Masivo clamor de justicia en funeral del padre Walter

Vásquez Jiménez es el primer sacerdote asesinado desde el fin de la guerra.

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Vista aérea de la multitud que acompaña los restos mortales de Walter Osmin Vásquez Jiménez. EDH/ Marvin Romero

Por Jaime López

2018-04-01 9:47:57

Lolotique tuvo ayer una especie de otro Santo Entierro, ahora en Pascua de Resurrección y con uno de sus hijos más queridos. Con un multitudinario acompañamiento la feligresía le dio el último adiós al sacerdote Walter Osmir Vásquez Jiménez.

El sacerdote, de 36 años, fue asesinado el jueves por la tarde entre la comunidad Las Lajas del cantón Las Ventas de este municipio del departamento oriental de San Miguel. Irónicamente el crimen se produjo en la fecha en que la Iglesia Católica celebra el Día del Sacerdote.

Más de cinco cuadras ocupaba la multitud que seguía el féretro, así como unas siete bandas musicales de la iglesia de Lolotique, que también se sumaron con sus tambores y sus trompetas.

Pobladores cargaban el ataúd con el mismo balanceo de la urna del Santo Entierro.

Casas y negocios del pueblo lucían listones negros en señal de luto y dolor en sus puertas, ventanas y paredes.

La concurrencia fue tanta que la iglesia de Lolotique se quedó corta. Los sacerdotes instalaron una pantalla gigante en el parque para que los fieles siguieran de cerca la misa en la que participaron el cardenal Gregorio Rosa Chávez, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, y el obispo de la Diócesis de Santiago de María, Usulután, William Ernesto Iraheta.

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Monseñor Iraheta lamentó el asesinato del padre Vásquez y demandó de las autoridades una exhaustiva investigación para dar con los culpables y que se haga justicia.

El padre Walter es el primer sacerdote asesinado en El Salvador después de la guerra. El último fue el franciscano Cosme Spessotto, muerto a tiros en San Juan Nonualco en 1980, meses después del asesinato del arzobispo Óscar Romero, ya declarado santo.

El obispo de Santiago de María citó ayer las palabras de monseñor Romero: “Tan pecador es el que ordena y organiza como el que toma las armas para matar. La vida es sagrada y la iglesia está del lado de defender la vida”.

Frente a este hecho, el obispo se preguntó: “¿Qué significa para nosotros el asesinato del padre Walter? Para los sacerdotes esta hora solemne ratifica nuestra misión sacerdotal, nuestro juramento de fidelidad a la palabra del Señor”. “Pedimos a las instituciones correspondientes la oportuna investigación para aclarar el caso y se haga justicia”, afirmó el obispo Iraheta. Recordó que decenas de alfombras en Semana Santa fueron dedicadas al padre Walter.

Recuento del Cardenal

Por su parte el Cardenal Rosa Chávez contextualizó los asesinatos de sacerdotes empezando con monseñor Romero en 1980.

“El asesinato de sacerdotes impacta más porque los asesinos han tocado el altar y eso se llama sacrilegio. En este país la vida no vale nada”, sentenció el Cardenal.

Frente a este clima de violencia, Rosa Chávez demandó de los fieles “qué podemos hacer nosotros, dejar todo sentimiento de violencia, de venganza, odio y resentimiento; propiciar la paz, convivencia armoniosa. Motivar a los niños y jóvenes para que no tomen el vicio de la violencia”.

“Estamos aquí para decirle si a la vida, si a la esperanza, si a la justicia, gracias por este ministerio, por ofrendar esta vida, no importa en este momento porqué lo mataron ni quien lo mató”, afirmó Rosa Chávez.

El padre Vásquez Jiménez fue interceptado por tres sujetos armados y enmascarados a bordo de una camioneta todoterreno, mientras él se movilizaba en un vehículo junto a dos monaguillos.

Los delincuentes los despojaron de sus pertenencias: celulares y dinero y luego lo separaron de los dos jóvenes colaboradores que lo acompañaban. Segundos después le dispararon y aún con vida el sacerdote intentó huir pero todo resultó infructuoso, lo asesinaron.

Los sujetos le ordenaron a los dos adolescentes que se fueran y concentraron su furia en el religioso.

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El día del asesinato, Vásquez Jiménez renovó sus votos sacerdotales al igual que el resto de padres a nivel nacional.

Además, los residentes de Lolotique le habían celebrado con un almuerzo y un pastel sus 8 años de vida sacerdotal.

Vásquez Jiménez fue asesinado a pocos metros de un grupo de cristianos a quienes iba a realizar el ritual de lavatorio de pies, característico del Jueves Santo. Posteriormente se dirigiría a la ermita La Santísima Trinidad de Las Ventas, donde oficiaría una misa.

Feligreses exigieron paz y cese a la violencia. EDH/ Mauricio Cáceres