Aparte de buscar financiamiento para los antiguos sistemas de reparto, los países latinoamericanos tienen otros retos no menos difíciles: incluir al sector informal al sistema de ahorro y dar pensiones solidarias a los ancianos que no cotizaron en ningún tipo de sistema, de reparto o individual.
Para ampliar la base de cotizantes, el reto es poder formalizar amplios sectores de la economía que hoy día no tienen ingresos suficientes para cotizar.
Para esto, Carmen Pagés, ejecutiva del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expuso en el último congreso de pensiones de Cartagena que la clave está en generar mejores empleos y aumentar el trabajo formal en las economías.
Y para el segundo, Pagés opina que las pensiones no contributivas deben ser “bien institucionalizadas” para que puedan ser sostenibles y además transparentes.
En estos puntos, fue enfático el presidente de Asafondos, René Novellino, quien consideró que “el poco crecimiento económico es un obstáculo para ampliar la cobertura” y explicó que para revertir esa situación se requiere dinamizar la economía para crear más empleos.
Sobre el pilar solidario de las pensiones, es decir, los dineros que se pueden dar a los ancianos que no cotizaron, Mauricio Toro, presidente de la AFP colombiana Protección, opina que hay retos por delante pues si no se paga el componente solidario, “el sistema se vuelve inequitativo” y que el modelo debe tener esos elementos.
Mientras en el tema de la rentabilidad de las pensiones de AFP, el chileno Guillermo Tagle, de la gremial empresarial ICARE, argumentó en su exposición que los retos de la industria son buscar reducir las comisiones de gestión y mejorar la rentabilidad de los ahorros de los trabajadores.
“Para acercarse a la frontera eficiente es necesario aumentar la riqueza de la cartera (de inversión)”, concluyó el especialista chileno en Cartagena.