La muerte de Andrea L. G. fue uno de los muchos casos de asesinatos de mujeres que se cometieron en abril que siguen en la impunidad. En el referido mes en todo El Salvador, 34 mujeres fueron asesinadas en diferentes circunstancias.
De la referida cantidad de crímenes cometidos contra mujeres, el Estado salvadoreño solo ha podido capturar a los sospechosos de cuatro casos. ElSalvador.com publica a continuación una de las desgarradoras historias de mujeres asesinadas.
Un grupo de hombres encapuchados, vistiendo ropas similares a las usadas por los agentes de la Policía Nacional Civil, llegó el 21 de abril a una casa del cantón Platanares, municipio de Moncagua, en el departamento de San Miguel. Dijeron que eran policías. Llevaban pistolas, escopetas, fusiles AK-47, chalecos antibalas y calzaban botas junglas.
Era medianoche. Dijeron que eran policías. Cuando los habitantes abrieron, les dijeron que les tomarían una foto. Sacaron a Andrea L. G., a la mamá al papá y a un hermano a quienes les colocaron una cincha plástica pero menos gruesa que las que usa la policía.
Cuando estaban afuera de la casa, los asesinos metieron a los dos hombres a la casa, quedando solo las dos mujeres en el patio. Fue entonces que Andrea le dijo: No son policías, mamá. En cuestión de segundos también introdujeron a la señora a la casa y, por fuera, aseguraron tranca a la puerta. La señora escuchó que uno de los verdugos le dijo a su hija: “Qué ojazos los que tenés, bicha”.
Un vez encerrados, los tres escucharon que Andrea quiso gritar pero solo alcanzó a decir: mamá… Luego, al parecer, le taparon la boca.
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A como pudo, uno de los hombres se liberó reventando la cincha plástica, luego soltó a los demás. Cuando lograron abrir la puerta ya no había nadie.
Habían llegado en una camioneta blanca y en la misma se retiraron. A los pocos minutos escucharon un disparo, no muy lejos de la casa. Los tres presintieron la tragedia y salieron a buscar a Andrea por el rumbo donde escucharon la detonación.
Como a la media hora, la encontraron. Tenía un disparo en la frente.
Los padres de Andrea prefirieron no hablar mucho del caso. Se limitaron a decir que no es cierto lo que de su hija se dijo en las noticias: que era novia de un pandillero, que la pretendía un pandillero, y hasta que tenía un hijo. Nada de eso es cierto, dicen.
Fuentes policiales aseguran que antes de que el grupo armado llegara a sacar a Andrea, habían ingresado a una vivienda cercana, donde derribaron la puerta. Allí buscaban a jóvenes involucrados con pandillas, pero la casa estaba vacía.
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Lugar de mucha delincuencia
Desde hace cuatro años el cantón Platanares ya no es sinónimo de desarrollo, de un lugar donde se puede encontrar trabajo en una hacienda dedicada al cultivo de agave y a la producción de tejidos de henequén. Por el contrario, se está volviendo un lugar del que muchos quieren escapar a pesar de que allí han vivido y trabajado por años.
Hasta el 21 de abril anterior, unas ocho familias habían abandonado ese cantón donde los homicidios han venido al alza.
El 14 de abril, la Fiscalía capturó a varias personas sospechosas de pertenecer a grupos terroristas, específicamente a una clica de la MS que, según fuentes policiales y fiscales, es una agrupación que se está metiendo de lleno al narcotráfico.
En ese mismo operativo, en una vivienda de ese mismo cantón encontraron siete mil dólares en efectivo, informó la Fiscalía.
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