Igualdad social en Uruguay, o cómo hacer que un país funcione

Americas Quarterly señala que Uruguay lidera el ranking de inclusión social del continente, superando a Estados UnidosThe Economist nombró a Uruguay "país del año" y Mirna Liévano de Marques considera que El Salvador debería trabajar por alcanzar la igualdad social

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Mirna Liévano de Marques, prosecretaria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), economista salvadoreña y exministra de Planificación y Desarrollo. Foto MAURICIO C??CERES

Por Por Guadalupe Trigueros Fabeiro | Fotografía Mauricio Cáceres

2014-06-09 5:25:00

En Uruguay, “nadie es más que nadie” y se dice que los políticos se consideran insultados si se les cataloga como ricos. La austeridad es el rasgo común de los uruguayos y no escapa a sus candidatos presidenciales, ni mucho menos a su actual Presidente, José Mujica, quien dona más del 80 % de su salario, conduce un escarabajo de la década de los 70, sin escolta ni chofer, vive en un barrio y tiene cuatro perros, entre ellos, Manuela, la coja.

Los candidatos que corren para la presidencia han declarado sus bienes y sus ingresos, y según los periódicos “El Observador” y “El País”, solo uno supera el millón de dólares. Tabaré Vásquez, del Frente Amplio, es uno de los contendientes con ingresos medios. Como oncólogo, registra $2,500 al mes. Luís Lacalle Pou, del Partido Nacional, aunque aristócrata, declara un salario de legislador de $4,082 mensuales y un patrimonio de $136,000. Mientras, Pedro Bordaberry, del Partido Colorado, tiene un patrimonio de $1.4 millones.

Los uruguayos, al parecer, son consecuentes con sus inclinaciones hacia la austeridad, incluso a la hora de elegir a sus mandatarios. En las encuestas, el candidato preferido es Tabaré Vásquez (el que menos ingresos tiene). La semana pasada, fue blanco de duras críticas al prometer que regalará tabletas a los jubilados si lo eligen Presidente.

En otras palabras, entre más austero, mejor y la austeridad en el gasto corriente es la política que ha colocado a Uruguay en el ojo del mundo y entre los ejemplos raros y escasos de crecimiento económico con inclusión social, en manos de exguerrilleros.

El índice de Inclusión Social divulgado por Americas Quarterly (revista especializada en análisis de desarrollo), coloca a Uruguay en el segundo lugar de su ranking, con una puntuación de 71.2, después de Chile (71.9) y superando a Estados Unidos (43.3), donde 100 es la más alta.

La revista considera que Uruguay tiene un profundo compromiso con la sociedad y altos niveles de justicia reflejados en el gasto social y las bajas tasas de pobreza, gracias a la sostenibilidad en el crecimiento económico alcanzado. Las mediciones se basaron en niveles de participación política, derechos humanos, libertades civiles y acceso equitativo a los servicios sociales y al mercado laboral.

La revista The Economist también escogió a Uruguay como “el país del año”, en 2013, en parte por ser ejemplo de crecimiento económico, pero en mayor medida, por aprobar dos nuevas leyes que, a juicio del medio, mejoran la igualdad social y podrían cambiar el mundo, si son emuladas: la legalización de la marihuana y las bodas entre homosexuales.

Antes que resaltar por los matrimonios “gay” o por legalizar la producción y consumo de la marihuana, Uruguay destaca por obtener un grado de inversión calidad “Baa2”, de la calificadora Moody’s, al mismo nivel de Perú o Brasil, y por encima de Colombia (“Baa3”), debido al perfil crediticio de la deuda pública, a la continuidad del crecimiento económico basado en altos niveles de inversión y ganancias de productividad, así como por una menor exposición al riesgo regional y una mayor diversificación de su base exportadora.

En 2013, la economía de Uruguay creció 4.4 %, mientras las previsiones eran de solo un 4%. La inversión se expandió 6.2 % y la Comisión Económica para América Latina (Cepal) informó que el nivel de inversiones extranjeras directas recibida fue el más alto de la región y equivalió a un 5 % del PIB.

En total, Uruguay recibió inversión extranjera directa por $2,796 millones, según el informe.

El Banco Central reportó que el consumo privado subió 5.3 % y que todos los sectores productivos crecieron, excepto la industria manufacturera que cayó 0.4 %.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó hace un par de semanas una charla sobre productividad para la cual invitó a las autoridades económicas y financieras de Uruguay. Mirna Liévano de Marques, prosecretaria del BID, y exministra de Planificación de El Salvador, fue una de las involucradas y, en una entrevista para Expansión, comparte su experiencia en el organismo con los diferentes países, conversa sobre las claves de Uruguay para crecer, los factores a considerar para atraer mayor inversión extranjera directa y para mejorar la igualdad social de las naciones, como lo hizo Uruguay. Sus declaraciones, dijo la economista, son en calidad personal, no oficial.

Usted coordinó la política económica y social del país, ¿cuál fue la receta de crecimiento en aquella época y cuál debería ser la de ahora?

Primero quiero decirle que no creo en las retas, hay que analizar la situación en la que se vive para saber lo que es conveniente. Al trabajar en un organismo nacional se pierde el dogmatismo y se ve más el pragmatismo.

Más que colores políticos, es ver primero un ambiente de armonía, respeto a institucionalidad, incentivos a la inversión, no fiscales, ni monetarios, sino clima de inversión.

Seré honesta, me he separado mucho de dar seguimiento continuo a El Salvador porque tengo responsabilidades diferentes, me toca ver todos los países (…) pero una cosa importante que veo y percibo en pocos días que estoy aquí es un ambiente de polarización muy grande y eso no ayuda.

Estuve seis años en Nicaragua y nadie duda que es un gobierno de izquierda, y tenían una opinión inicial de apoyo a la microempresa, después conversamos para apoyar a todo el sector industrial para llevar avances a todos y el gobierno de Nicaragua con su orientación política que tiene apoya a todo el sector privado y tiene más inversión extranjera y crecimiento.

Simplemente es la convivencia pacífica y la voluntad política de que están convencidos de que tienen que trabajar mano a mano. Hay un acuerdo básico en el manejo económico.

Al inversionista privado le tiran alfombra roja y eso es un papel importante que tenemos que superar en El Salvador, esa convivencia pacífica y apoyo en toda su gama.

¿Cómo valora que la región crezca en inversiones y economía, excepto El Salvador?

Para promover la inversión no es solo registrar cifras, que es importante, pero no solo es eso, es clima de inversión, es la infraestructura, un estímulo no solo es incentivo fiscal, un estimulo es la conectividad.

¿Qué le llamó la atención de Uruguay?

Es ejemplo excepcional en toda América Latina y difícilmente de imitar. Primero, el presidente es un exguerrillero, fue reelecto un periodo, conduce un Volkswagen viejo, vive en su misma casa de toda la vida con una austeridad de un asceta, sus ministros y su gobierno tienen que seguir el ejemplo. Uruguay es una sociedad igualitaria y en eso tenemos que trabajar nosotros.

El BID organizó una charla de productividad e invitó al ministro de economía de Mujica, quien dijo que dar incentivos erosiona las arcas del Estado (…) Ellos no han quitado zonas francas, pero han creado un sistema paralelo con el mismo régimen de zona franca y, de tener un 20 % de inversión extranjera directa, han pasado a 80 % y ese es un ejemplo increíble y es un gobierno de izquierda.

Entonces, más que derecha o izquierda es lo que funciona y no funciona.