Daysi tiene 43 años. Desde hace ocho años no sabe del paradero de su hija. Hace un mes se enteró de que tiene un nieto de dos años y que estaba abandonado en Guatemala. El 14 de marzo, Dennis estaba cumpliendo dos años y Daysi recién se enteraba de su existencia.
Para ella enterarse ese día, justo en el cumpleaños del niño, de que era abuela, fue una gran sorpresa, también ese día volvió a sentir la ausencia de su hija Lucía.
No sabe nada de la joven, desde el día que salió de su casa, sin previo aviso.
“Cuando vi el carro de la Procuraduría (PGR) me pregunté: ¿y ahora qué pasa? Una trabajadora social habló conmigo y me dijo que tenía un nieto, que justo ese día estaba cumpliendo dos años”, recuerda Daysi, mientras arrullaba a su nieto en afán de que se duerma.
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La mayoría de los infantes en abandono tiene de cero a nueve años de edad. En 2016 hubo 535 menores de edad abandonados, de esos 296 quedan institucionalizados, según datos del Isna.
En Guatemala, Lucía y su hijo dormían en las calles como indigentes y fueron acogidos en un centros de resguardo. En una ocasión, cuando Lucía tenía un control médico se escapó del lugar y abandonó al niño cuando tenía siete meses de edad.
Desde ese día y hasta los dos años, Dennis recibió el cuido que las personas de la institución le brindaban y estaban en el proceso de darlo en adopción.
Pero cuando descubrieron que la madre era salvadoreña, decidieron desistir e iniciar una nueva búsqueda.
Nueva oportunidad
Daysi ve a su nieto, llora, lo envuelve de amor con solo una mirada y agradece a Dios por la oportunidad de tenerlo.
“Desde que me dijeron de él, para mí fue desesperación, intranquilidad de (querer) saber cómo estaba el niño, si había comido o qué pasaba con él”, confiesa la abuela.
La mañana del 27 de marzo, Daysi volvió a sentir la sensación que experimentó cuando sus hijas nacieron; ese día sintió que volvió a ser mamá, cuando cargó por primera vez a su nieto.
“La sangre llama”, dice la mujer. Tan pronto la vio, el niño se apegó a su abuela.
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Cambiar pañales fue una prueba de fuego para Daysi, tenía miedo de que el niño no lo permitiera. Fue un temor sin fundamento; el niño sonreía al ver el rostro de su nueva familia y disfrutaba ese contacto cercano.
Círculo
Daysi está sentada en una silla de plástico, Dennis llora sobre las piernas de su abuela.
La abuela también llora al recordar la vida que tuvo hasta hace algunos días el niño, llora por Lucía, llora por ella misma y por sus recuerdos.
“Yo fui abandonada. El testimonio de mi madre fue duro. Ella se fue cuando yo tenía seis meses de edad, éramos nueve hermanos, a unos los vendió, otros los regaló. No quiero que eso surja en mi familia, en mis hijos”, sentencia Daysi, quien creció al lado de su abuela, pero por su avanzada edad no podía darle los cuidados y atención que necesitaba.
“Cuando yo habló de Lucía se abren heridas muy profundas y duelen mucho porque Lucía nació de una violación”, confiesa la mujer, sumida en llanto.
Daysi fue abusada sexualmente a partir de los ocho años; dice recordar que fueron entre 15 a 20 personas y en repetidas ocasiones. Lucía fue producto de una de las tantas violaciones, cuando tenía 14 años.
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Lucía fue violada en Guatemala y Dennis es producto de esa violación, según el expediente de las autoridades. Se desconoce la identidad del padre, en las partidas de nacimiento de Guatemala solo aparece el nombre de la madre.
En su infancia Lucía comenzó a sufrir ataques de epilepsia y su temperamento era inestable, recuerda Daysi.
Lucía ronda los 30 años de edad y podría tener un trastorno neurológico crónico, que afecta el sistema nervioso y causa que las personas tengan trastornos psicosociales, advierte Julio Valle, médico general.
