A diferencia de Guillermo Moreno, el combativo secretario de Comercio del equipo económico previo, que alguna vez se calzó guantes de boxeo a modo de amenaza durante una tensa reunión con empresarios, Kicillof es “tímido, amable, educado y culto”, dijo un ejecutivo.

“El tiene su visión de las cosas. No lo vas a convencer (de lo contrario), pero cuando quiere un resultado es capaz de salirse de la visión única”, agregó.

El joven ministro creció en el exclusivo barrio de Recoleta y fue a una escuela de elite. Fue el mejor de su clase en la universidad.

Un economista que conoció a Kicillof en sus días de estudiante dijo que es más un intelectual de izquierda que un peronista populista.

Asustados

Los inversores tenían bastantes razones para estar preocupados por Kicillof. Sus primeras apariciones en los titulares internacionales fueron cuando, como vice ministro de Economía en el 2012, diseñó la expropiación de YPF y defendió la decisión con fogosos discursos.

Fue en esos momentos cuando Walter Molano, un analista de BCP Securities en Estados Unidos, hizo el comentario sobre “rojo incendiario marxista”.

“Todos estábamos aterrados con este chico cuando la gente empezó a hablar de él como ministro de Economía”, dijo Alberto Bernal, jefe de mercados emergentes en el banco de inversión y operador Bulltick Capital Markets en Miami.

“La manera en que lo describiría ahora es como alguien que sigue siendo muy ideológico, un marxista, pero un marxista que está deseoso por hablar con Wall Street”, explicó.

El analista de Bulltick agregó que, cuando viajó a Buenos Aires junto a inversores en diciembre, recibió la más cálida bienvenida que ha tenido por parte de funcionarios argentinos en más de una década.

“Sentí un gran interés por parte del Gobierno argentino”, señaló Bernal. “La actitud del Gobierno fue totalmente diferente”.

Cuando Kicillof fue designado tenía poca experiencia en negocios o en política, ya que dedicó la mayor parte de su carrera al mundo académico dando clases y escribiendo acerca de John Maynard Keynes y Karl Marx.

En las conferencias de prensa sigue dando lecciones, subrayando frecuentemente su desagrado por el liberalismo económico.

Después del acuerdo con el Club de París, Kicillof alardeó de haber evitado la intervención del Fondo Monetario Internacional, entidad que llevó a gobiernos anteriores de la Argentina a reducir el gasto social y a privatizar compañías.

Sus críticos dicen que, si Kicillof hubiese sido menos ideológico y hubiese aceptado la auditoría del FMI, podría haber obtenido un plan de repago más generoso.

Pero su estrategia fue ampliamente celebrada en un país donde el FMI es denigrado por mucha gente.

Como ideólogo de vieja escuela que critica los principios de la globalización, considera que el camino de la Argentina a la prosperidad es a través de una fuerte demanda doméstica, y ha ampliado los programas sociales.

Pero los analistas creen que las menores reservas lo han hecho consciente de las urgentes necesidades de Argentina de obtener fondos externos para mantener la economía a flote y continuar financiando el sueño común que tiene junto a Fernández de la “inclusión social”.

La economía actualmente está en recesión o cercana a ella, y se encamina este año a su primera contracción desde el 2002 ante la caída de la producción industrial y la inflación que, siendo una de las más altas del mundo, golpea al consumo y la inversión.

“Lo que él básicamente ha hecho es resolver cada uno de los problemas en el camino de Argentina para retornar a los mercados”, dijo David Rees de Capital Economics en Londres.

Aún así, negociar con los acreedores “holdouts”, muchos de los cuales compraron deuda argentina con grandes descuentos y ahora demandan recuperar su valor total, implicaría un trago amargo mucho más polémico desde el punto de vista político que cualquiera de los acuerdos alcanzados hasta ahora.

El mes pasado, el jefe de Gabinete argentino dijo que el país podría considerar un acuerdo con los “holdouts”, que incluyen al fondo de cobertura NML Capital Ltd.

NML ha dicho que no ha sido contactado por el Gobierno a pesar de “sus varios requerimientos para negociar”.

La buena relación de Kicillof con Fernández y su hijo le da una fuerte posición negociadora que no gozaban sus antecesores.

Ignacio Labaqui, analista de la consultora Medley Global Advisors, dijo que Kicillof es el primer ministro argentino en casi una década en controlar prácticamente todas las áreas de la política económica.

Fernández lo suele consultar por teléfono o personalmente y lo alaba en sus discursos. Kicillof necesitará ejercer su influencia si quiere conseguir apoyo de la mandataria para negociar con los fondos que el Gobierno califica como “buitres”.

“Influye y mucho en ella, en lo que hace a política económica”, dijo un funcionario de nivel medio del Gobierno.

Axel Kicillof, ministro de Economía de Argentina, de 42 años, asumió el 20 de noviembre de 2013.