Las reformas fiscales de Funes no bajaron el déficit ni la deuda

El desequilibrio de la balanza de gastos e ingresos no logró corregirse

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El ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, se ha presentado en tres ocasiones en la Asamblea Legislativa solicitando que se le aprueben tres paquetes de reforma, que más que fiscales, han estado orientadas a elevar la carga tributaria. foto edh /archivo

Por Juan José Morales negocios@eldiariodehoy.com

2014-05-18 8:00:00

A punto de cerrarse los cinco años de gestión del presidente saliente Mauricio Funes, la Asamblea Legislativa recibió la semana pasada el tercer paquete de reforma fiscal. Aunque los dos anteriores sí incrementaron la captación de impuestos, no lograron bajar el excesivo gasto gubernamental y parecería que este último correrá igual suerte, según anticipan analistas consultados.

En 2009 Hacienda propuso subir el impuesto a las bebidas alcohólicas y se reformó el impuesto al IVA y a la renta; en 2012 se gravaron los dividendos y se subió la renta a las empresas, y ahora se pretende gravar los bienes inmuebles y las transacciones financieras.

En términos técnicos, cuando se habla de una reforma fiscal se debe incluir una reducción del déficit (la relación entre gastos e ingresos), bajar la deuda pública y, sobre todo, apostar por un mayor crecimiento económico para tener mayor margen de inversión y estimular la recaudación de impuestos.

Pero para algunos economistas, la propuesta de carácter tributario que entregó el pasado jueves el ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, se trata de una reforma que no corrige la esencia del problema fiscal (porque no genera el dinero suficiente para cubrir el déficit) y porque la conversión de deuda de corto plazo (Letras de Tesorería, Letes) a deuda de largo plazo; sólo limpiaría la “tarjeta de crédito” del Gobierno para que se vuelva a endeudar.

Pedro Argumedo, economista de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), señaló “las tres supuestas reformas que ha presentado este gobierno tiene una característica común: siempre buscan compensar un déficit presupuestario porque se tiene un gasto corriente elevado y ni las transferencias (en su momento) lograron corregir la situación”.

Esta es una constante en las dos primeras reformas tributarias, porque sólo han permitido aumentar la carga tributaria en 16%, aunque la ejecución presupuestaria sigue siendo crítica, sobre todo en áreas de inversión pública y la generación de un buen clima para hacer negocios.

En 2009, cuando el gobierno entrante encontró un desbalance en el erario (en parte por la crisis económica), la primera propuesta de reforma tributaria se centró en pretender gravar con un 10 % en concepto de renta al transporte de carga internacional, las materias primas, bienes intermedios y productos terminados.

Esto en teoría inyectó $250 millones adicionales al presupuesto de 2010, aunque en dicho año el déficit ya comenzada a mostrar signos que insinuaban preocupación, con un -3.2% de desbalance fiscal con lo cual inició el debate sobre la necesidad de un pacto fiscal para controlar la situación, lo cual se negoció pero luego el gobierno pasó por alto, contrayendo más Letes y prestamos con organismos internacionales.

Argumedo recordó que ese proyecto no dio los mejores resultados porque dicha iniciativa freno el aumento del valor de muchos capitales lo cual limitó las ganancias y por ello hasta redujo el estimado de recaudación.

La mayoría de impuestos (a las bebidas alcohólicas y el consumo de tabaco) de2009, fueron más de carácter regresivo y las fuertes críticas se enfocaron en los seguros y reaseguros, sobre todo porque el país no puede influenciar los precios de estos servicios en el mercado internacional.

Para 2011 Hacienda indicó que con un segundo pliego de reformas se pretendía recaudar alrededor de $177 millones adicionales el próximo año y reducir el déficit a 2.5 %. De este modo se presentaron varias modificaciones en relación al Impuesto Sobre la Renta (ISR) y retenciones de hasta 5 % por utilidades que a la larga permitieron pasar la carga tributaria del 12.5 % a l 17 %.

“El problema de apostarle solo a la recaudación y no a la reducción del gasto genera un problema sistémico porque crea, en teoría, un Estado fuerte, con una buena base tributaria, pero esto no es sinónimo de eficiencia y buena capacidad de gestión. Eso es lo que ha pasado con la gestión Funes”, recalcó Argumedo.

El titular de Hacienda, Carlos Cáceres, ha reiterado durante toda su gestión que el tema del déficit es complicado pero aunque se comprometió a reducirlo no tomó medidas para frenar transferencias y otros desembolsos como el tema subsidios, lo cual puso un gran peso a las finanzas públicas.

Hoy el presidente saliente Funes cierra su gestión con un nuevo paquete de reformas bajo el brazo con un escenario de alta deuda (casi el 60% del Producto Interno Bruto, PIB) y un déficit fiscal cercano al 4 %, con el cual pretende dejar “la mesa limpia” a Salvador Sánchez Cerén.