Lucrecia: Una mujer que vive al máximo después de superar un cáncer de ovario

Ella tiene 29 años, es publicista y dice vivir la vida al máximo. A sus 25 años, su vida fue marcada por el cáncer.

descripción de la imagen
"Una mujer no es un pelo largo, una mujer no es un busto bonito, una mujer no es eso (...) Muchas mujeres sufren mucho cuando el cáncer llega a sus vidas por la perdida de pelo, un seno, pero una mujer no es eso", dijó Avendaño. Foto/Lissette Monterrosa

Por Nancy Hernández

2018-03-10 11:33:38

“A los 18 días de haber recibido la primera quimioterapia se me empezó a caer (el pelo) … cuando me levantaba de la cama dejaba un montón de pelos, me peinaba y se seguían cayendo. Después me comencé a ver parches, entonces le dije a mi hermano: me quiero rapar la cabeza, no soporto estar viendo tantos pelos en la almohada”.

Raparse la cabeza fue de las primeras decisiones que Lucrecia Avendaño, de 29 años, tomó cuando empezó el tratamiento de quimioterapias por un cáncer de ovario. Aseguró que fue una decisión difícil porque le gustaba mucho su cabello y siempre lo había tenido largo; pero no quería ver cómo se le caía poco a poco durante el proceso.

 

 

Lucrecia: “Nunca me derroté ante el cáncer”

Lucrecia es una mujer que sobrevivió al cáncer de ovarios. "Yo tenia 25 años, fue un golpe muy duro para mi" recalcó Avendaño. Luego de 10 meses con quimioterapia y una lucha mano a mano con la enfermedad, superó el cáncer en marzo de 2015.

Después de eso, se rapó la cabeza unas siete veces durante los diez meses que duró el tratamiento porque el cabello crece y después de cada quimioterapia se vuelve a caer.

Lucrecia fue internada un sábado de junio de 2014 por un fuerte dolor en la espalda. En ese momento, ella no se imaginaba que empezaba su lucha contra el cáncer. Después de alguno exámenes le detectaron una masa en su ovario derecho y tres semanas después le confirmaron la enfermedad.

“Yo tenía 25 años y fue un golpe bien duro para mí porque uno a esa edad tiene un montón de aspiraciones, un montón de sueños”, dijo.

Después de los exámenes fue sometida a una operación de emergencia por el dolor en su espalda, pero era necesario un segundo procedimiento para determinar si el cáncer se había expandido a los órganos aledaños. Para su fortuna, eso no fue así; sin embargo, su ovario derecho fue extirpado.

Después de la primera quimioterapia se rapó la cabeza y de regalo de cumpleaños recibió una peluca. Foto/Lissette Monterrosa

“Lo complicado del cáncer de ovario es que los síntomas son silenciosos, una mujer puede presentar dolores intensos en la menstruación, presentar cólicos, dolores de espalda y uno piensa que es normal”, comentó.

El cáncer de Lucrecia estaba en la primera etapa, de acuerdo a Salvado Díaz, director del Instituto del Cáncer de El Salvador y vicepresidente de la Liga contra el cáncer. Cuando la enfermedad es detectada en grado uno las personas tienen un 80% de oportunidad de sobrevivir, siempre y cuando se siga el tratamiento adecuado.

La opción que le dieron a Lucrecia fue la de extirpar el ovario derecho, dejar intacto su sistema reproductor y el ovario izquierdo para no privarla de la oportunidad de ser madre. Así fue como durante los próximos diez meses se sometió al tratamiento y recibió 18 quimioterapias.

“Eran tres quimioterapias por mes, me daban tres días seguidos de tratamientos y regresaba al siguiente mes. Tenía dos o tres semanas para recuperarme y recobrar las defensas porque la quimioterapia arrasa con todo, células buenas, células malas y se te bajan las defensas”, explicó la joven.

Ella tiene 29 años, es publicista y dice vivir la vida al máximo. Foto/Lissette Monterrosa

La lucha

Díaz explica que el cáncer tiene dos etapas: la primera es silenciosa porque no presenta síntomas, puede durar de cinco a diez años, dependiendo del tipo de cáncer. En la segunda fase es cuando se logra ver el tumor, puede medir entre uno a dos centímetros.

