Taxista se llama igual a un pandillero y lo persigue la Policía

Desde 2007, a pesar de las diligencias realizadas, sigue perfilado como un criminal y es acosado por las autoridades

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Imagen de referencia. Foto/Archivo

Por Stanley Luna

2018-04-03 10:00:31

El 21 de septiembre de 2007 Carlos Alberto del Cid Campos llegó a la Unidad de Registros y Antecedentes Policiales ubicaba en el centro de San Salvador. Aplicaba a un trabajo y, al igual que todo el que busca un empleo formal, debía justificar que no está en problemas con la ley.

Esperó una hora y media su solvencia policial y, a pesar que las personas que habían llegado antes o al mismo tiempo que él salían con el documento en mano, a él no lo atendían. Cuando preguntó por qué la demora, un policía lo remitió a la oficina jurídica.

-Qué ondas, “Zarco”. ¿Cómo están las cosas? ¿Verdad que por más que se corran siempre vienen a caer?- le reprochó un colaborador jurídico.

– Con mucho respeto, creo que usted se ha equivocado- replicó Carlos.

– No, a mí no me van a andar con paja. Aquí caíste ya, la regaste- respondió el empleado.

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Carlos fue esposado. En el intento de no dejar que lo detuvieran, un policía le pegó tres pechadas. El colaborador jurídico le dijo que no se complicarían y lo subirían a una patrulla para verificar si tenía un antecedente delictivo, pero intervino una colega suya y le sugirió que mejor le extendieran un oficio para que lo presentara en el juzgado donde, según ellos, era requerido.

El hombre cuenta la historia 11 años después del incidente en un lugar de comida rápida de un centro comercial al norte de San Salvador. Su mirada está atenta a todos lados, dice que les tiene miedo a los policías porque lo han confundido con un pandillero de la MS acusado de haber asesinado a otro pandillero y en tres ocasiones, además de la de 2007, ha tenido que convencer a más policías que no es él a quien buscan.

No limpiar su imagen también le impide contar con un empleo formal; hoy trabaja como taxista pirata, ya que a quien buscan las autoridades es a Carlos Alberto Gómez del Cid, quien solo está identificado con el segundo apellido en un expediente judicial, pero con los dos en una ficha policial, donde se especifica que vive en un lugar diferente al del otro Carlos, usa tatuajes alusivos a la MS y ha sido capturado en ocho ocasiones por diferentes delitos.

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Aunque ambos nacieron en 1985, el pandillero, alias “Saylin” o “Chele”, es de noviembre y la persona confundida es de mayo. Otro de los errores es el nombre de los padres: los de Gómez del Cid se llaman Jorge Alberto Gómez y María Gladys del Cid, mientras que los de Del Cid Campos son Luis Fernando del Cid Rodríguez y María Astemia Campos de Del Cid.

El Diario de Hoy tuvo acceso al expediente contra Gómez del Cid, ya archivado. Este indica que la Fiscalía, en el requerimiento presentado el 12 de abril de 2007, en el Juzgado Segundo de Paz de Mejicanos, acusó a Óscar Armando Herrera Benítez, en calidad de imputado presente, del homicidio en prejuicio de Saúl Antonio Alvarado Vásquez, alias “Pacún”, a partir de la declaración de un testigo denominado clave Ruso.

El homicidio, según el documento, ocurrió el 23 de febrero de ese año en la Avenida Montreal, calle Circunvalación, en la entrada de la colonia San Ramón, en Mejicanos, y en este, además de Herrera Benítez, también participaron otros cinco pandilleros, incluido uno al que el testigo sólo identifica como Del Cid.

La audiencia contra Herrera Benítez fue realizada el 14 de abril. El 27 de ese mes también enfrentó audiencia Bernardo Hernández González en calidad de imputado presente. Para entonces, aunque la Fiscalía presentó el requerimiento contra él y Gómez del Cid, este último no había sido localizado.

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Un día antes de la audiencia, según oficios, Gómez del Cid fue citado por el Juzgado Segundo de Paz de Mejicanos y el Juzgado Segundo de Paz de Ciudad Delgado, pero no lo encontraron en la dirección que proporcionó la Policía: calle a Mariona II, pasaje 6, casa 13, en Ciudad Delgado. De tal forma que la jueza Violeta Mejía, el 2 de mayo de 2007, resolvió remitir el caso al Juzgado de Instrucción de Mejicanos, explicando que no existían medidas cautelares contra el imputado ausente para no violentar su derecho a la defensa, y que había decidido pasarlo a la siguiente etapa del proceso solamente con el requerimiento.

Dos días después de recibir el caso, el juez de Instrucción, Gilberto Ramírez Melara, quien hoy es el juez de Instrucción de Ilopango, resolvió acumular los procesos de los dos imputados presentes y el ausente, y programó la audiencia preliminar para el 20 de julio.

El 2 de julio, la Fiscalía presentó un escrito al juzgado en el que dijo que no había ubicado a clave Ruso, pero que ofertaba a otro denominado Ruso 2 para el reconocimiento de personas, Melara lo admitió y programó la diligencia para horas previas a la audiencia preliminar.

El reconocimiento se aplazó en tres ocasiones; en la primera, el testigo no fue ubicado; en la segunda, los reos no fueron trasladados a la sede del juzgado; y en la tercera, el fiscal José René López Cañas se ausentó.

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Ruso 2 reconoció hasta el 22 de enero de 2008 a Herrera Benítez y Hernández González, horas antes de la audiencia preliminar, sin embargo, Gómez del Cid no fue identificado. Además de la ficha criminal, donde apenas logra verse su silueta, en el expediente no existe fotografía suya, tampoco las autoridades lo identificaron en todo el proceso por su número de DUI.

A pesar que el fiscal López Cañas presentó el 10 de julio la acusación contra los tres imputados, cuando el juez Melara resolvió enviarlos a juicio, no se pronunció por el caso de Gómez del Cid y remitió el expediente el 5 de febrero de 2008 al Tribunal Tercero de Sentencia de San Salvador, que condenó a 30 años de prisión a Herrera Benítez el 25 de ese mes; y se excusó ante una cámara de juzgar a Hernández González, porque no fue trasladado a la sala de audiencia. La Cámara envió su proceso al Tribunal Quinto de Sentencia de San Salvador.