Testigo relata que homicidios eran planificados por grupo de exterminio

En algunos casos, dijo, cobraban entre $400 y $800 por asesinato, que luego se repartía el grupo.

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Una audiencia contra un grupo de 21 personas que forman un presunto grupo de exterminio.

Por Jaime López/Stanley Luna

2018-01-16 8:28:00

En el segundo día de juicio contra una supuesta estructura dedicada a matar pandilleros en La Libertad, Sonsonate y Santa Ana, el cuestionado testigo con criterio de oportunidad (imputado con beneficios penales) identificado con la clave “Sirios”, relató cómo se dieron cada una de las supuestas 14 ejecuciones, a partir de 2014.

El testigo refiere que ocho de las 14 víctimas eran pandilleros de la mara Salvatrucha (MS) que se dedicaban supuestamente a extorsionar y tenían amedrentado a sus vecinos. Seis de los enjuiciados son agentes policiales quienes en coordinación con otros lugareños aparentemente planeaban los asesinatos.

Sirios, un presunto integrante de ese grupo, manifestó que los asesinatos eran planeados en algunos casos con horas de anticipación y que para ejecutarlos utilizaban armas de fuego calibre 38, machete (corvo), escopetas calibre 12, chalecos antibala de la Policía Nacional Civil, gorros pasamontañas, un vehículo negro tipo sedan, entre otros implementos.

Los hechos que se le atribuyen eran cometidos en horas nocturnas (de 8:00 de la noche en adelante), en donde las víctimas eran sacadas de su casa y llevadas a cañales, a unos 30 minutos de sus hogares. Aunque había más participantes en este grupo, el testigo destaca, además de él mismo, a: “Chucho”, “Gato”, “Paco”, “Enano”, “Chapín”, “Johnny” .

En uno de los casos, Sirios relata que haciéndose pasar por policías, esta banda fue a sacar a un supuesto MS y al padre de este mientras dormían en la zona de Ateos, cerca de las 10:30 de la noche.

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Afirmó que el pandillero, el día de los hechos, dormía en una hamaca en el patio de la vivienda y una vez neutralizado (atado de manos hacia atrás) fueron por su padre que se hallaba en el interior de uno de los cuartos de la casa.

Más tarde, a los dos se los llevaron a un cañal con el engaño de que tenía que hablar con el Sierra u oficial policial, y tras unos 40 minutos de camino, llegaron al destino final, donde les ordenaron que se pusieran boca a bajo a un metro de distancia el uno del otro.

En un primer intento, se proponían ahorcarlos con un cincho, pero fue imposible lograrlo relató el testigo.

No tuvieron opción que dispararles en la cabeza, y como siguiente paso había que enterrarlos; por lo que a unos centímetro de sus cuerpos abrieron unos hoyos para posteriormente enterrarlos.

Sirios recuerda que, debido a que no cabían los cuerpos en los hoyos hechos, tuvieron que quebrarles alguna partes con un azadón y así quedaran cubiertos por completo.

Todo eso sucedía mientras otros del grupo ejercían vigilancia para asegurarse de que no serían sorprendidos por la Policía en cualquier momento.

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Sirios también recuerda que en uno de los casos, a mediados de agosto de 2015, en el cantón Ateos, en La Libertad, se dio un caso en que fueron a sacar a dos personas que luego de dispararles solo resultaron lesionadas y sobrevivieron al ataque.

La razón de este hecho fue porque, al parecer, las víctimas habían amenazado a familiares del grupo .

En algunas ejecuciones, añadió, los asesinatos tenían un costo de entre $400 y $800, dinero que después se lo repartían en 100 cada uno.