Repudio, dolor y consternación ha causado a familiares y habitantes del Puerto de La Libertad la muerte del empresario Élmer Vladimir Valle García, de 46 años, quien la noche del pasado martes fue acribillado frente a su casa ubicada cerca del punto de buses de la Ruta 187, en el centro de dicha ciudad.
Ayer sus restos fueron velados en la iglesia evangélica La Gran Comisión, de dicha ciudad, en la que un centenar de asistentes reflejó el aprecio que le tenía a la víctima.
El altruismo, su carisma, el emprendimiento, su corazón noble, su entrega a Dios y a su familia son cualidades que resaltan aquellos que conocieron a Valle, quien desde hace más de 20 años se radicó en la ciudad porteña.
Con el pasar del tiempo se ganó el corazón de sus amigos, clientes o beneficiarios de los proyectos que desde la iglesia, a la cual asistía, desarrollaba junto a otras personas.
Aydé de Valle, la esposa de la víctima, recuerda que el lunes Élmer acudió, en compañía de unos misioneros estadounidenses, a ayudar a una familia del caserío El Coyolar, la cual fue desplazada a la zona a causa de la violencia.
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Abrió fuentes de empleo con restaurante y pastelería. PNC no dio detalles del crimen.
“Sus empleados le contaron de esa familia y él no dudó en invitar a los misioneros, ese día les llevaron dos camas y víveres”, contó Aydé.
Agregó que al día siguiente de su muerte proyectaba volver al cantón con piñatas, juguetes, víveres y otros utensilios para continuar ayudando al grupo familiar que fue desplazado.
“Lastimosamente ya no lo pudo hacer, la violencia me lo arrebató, la situación que estamos viviendo le cegó la vida a un ser humano que amaba ayudar a los demás”, lamentó.
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Élmer Vladimir Valle, quien por varios años residió en EE.UU. pero regresó para administrar los negocios de la familia, fue asesinado frente a su casa
EDH/ Gerson Sánchez
Ahora el donativo que el núcleo familiar iba recibir quedó en una bodega de la iglesia porque no pudo ser entregado; la delincuencia arrebató el deseo de ayudar de la víctima. Ante la muerte violenta de Élmer, los misioneros estadounidenses volvieron a su país por temor.
Hasta ayer, la Policía Nacional Civil se mantenía hermética y no daba información sobre la muerte de Valle. Sin embargo, una fuente reveló a El Diario de Hoy que Valle estaba dentro de su automóvil, frente a su casa, cuando tres sujetos lo interceptaron y sin mediar palabras le dispararon. Luego huyeron.
Élmer habría recibido 30 disparos, detalló la fuente.
Los familiares descartaron que el asesinato se deba a la extorsión, algunos de sus allegados lo atribuyen más a envidias que le tenían por el éxito de los negocios de la familia.
Apoyo a la comunidad
Valle era amante de las cosas de Dios, sus cercanos recuerdan que no había momento que no compartiera un pasaje bíblico. Lo que más amaba era la temática del amor al prójimo, del cual trataba de dar el ejemplo.
Era miembro activo de la iglesia La Gran Comisión, incluso predicaba.
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Victoria Martínez es una de las personas con las que Valle se solidarizó, recuerda cómo la comunidad donde vive fue beneficiaria de uno de los proyectos que impulsaba Élmer.
“Cómo duele que una persona así se vaya, en todo momento estaba presto a darnos una mano, siempre andaba pendiente de lo que faltaba” recordó Victoria.
Sus hermanos también destacan en “Vladi”, como cariñosamente le llamaban, su espíritu visionario, su liderazgo nato.
“Siempre andaba pensando en cómo podía mejorar, cómo servir a las personas, siempre a cada comunidad que visitaba organizaba a la gente”, comentó uno de sus familiares.
Lugares como Las Flores, El Caoba (Melara), sector de El Faro y caserío El Coyolar fueron algunos de los lugares a los cuales llegó la ayuda canalizada a través de este porteño altruista.
Uno de los asistentes a la vela contó que Valle destinaba un día a la semana para brindar alimentación en su negocio de comida a una familia de escasos recursos. “Las personas solo llegaban y él les decía: De la bendición recibida, de eso quiero compartir, así que siéntese a la mesa y la cena va cortesía de la casa”, relató.
“Muy altruista, cuando alguien llegaba al restaurante y no tenía dinero le decía: ‘Siéntese, venga, coma, ¿quiere una tacita de café, yo invito?’; era desprendido, disfrutaba la vida”, dijo otra persona.
Los asistentes a la vela lamentaron la situación que está viviendo al país y que Valle se sumara a la lista de víctimas de la violencia que se vive en casi todas las zonas del país.
“Basta de tanta delincuencia, mucha gente trabajadora, gente que quiere sacar adelante al país está siendo terminada por delincuentes que no respetan nada. Ahora exigimos al gobierno que haga algo por mejorar los niveles de inseguridad que se está llevando vidas como la de mi amigo”, lamentó una persona cercana a Valle.
Ida y retorno de Canadá
Élmer fue policía hasta el 2000 pero abandonó la institución cuando nació el primero de sus tres hijos y se dedicó al negocio familiar: una panadería y un restaurante.
Las ganas de superación de Valle hicieron que a mediados de 2004 emigrara a Canadá, donde estuvo radicado por más de un año.
Su esposa cuenta que atendiendo a la invitación de un amigo, decidió emprender el viaje con el objetivo de ganar dinero para montar su negocio de comida. Ese era uno de los propósitos de Valle.
“Al principio no cumplía con los requisitos, ya pasaba de la edad, le pedían inglés intermedio y no lo sabía, pero como él era un hombre de retos se aventuró y lo logró”, relató.
Dice que el dinero que ganó en Canadá también sirvió para fortalecer la panadería y el pequeño restaurante.
Al volver a El Salvador, Valle montó su propio restaurante al que llamó “La Porteña”. Su carisma y la dedicación a los clientes logró que su clientela creciera rápidamente.
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“Él amaba su negocio, se dedicaba tanto. Recuerdo que cuando alguien se acercaba cerca del local se ofrecía a tomarles fotografías pero después comenzaba a ofrecer sus productos y así convencía a la gente y entraban a consumirle”, contó una de sus hermanas.
Otra de las cosas que Valle hacía era pasar por cada mesa y preguntarles directamente a los comensales: cómo era la atención, cómo estaba la comida, si deseaban algo más. Se preocupaba por servir bien.
Su esposa recuerda que una de las frases que más les decía a los clientes era: “Usted es nuestro cliente especial…”.