Aunque técnicamente Saúl Jiménez está jubilado, en la práctica es un emprendedor que decidió fundar una de las principales farmacias de Juayúa, el turístico pueblo sonsonateco rodeado de cafetales, montañas y vida.
En su negocio se percibe el crecimiento económico. Y su último golpe certero fue encontrar en Banco Agrícola un socio. Porque sabe que en días difíciles hay oportunidades. Siempre.
Así, desde mediados de mayo, farmacia Cristo Negro se convirtió en el lugar donde un plan piloto comenzó a gestarse. Se trataba de convertir la banca en algo menos formal y, sin perder el respaldo y la confianza que generan estas instituciones, transformar los negocios de los pueblos y barrios en puntos de intercambio comercial, pero sobre todo de gestión de créditos y sueños.
Hoy la gente puede resolver, de golpe, dos dolores de cabeza en ‘la botica’ de Don Saúl: evitar el viaje pesado a Sonsonate para pagar un servicio básico o una tarjeta de crédito y pedir una acetaminofén para la jaqueca. Una buena combinación.
Jiménez afirmó que superó las expectativas del Banco, ya que luego de la instalación del sistema informático comenzó a recibir múltiples visitas, que conllevaron casi 1,200 transacciones en los primeros dos meses.
“Estar asociados nos da prestigio y nos permite elevar nuestra capacidad de inversión en poco tiempo, es muy positivo”, afirmó, con una gran sonrisa.
Los días clave para Jiménez serán los fines de semana porque ya experimentó como la gente que llega en plan turístico “siempre deja algo pendiente”, como el pago de una factura o el retiro de una remesa familiar.
Es este el nuevo banco, donde todos están incluidos. —EDH