“Yo pasé muchos años con periodos menstruales bastante dolorosos y nunca fui al ginecólogo (…) los dolores eran siempre”, contó Lucrecia.

Lucrecia recuerda que, a parte de los dolores y el sangrado excesivo en cada periodo menstrual, empezó a bajar de peso porque la mayoría de alimentos que consumía le hacían daño y terminaba por vomitarlos, esto se debía a la presión que el tumor ejercía en el intestino e impedía procesar los alimentos.

“El cáncer de ovarios es lo más complicado que existe, es difícil diagnosticar porque los ovarios están metidos y cuando se descubre generalmente el cáncer se ha pasado a otras partes, termina invadiendo todo el abdomen y matando a la gente (…) hay entre 20 a 30 tipos de cáncer de ovarios”, explicó Díaz.

Además, aseguró que puede estar vinculado al cáncer de mamas y que una de las posibles causas puede ser genética. No obstante, explicó que es complicado generalizar porque cada variante o caso se desarrolla de forma diferente. “Es una enfermedad terriblemente silenciosa y terriblemente mortal”, dijo Díaz.

“Una mujer no es un pelo largo, una mujer no es un busto bonito, una mujer no es eso (…) Muchas mujeres sufren mucho cuando el cáncer llega a sus vidas por la perdida de pelo, un seno, pero una mujer no es eso”, dijó Avendaño. Foto/Lissette Monterrosa

Renacer

“En el momento que me estaba rapando la cabeza yo sentía que estaba renovando, que estaba cerrando un ciclo de mi juventud; iba a mudar el pelo, pero iba a valer la pena porque era por mi salud”, afirmó la joven publicista.

Ella recuerda que después de recibir el tercer ciclo de quimioterapias pensó en abandonar el tratamiento debido a lo fuerte del medicamento porque a veces no podía consumir alimentos debido a que los vomitaba, se sentía cansada, pasaba días enteros postrada en la cama con temperatura; pero el saber que su familia y Dios estaba con ella en esa etapa le motivó a “tomar el toro por los cuernos” y salir adelante.

“Yo iba un día a la vez, durante estuve en el tratamiento y recuperación yo no pensaba cuánto me faltaba, pensaba en seguir hasta terminar y sanarme”.

Aseguró que cuando se rapó la cabeza estaba por cumplir 26 años, pero no le impidió disfrutar de su celebración; además, uno de los regalos de cumpleaños que recibió departe de su hermano fue una peluca. A pesar de lo difícil y cansado que fue el tratamiento, manifestó sentir “una gran paz y tranquilidad”, ahora dice que aprovechaba cada día al máximo.

“Nunca di mi brazo a torcer en el sentido de derrotarme. La actitud de uno cuenta mucho en situaciones así”, dijo.

Lucrecia cerró la etapa del cáncer en marzo de 2015 cuando terminó el tratamiento y no tuvo la necesidad de volverse a rapar la cabeza.

Seis meses después de haber terminado con el procedimiento volvió a su vida laboral. En la actualidad ella es publicista, su cabello nuevamente está largo, las cejas e incluso las pestañas que perdió por las quimioterapias volvieron a crecer.

La joven dice sentir que renació porque después de ganar la batalla contra el cáncer aprendió a dar otro sentido a la vida, a vivir cada día al máximo y, sobre todo, ayudar a otras personas que están pasando por la misma situación.

“Cuando uno deja de hacer cosas para uno mismo y uno trabaja para la otra gente y hace cosas por la otra gente, es ahí realmente cuando la vida adquiere sentido”, expresó.

El cáncer de ovarios es uno de los más comunes en las mujeres, suele desarrollarse entre la adolescencia y los 30 años.

Para evitar esta enfermedad se recomienda hacer ultras pélvicas desde los 20 años para detectar cuando los tumores están pequeños e iniciar el tratamiento.

Antes de cada quimioterapia Lucrecia se rapaba la cabeza. Foto/Lissette Monterrosa