Panamá considera inviable otro canal interoceánico

La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) destaca que otro proyecto similar en Centroamérica implica una inversión tan alta que sería difícil de recuperar

descripción de la imagen

La industria logística representa el 16 % del PIB de Panamá.

Por Texto y fotos por Omar Cabrera

2014-02-04 9:00:00

Un nuevo canal interoceánico en Centroamérica como el que se han planteado Nicaragua, Guatemala y El Salvador es inviable porque requeriría una inversión tan alta que sería difícil de recuperar en las condiciones actuales del comercio mundial.

Esa es la conclusión a la que ha llegado el administrador del Canal de Panamá, Luis Quijano.

“Los costos de hacer un canal, no una ampliación, un canal que compita con este canal (de Panamá) son elevadísimos, y los números no dan hoy día para hacer un canal entero nuevamente”, aseguró Quijano.

Tanto el gobierno de Nicaragua como el de Guatemala han planteado la posibilidad de construir un nuevo canal interoceánico. El Salvador también ha evaluado esa posibilidad, pero tendría que hacerlo conjuntamente con otro país porque no tiene salida al Océano Atlántico.

Este sueño de un nuevo paso interoceánico que aprovechara el acelerado crecimiento del comercio mundial incluso motivó la construcción del puerto de La Unión en El Salvador, así como millonarias inversiones para ampliar puerto Quetzal, en Guatemala, y puerto Moín, en Costa Rica.

Pero quizá el proyecto que más expectativa genera es el de Nicaragua, al punto que el gobierno de ese país ya concesionó la construcción y manejo del canal al consorcio chino HKND Group.

A mediados de enero, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dijo que la construcción del paso interoceánico empezará en diciembre de este año.

Los cálculos oficiales estiman que el canal de Nicaragua requerirá una inversión de 40 mil millones de dólares, e incluirá un oleoducto, una carretera, dos puertos de aguas profundas, dos aeropuertos y dos zonas francas.

“Los estimados que nosotros hemos hecho son mucho más elevados a los estimados que hemos visto, por ejemplo, en el canal de Nicaragua”, opinó el administrador del Canal de Panamá.

“Vemos que esos costos están sumamente subestimados, y yo me imagino que los que están interesados en esta propuesta van a reevaluarlos”, agregó Quijano.

El administrador dio estas declaraciones durante una reciente visita que periodistas latinoamericanos hicieron a Panamá para participar en un seminario organizado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Cuando una periodista de Nicaragua le preguntó a Quijano si el mundo necesita otro canal u otros canales, el administrador le respondió “Nosotros creemos que no”.

Panamá inició en 2007 las obras para una tercera línea de su canal interoceánico, con una inversión total estimada en 5,250 millones de dólares, incluyendo un tercer juego de esclusas y otras obras, como dos represas para los lagos Gatún y Miraflores.

Actualmente, por el canal de Panamá atraviesan buques con una capacidad máxima de 4,400 contenedores de 20 pies. Tras la ampliación, el canal podrá atender naves de hasta 14,000 contenedores.

Aún así, se calcula que cuando las obras de ampliación estén terminadas, un 12 por ciento de los buques en el mundo tendrá una capacidad mayor a 14,000 contenedores. De hecho, el mayor barco de carga que ya surca los mares puede transportar 18,000 contenedores de 20 pies.

Por esta razón, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) ya visualiza la construcción de un cuarto juego de esclusas, pero este proyecto no se iniciará antes de los próximos cinco años, según anticipó Luis Ferreira, especialista en Comunicación de la entidad.

Un canal más largo

Una de las razones por las cuales otro canal interoceánico en Centroamérica es inviable es la extensión del mismo, razonó Quijano.

El canal de Panamá mide 80 kilómetros de largo y cuenta con dos líneas, cada una de las cuales tiene tres esclusas en el extremo del Océano Atlántico y otras tres en el del Pacífico.

Para el caso de Nicaragua, el canal mediría más de 250 kilómetros de largo, y los especialistas panameños calculan que requeriría cuatro esclusas en cada lado. Eso significa que el tiempo que tardaría cada barco en atravesar el paso interoceánico sería más del triple que en Panamá.

En el canal de Panamá, un barco tarda entre 8 y 12 horas para pasar de un océano a otro. En un eventual canal en Nicaragua, ese tiempo se extendería a entre uno y dos días.

Adicionalmente, Nicaragua tiene problemas limítrofes con Costa Rica en el río San Juan, razón por la cual es probable que decida no usar esa ruta, que es técnicamente la más conveniente para construir el canal.

Cuando el canal de Panamá empezó a funcionar y hasta la fecha, lo ha hecho en condiciones de monopolio. Si otro nuevo paso interoceánico empieza a operar, tendrá que competir con el de Panamá, que justamente este año cumple un siglo de funcionamiento.

“Somos muy competitivos, y el que empiece un canal va a tener que competir muy fuertemente con nosotros, así que les deseo suerte”, dijo Quijano.

Hoy vence plazo

La ampliación del canal de Panamá se encuentra semiparalizada a raíz del conflicto que ha surgido entre el consorcio encargado de la construcción de las esclusas y la Autoridad del Canal de Panamá.

Cuando las obras se encontraban en su apogeo, un total de 14,000 trabajadores laboraban en las mismas. Esa cantidad se ha reducido a cerca de 1,000 en este momento.

La ACP y el Grupo Unidos por el Canal (GUPC) se han fijado como plazo hoy, martes 4 de febrero, para lograr un acuerdo que permita continuar con las obras hasta su finalización, prevista para 2015.

El consorcio constructor reclama unos 1,600 millones de dólares en concepto de sobrecostos. Si ambas partes no alcanzan un acuerdo hoy, es probable que algunas de las intenciones de reclamo pasen a una segunda fase y terminen incluso por llegar a una tercera, que consiste en un arbitraje internacional ante la International Chamber of Commerce (ICC).

Las autoridades panameñas quieren evitar a toda costa este alargamiento del conflicto porque dilataría la conclusión de las obras, pero se niega a pagar los sobrecostos.