Santos Jeremías Ávalos, de 13 años, cursa séptimo grado pero tiene más de un mes de no ir a clases por los daños en la piel de su cabeza provocados por un hongo; el 4 de abril pasado perdió la cita en el hospital público, porque su madre, no tenía el dinero del pasaje para llevarlo a la consulta.
Del hongo se contagió cuando cayó en un río contaminado, en el accidente en el que su sobrina Bethany Xiomara Montes, en ese entonces de cinco años, perdió la pierna y el brazo derecho, el 25 de abril de 2017. La tragedia fue por culpa del conductor, quien estaba ebrio, según familiares de las víctimas.
El hongo se sigue expandiendo en la cabeza del adolescente y hay riesgo de que la infección ponga en riesgo su vida.
“Me siento mal, me duele la cabeza, pero no se puede hacer nada porque no hay pisto”, dice con decepción Santos, de pie con la mirada hacia abajo, mientras se reclinaba en una de las láminas de su casa en el cantón San Felipe, de Apastepeque, en San Vicente.
En su cabeza, lleva un parche, recientemente le desinfectaron un agujero provocado por el hongo. Santos ya se sometió a una operación, pero el hongo persiste.
La madre del adolescente, María Hernández, manifiesta que los médicos le explicaron que su hijo requiere de un tratamiento, que no está disponible en el hospital Santa Gertrudis de San Vicente, en donde el muchacho pasa consulta mensualmente.
María se dedica a lavar ropa ajena y sus ingreso, muchas veces, no alcanzar para llevar al muchacho al hospital.
El día del accidente, Santos iba a bordo del pick up que cayó en el río Ismataco, de San Vicente. Con encogimiento en sus hombros, el niño recordó parte de la tragedia, que para él, comenzó antes que cayeran al río, porque el conductor del pick up dio vueltas a excesiva velocidad, lo que le ocasionó miedo de inmediato. “Me acuerdo que una de las personas que murió, venía nerviosa y dijo que el carro iba demasiado rápido”, relata Santos.
Fue entonces, que en unos segundos, se encontraron dando vueltas, según él, dieron tres vueltas antes de caer al río.
De eso, solo recuerda, que se agarró con fuerza del barandal de arriba del vehículo, y se desmayó. Cuando se despertó, estaba sobre una piedra, mientras los demás eran auxiliados por los cuerpos de socorro.
Bethany, amputada por culpa de un accidente
Bethany Montes salió de paseo con sus parientes; pero al regreso del viaje, el motorista que contrataron estaba ebrio y se accidentó, narró la familia. Hubo tres muertos en esa tragedia. La niña estuvo en riesgo de fallecer.
Santos recibió las atenciones requeridas en el hospital de San Vicente; los médicos dijeron que los golpes y las heridas eran leves, por lo que fue dado de alta el mismo día.
Sin embargo, un mes después del accidente, Santos empezó a padecer fuertes dolores de cabeza, calentura y mareos, por lo que María lo llevó al médico.
Tras encontrar el hongo en la cabeza y la infección, al adolescente le realizaron una operación para extirparlo, tenía un coágulo de sangre y pus.
Desde ese momento, su único medicamento han sido la penicilina y la acetaminofén, esta última las recibe por caridad de los vecinos.
Al perder la cita en el hospital, debe esperar dos meses más para pasar la consulta.
Según la madre, para el tratamiento necesita más de $50. En un hospital privado le pidieron $130 por consulta y medicación. “He dejado de ir a la escuela porque me hace daño el sol y se burlan de mí”, dijo Santos. María buscó ayuda con el motorista responsable del accidente, pero la respuesta fue que era “una comelona de dinero”, seguido de otros insultos.
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María Andrea Hernández teléfono 7818-4497