Cuando Mario Sayes inició su camino por las aulas en la parvularia, lo hizo ayudado por una andadera, tiene problemas para caminar. Entre los niños pequeños, aquella situación a veces era incomprendida.
Vea galería completa de imágenes
Al pequeño Mario le afectaba, se sentía incomprendido, a veces se caía, su ritmo era diferente al de sus compañeritos. “Al inicio cuando llegue estaba prácticamente solo, sólo tenía el apoyo de la maestra por decirlo así; mientras fui creciendo tuve más apoyo de las coordinadoras como de mis propios compañeros. Llegó un punto, allá por cuarto grado, que conocí a una maestra que fue la que prácticamente me dio un punto de vista diferente al que tenía”, narra el estudiante.
Pero para aquel niño, ella era “como enojada, pero era su forma de tener el carácter, siempre ha sabido cómo darse a entender ante las demás personas y saber entender a las demás personas”, describe el alumno a su mentora.
Cuando él tenía 10 años y cursaba cuarto grado, en el colegio Montessoriano, la maestra de ese año, Graciela Berenice González le dio la primera enseñanza de vida: “Yo tengo que hacer las cosas como los demás lo hacen, yo tengo que adaptarme al mundo, no el mundo se va adaptar a mí, entonces, ella me ha dado esa visión”, esa es la forma como Mario ve su discapacidad motora.
Ya han pasado siete años, desde el cuarto grado; Mario se graduará este año y ve en la “licenciada Berenice”, como le conocen en el colegio, no solo a la coordinadora, a la maestra, sino también a la amiga que le impulsó a conocer el mundo del deporte paralímpico. Y con tan buenos resultados, que este año, el joven, ahora de 17 años, participó en los Juegos Parapanamericanos Juveniles Sao Paulo 2017, que se realizaron en Brasil.
Mario participó en Boccia, un juego donde se combina táctica y habilidad. Se practica de forma individual, por parejas o equipos, sobre una pista rectangular en la que los jugadores tratan de lanzar sus bolas lo más cerca posible de la pelota blanca que sirve de objetivo, a la vez que intentan alejar las de sus rivales.
“Ella me ha enseñado que en la parte académica tengo que esforzarme (???) salir mejor y en la parte física me ha enseñado que sea independiente”, dice Mario.
María Elena Sayes es la madre de Mario y el agradecimiento hacia la docente por el apoyo a su hijo y a ellos como padres no tiene medida.
“Yo la considero más que coordinadora, una amiga, porque ha estado con Mario en las buenas y las malas, porque Mario ha tenido bajones emocionales y ella ha sido su apoyo”, explica la madre.
La influencia de la docente sobre su hijo ha sido más que positiva, “ella ha sido su gran amiga en todas las etapas que ha pasado, en su adolescencia, hasta ahorita que está viviendo su último año de bachillerato, ella ha sido un gran apoyo psicológico”, agradece María Elena.
Enseñanza
Desde 2013, Mario y la licenciada Berenice han superado juntos diferentes dificultades, incluido accidentes.
La maestra explica que en sus 13 años de ser educadora, Mario fue el primer alumno con dificultades motoras que estuvo en su clase. “Hemos tenido situaciones alegres, que nos han llevado a tener triunfos , lo que más nos ha marcado, es como hemos sabido enfrentar aquellas situaciones en las que tuvimos dificultades con él, no sabíamos cómo resolverlo y eso nos llevó a crear ese vínculo. Con Mario hemos tenido juntos que llorar, juntos hemos tenido que reír y muy a menudo, hemos tenido que discutir, porque siempre las diferencias entre las personas están”.
Graciela Berenice González inició la docencia a la edad de 22 años pero en sus planes no estaba ser profesora, ella quería estudiar una licenciatura distinta.
“Creo, con toda certeza, que era el propósito (???) poder disfrutar lo que hago, iba poder ayudar a muchos alumnos, creo que esa es la mejor parte de la docencia saber que uno deja la huella en los alumnos. Hoy en día no me veo en un trabajo diferente a la docencia”, asegura la maestra, quien añade que también ha recibido lecciones de parte de sus alumnos.
Mario le ha enseñado que “no hay barreras, si toda persona tiene voluntad va lograr lo que sea, las barreras están en la mente. Creo que Mario, por muchos años, nunca se vio como un atleta, era algo que no consideraba, ¿cómo yo lo voy hacer?, no puedo. Pero la oportunidad llegó a su vida. Él y su familia tomaron a bien en aprovecharlo, y eso indica de qué realmente no hay barreras, siempre que uno tenga la voluntad va a lograrlo. Las oportunidades llegan, lo que pasa es que no todos las aprovechamos; pensamos que no somos capaces de aprovechar las oportunidades que la vida o que un Ser Superior, como usted lo quiera ver, está ofreciendo en este momento”.
Graciela Berenice no solo es inspiración para Mario, también lo es para los demás de estudiantes de segundo año de bachillerato, que la ven como ejemplo de perseverancia.
Andrés Velis, estudia desde parvularia a bachillerato en el colegio, expresa que han visto el crecimiento laboral que ha tenido la maestra desde que llegó a la institución. “Ella es una persona muy amable, ella saca lo bueno de lo malo”, dice.
Adriana Martínez, otra alumna, menciona que “ a pesar de mostrarse que tiene que imponer un orden, siempre busca lo mejor de nosotros, es muy llevadera, sus consejos son muy buenos, aparte de aconsejarnos, siempre nos muestra un poco acerca de Dios. Me admira porque ella empezó siendo maestra de cuarto grado y poco a poco fue creciendo hasta llegar ahorita a ser coordinadora”.
Según Mario, lo que distingue a la licenciada Berenice “ es su persistencia, cualquier maestro, hubiese dicho ya no puedo con él, pero ella sigue, ella sabe que puede pasarme cualquier cosa en cualquier momento, siempre está ahí en un dado caso la necesite por cualquier incidente”.
