SAN VICENTE. El marañón es una de las frutas tropicales más conocidas por lo salvadoreños por su sabor natural y del que se pueden sacar muchos productos comestibles, entre ellos la semilla de marañón tostada.
En el municipio de Tecoluca, los pobladores han dedicado gran parte de su vida al cultivo de esa fruta.
Así lo afirma Mariano López, un sembrador de marañón que junto a Marta López, su esposa, llevan cultivando la fruta en su parcela, desde hace 28 años.
El terreno que ellos tienen ha servido para cultivar marañón desde 1991 y hasta la fecha permanece en pie.
Las semillas del marañón que provienen de los cultivos se llevan a la planta de Tecoluca, que pertenece a la Asociación de Productores Agroindustriales Orgánicos de El Salvador (Aprainores) y actualmente cuenta con 63 socios, que conforman una plantación de marañón de 200 manzanas.
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Así mismo, para el proceso de producción del marañón, la planta cuenta con 74 empleados, de los cuales 80% son mujeres.
El proceso inicia con el acopio de semilla y según Edwin Munguía, miembro de la administración de trabajo de la empresa Aprainores, consiste en “recibir la semilla que viene de los campos o las parcelas de los productores de las plantaciones del marañón, acá las recibimos y le damos un proceso de secado que consiste en exponer al sol durante un periodo de 3 días la semilla”.
Cuando se tiene el grano clasificado y seco pasa a la fase de cocido, que es básicamente darle un proceso térmico a la semilla con una cocción de 200° grados, es decir, elevar la temperatura a la semilla para que sea blando y fácil de digerir para el consumo.
Munguía explicó que cuando ya la semilla de marañón se encuentra blanda, se abre con el objetivo de extraer la parte comestible, A este procedimiento se le llama descortezado.
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“Después pasamos al área de horno, en esta área lo que hacemos es tostar la otra parte que cubre y protege la semilla”, indicó.
Existen hornos especializados para esta tarea, los trabajadores responsables de colocar las semillas deben usar guantes y protector de ojos, ya que el calor que el horno emana es muy alto.
Ellos esperan aproximadamente tres o cuatro horas después de haber puesto las semillas dentro del horno a una temperatura de 90° grados.
Posteriormente sigue el despeliculado, este proceso consiste en separar la cascarilla de la parte comestible de la semilla.
Para ésta tarea hay una sección especial donde los trabajadores deben usar mascarillas, redecillas y guantes para no contaminar la semilla.
Por último, la semilla se clasifica y se empaca para que se exporte y se venda.
“Empacamos la semilla en bolsas con un peso de 25 libras, es un proceso que va completamente al vacío para luego ser exportado rumbo a Francia y Estados Unidos”, señaló Munguía.
La empresa actualmente exporta alrededor de 35 toneladas métricas al año, con miras a incrementarse en los próximos años. APRAINORES exporta el 95% de su producto a países como Alemania, Bélgica, Inglaterra y Estados Unidos de América.