“El daño neurológico es cada vez que sufren una epilepsia, una neurona se muere y son las únicas células que no se regeneran, he ahí es donde viene el problema porque si estas personas pasan mucho tiempo de su vida convulsionando pueden llegar a perder el habla, movimiento y tener afectaciones mentales”, explica Valle.
Añade que los daños dependen de dónde esté el foco de epilepsia, pero de cada 100 personas con este padecimiento, entre 11 a 15 podrían llegar a este grado.
Daysi es consciente que probable no vuelva a ver a su hija, por eso su nieto representa una nueva oportunidad y el heredero del cariño y cuidado que no dio a Lucía.
“Espero en Dios volver a verla. De ella desconozco; con la enfermedad que ella tiene, así como puede venir, no puede venir”, se resigna la angustiada madre y nueva abuela.
Foto EDH/ Jorge Reyes
Procuraduría
La Procuradora General, Sonia Cortez de Madriz, explicó que fue difícil lograr que el niño fuera regresado a su familia salvadoreña, pues tenían nacionalidad guatemalteca y estaba a punto de ser dado en adopción.
Cuando Lucía se escapó del centro de resguardo dejó su DUI en el lugar, así fue como las autoridades de Guatemala determinaron que la madre del menor era salvadoreña y podría existir familia de él en el país.
La Procuraduría General de la Nación de Guatemala (PGN) se comunicó el 5 de febrero pasado con la PGR salvadoreña y pidió que se realizará una investigación para identificar “un recurso familiar” del niño.
Cuando la institución salvadoreña fue notificada procedió a investigar sobre la familia de la madre del menor y determinaron que tenía familia ampliada, solo era cuestión de tiempo para encontrarla.
La siguiente etapa del proceso fue determinar que el menor no tenía ningún precedente legal en El Salvador porque habían nacido en Guatemala, entonces solicitaron un registro para el menor en el Registro Nacional de Personas Naturales (RNPN), para luego obtener la partida de nacimiento.
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Según explicó la procuradora, el hecho que el niño fuera de nacionalidad guatemalteca podría haber influenciado para que estuviera institucionalizado en el país vecino o fuera dado en adopción.
El 22 de febrero, personal de la Procuraduría General viajó a Guatemala y pidió que se les diera un mes para hacer las investigaciones correspondientes, encontrar a la familia del infante o buscar espacio en uno de los centros de resguardo del país para que el menor fuera internado.
“El niño ya estaba para darlo en adopción, desde los siete meses se encontraba institucionalizado en Guatemala (…) encontramos a la abuela y ella dijo que con gusto se hacía cargo del nieto, así fue como se precedió a la entrega del menor “, explicó la funcionaria salvadoreña.
Asegura que una de las primera dificultades que tuvieron para encontrar a la familia materna de Dennis era que la dirección del DUI de la progenitora no coincidía con el domicilio actual de Daysi porque algunos detalles como número de casa cambiaban.
No obstante, después de tres viajes al lugar y a través de referencias que daban los vecinos, Daysi fue encontrada.
“Para nosotros fue importante encontrar a la abuela porque eso significaba que si nos daban al niño iba a estar con su familia y no institucionalizado”, explicó la procuradora.
En la audiencia programada para el 23 de marzo, llevada a cabo en Guatemala, el personal de la PGR comprobó que se había encontrado a la abuela materna del menor.
Además, ya se había tramitado la partida y nacionalidad salvadoreña del niño y los juzgados de menores de Guatemala fallaron a favor de la PGR salvadoreña y procedieron a entregar a Dennis a su familia.
Así fue como el 27 de marzo el niño fue entregado a Daysi.
Este es el segundo caso de este tipo que la PGR atiende en lo que va del año. La Procuradora asegura que el caso de Dennis se resolvió en tiempo extraordinario, sobre todo porque estaba cerca el periodo vacacional de Semana Santa, pero no fue impedimento para garantizar un hogar para el menor.
“Siempre vamos a procurar el bienestar de nuestros niñas y niños. No dudamos que más casos como estos sigan apareciendo y vamos a tratar de resolverlos los más pronto posible porque es importante que el menor esté con su familia”, dijo Madriz.