El Ánima Sola que recorre las calles de San Lorenzo con una promesa

Es una tradición que los residentes respetan y esperan con mucha expectativa. Cada año un habitante del muninicipio desempeña este papel, pero su identidad no suele conocerse.

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Foto/Gerson Sánchez

Por Susana Joma

2018-03-24 7:12:40

El sonido de una pequeña campana quiebra el silencio en San Lorenzo, San Vicente. Es Lunes Santo y todos los residentes están expectantes, saben que en ese momento el Ánima Sola ya empezó su recorrido por el pueblo.

Viste una especie de peluca, un velo blanco que oculta su rostro y un vestido holgado color rojo.

El cementerio ha sido su punto de partida y la iglesia será su destino.

Cada año los residentes se preguntan quién encarna esa figura con halo de misterio. Y es que apenas se le pueden ver algunos rasgos como las manos, que lleva atadas con una cadena y con las que sostiene la campana; o la punta de sus pies descalzos, con los que desafía el cemento y las piedras calientes de todas las calles del pueblo.

Algunos ven su paso apostados en las ventanas: los más curiosos salen a las puertas o la esperan en las esquinas. No faltan los niños que debido a un temor infundido por sus madres rompen en llanto y buscan en donde esconderse.

Foto/Gerson Sánchez

La identidad del Ánima Sola se mantiene en el anonimato. Son muy pocos los que llegan a saber quién de los moradores del municipio ha encarnado y el porqué, incluso si una vez logran enterarse guardan silencio.

En 1997 fue Zulma Concepción Bonilla de flores, una habitante nacida en el seno de una familia muy católica, quien caracterizó a este personaje que va en penitencia. Entonces ella rondaba los 25 años de edad y tenía un motivo muy fuerte.

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Bonilla de Flores, hoy de 43 años, dejó claro que para ella, así como para otros que han vestido ese traje rojo, no solo es elemento de tradición, sino algo con un significado muy espiritual.

“Cada persona que sale lo hace con un fin, con una promesa. En mi caso lo hice porque mi hijo mayor estaba padeciendo una enfermedad llamada glaucoma. Los médicos me habían dicho que iba a quedar ciego. Entonces yo le prometí al Señor que iba a hacer ese sacrificio y que me lo sanara. Gracias a Dios doy testimonio que el muchacho hoy tiene 23 años y ni siquiera lentes usa”, explicó.

Para ella caminar sobre las calles, entonces totalmente empedradas y más difíciles de transitar, realmente no fue un sacrificio hacer la penitencia considerando que lo hacía movida por su fe y la gran esperanza de que su hijo se iba a curar. “Yo siento que Dios me dio el valor y no sentía el calor de los pies. Sí sentía el peso de la campana, el de la cadena”.

Según cuenta, cuando su hijo Manuel Edgardo tenía 3 años, ella veía que tenía problemas en un ojo y aunque lo consultó con una doctora destacada en el centro de salud del pueblo esta le insistía que no había nada fuera de lo normal en él; sin embargo, fue una enfermera, a la que hoy recuerda con cariño, la que le advirtió que al niño sí se le notaba un problema en la visión y que debía consultar un especialista.

Tanto ella como su esposo, Edgardo Flores, buscaron a los servicios de un profesional del área privada en la cabecera departamental y, pese a que este les dijo que el niño ya había perdido la vista, siguiendo el consejo que su madre les dio, viajaron a San Salvador y con ayuda de unos familiares buscaron una segunda opinión médica. Así llegaron hasta el doctor Adriano Vilanova, cuyo nombre, según dice, nunca va a olvidar.

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Cuando llegaron al consultorio del reconocido doctor este se marchaba, pero por alguna razón regresó, puso interés la situación del niño y los terminó atendiendo.

Zulma, quien ahora es madre de cuatro varones, dice que si bien el doctor les confirmó que su hijo mayor estaba mal, se comprometió a operarlo y a entregarlo sano. “Yo sentí que el corazón se me vino al puesto cuando el doctor dijo eso”. Recuerda que en esos tiempos aún estaba como moneda de curso el colón y, mientras su esposo regresó al pueblo para gestionar dinero, en la capital el niño era preparado para ser operado al día siguiente.

De acuerdo con su testimonio, Vilanova confío en su palabra de que iban a regresar con el dinero. Inicialmente iba a operar solo un ojo, pero en el camino vio la necesidad de hacerlo en los dos órganos y así lo hizo, siempre a un costo muy por debajo de lo que correspondía un procedimiento de esa magnitud, incluso sin cobrar sus servicios profesionales.

“El (doctor) es una gran persona para mí. Y yo sentí mucho que un día en las noticias vi que a su hijo se lo secuestraron y se lo desaparecieron…”, relató.

Dice que cuando su hijo tenía 12 años vieron a Vilanova en un comercio de San Salvador, lo saludaron y éste les externó su admiración de la condición del niño: “Enseñá, quiero verte los ojos. Yo no pensé que hubieras quedado así… pero Dios hizo un milagro en ti”.

Foto/Gerson Sánchez

Manuel Edgardo, de acuerdo a lo que narra su madre, asistió a un centro de enseñanza superior ubicado en Ilobasco, en donde se graduó de un técnico en turismo.

Al igual que esta madre, otros habitantes de San Lorenzo tienen mucha devoción al Señor y más de alguno se prepara para la penitencia del Lunes Santo.

Isabel Rosa viuda de Flores, de 82 años, y quien desde 1982 está encargada de coordinar lo relacionado con el Ánima Sola, explicó que esto ya es una tradición; pero desde que ella asumió esta responsabilidad no ha encontrado ningún registro o persona que le de referencia desde cuándo fue establecida en ese lugar. Solo recuerda que cuando era adolescente ya era testigo de cómo recorría las calles este día que en la iglesia está dedicado a las ánimas.

“En el tiempo de la guerra, como estaba feo, lo vestía en los solares afuerita del pueblo, simulando como que venía del cementerio; pero después fui avanzando hasta que la fui a vestir ahí”, dijo Rosa viuda de Flores, tras señalar que nunca ha dejado de sacarla. Los sacerdotes tampoco se oponen a ello porque consideran que es un elemento cultural.

Destaca que el Ánima Sola penitente en algunos casos es un hombre y en otros una mujer que tienen una promesa. Su salida es exclusiva al mediodía porque ya en la tarde está dedicado a la procesión de Jesús Nazareno: “El que hace promesa sale descalzo”.

Comenta que a veces, para despistar a los residentes que preguntan por la persona que viste como Ánima Sola, ella les dice que son de otras localidades.

Algunos escritos apuntan que el Ánima Sola también es conocida como Alma Desamparada, que está basada en la tradición católica y es popular en algunos lugares de América Latina y España.

Foto/Gerson Sánchez